80. Vacaciones.

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Camille despertó la mañana siguiente con el brazo de Jules sobre su cintura y podía sentir su respiración contra la piel de su cuello.

Contuvo una risa cuando la escuchó roncar. Luego de unos segundos, quitó su brazo de encima con cuidado de no despertarse y se puso de pie con lentitud.

Jules dormía con varios mechones de cabello cubriendo su rostro y la boca entreabierta. Tenía el brazo extendido sobre la cama, justo en el lugar en el que Camille había estado acostada tan solo segundos antes. La cobija la cubría hasta la cintura, dejando expuesto su pecho desnudo.

Camille soltó un bostezo y se cubrió la boca, entonces comenzó a buscar su ropa. Tenía que terminar de empacar sus cosas y ni siquiera sabía qué hora era.

—¿Ya te vas? —Camille se giró a ver a Jules cuando la escuchó—. Ja, casi te quedaron las piernas enredadas en el pantalón —se burló cuando Camille perdió el equilibrio por girarse a verla—. ¿Te vas en pijama?

—Bueno, así vine anoche.

—Saca algo del clóset y después me lo regresas.

Camille alzó ambas cejas.

—¿Aún no has empacado?

—Conozco un encantamiento que lo hace en dos segundos —Jules le sonrió y Camille encontró adorable cómo arrugó levemente la nariz—. Ventajas de ser mayor.

—Imbécil —Camille se rio por el gesto que hizo—. ¿Entonces no te importa si te robo algo de ropa?

—La tomas prestada —corrigió Jules de inmediato, viendo a Camille acercarse al clóset—. Los corsets seguro son de Zoe... por si ves alguno.

Camille asintió y abrió el clóset, entonces comenzó a buscar.

—¿Y esto? —preguntó sacando un top qué tenía estampado el logo del McDonald's.

—Eso también es de Zoe —respondió—. Creo que conoces mi estilo lo suficiente como para agarrar algo que sea mío.

—Seguro.

Camille nunca había pensado en el estilo de Jules y ahora miraba cada prenda, preguntándose si era suya o no.

—¿Esto es tuyo? —preguntó, mostrándole un suéter azul sin estampado.

—Ajá.

Camille tomó unos pantalones que, obviamente, le iban a quedar largos. Después de todo, Jules le llevaba un buen par de centímetros.

—Qué buena vista —dijo Jules cuando Camille se quitó la camisa.

La francesa soltó una carcajada.

—Gracias —Le guiñó un ojo antes de ponerse el suéter. Las mangas le quedaban largas, pero le dio igual y se puso también el pantalón.

—Ve a terminar de empacar, pobre alma que no conoce el mejor encantamiento del mundo —Jules le lanzó un beso desde su lugar en la cama.

—¿Y cómo sabes que no he terminado de empacar? —preguntó Camille, peinándose el cabello con sus dedos.

—Simple intuición —respondió con simpleza—. Anda, princesita.

Camille se rio por el apodo, tomó su varita y se encaminó hacia la puerta, antes de abrirla miró a Jules por encima de su hombro.

—Mira la placa al lado de tu puerta antes de irte.

Jules la miró con diversión, sabiendo que planeaba algo.

—Me aseguraré de hacerlo.

Camille le lanzó un beso y Jules fingió tomarlo, claramente divertida. Luego Camille salió de la habitación.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora