Al salir a la calle, Rubén observó como Mangel metía todas las cosas a un auto gris. Era pequeño pero para ellos era más que suficiente.
-No sabía que tenías auto- comentó Rubén sentándose en el lado del copiloto
-No eh mio, me lo prestó mi jefe...- contestó sentándose en el lado del conductor.
-¿Tu jefe?
-Si, Gustavo... él eh el jefe de mi trabajoh y un gran amigoh- dijo Mangel arrancando el auto.
-¿Sabes conducir verdad?- preguntó Rubén un poco asustado, no acostumbraba a viajar en vehículos.
-Algo...- contestó Mangel en un tono burlón. Luego de eso miró al castaño que seguía con cara de pánico y comenzó a andar a toda velocidad
-¡Coño Mangel mas despacio!- grito Rubén poniéndose desesperadamente el cinturón
Mangel comenzó a reír y bajo la velocidad haciendo que Rubén se calmara. A pesar de que no le gustaban las bromas, con Mangel era diferente... había entendido que él lo hacía para divertirlo y molestarlo por lo que comenzó a planear en su cabeza una posible venganza.-¿Entonces tienes trabajo?- preguntó el castaño luego de un rato andando por la ruta, ya se habían alejado del centro del pueblo.
-Si, en una cerrajería. Algún día te la mostraréh, pero me dieron una semanah libre- dijo Mangel sonriente
-¿Por qué?- preguntó extrañado
Mangel en ese momento recordó la razón y se puso nervioso... ¿Que iba a decirle? ¿Que le dieron la semana libre por cómo él lo había lastimado? ¿Para cuidarlo? Se sentiría culpable si le decía eso, conocía a Rubén.
-S-son vacacioneh, c-cada uno puede tomarlas cuandoh quierah- La peor escusa... bien hecho Mangel, pensaba en su cabeza.
-Ah... que raro- dijo Rubén, no entendía muy bien eso del trabajo.
-¿Y tu? ¿Alguna veh has trabajado?
Rubén se deprimió un poco luego de escuchar es pregunta.
-No... en el pueblo me conocen Mangel... saben como soy.- respondió cabizbajo
-¿Cómo ereh?- preguntó Mangel sin entender
-Saben de mi enfermedad... nadie quiere a un enfermo mental trabajando en su tienda ¿no?
Ahora Rubén hablaba de su enfermedad como algo malo y hace unos minutos parecía aceptarlo... realmente Mangel se confundía. Pero sabía la razón.
-No ereh un enfermo mental Rubiuh. No digah eso...
-Así me decían en la escuela, incluso tuve que dejar de ir.
-Pero ya no estáh en la escuela... Ahora ereh un adulto que sabeh bien cómo son loh niño... elloh no entiende tu situación. Por eso te llamaban así.
-Tienes razón, pero los niños no eran los únicos que me llamaban así Mangel. Algunos adultos son respetuosos, pero piensan exactamente lo mismo que mis antiguos compañeros. Todos se alejan de mi porque tienen miedo y rechazo. Ni siquiera se interesan por como soy- dijo Rubén sacándose un peso de encima... Le hacía bien desahogarse con alguien. Mangel se quedó pensativo... en eso tenía razón, el mismo Gustavo le había confesado que no quería que nadie se acercara a él.
-¿Y yo? ¿Estoy pintadoh al oleoh?- preguntó burlándose un poco... ya quería cambiar de tema.
Rubén le sonrió tiernamente.
-No... tu eres el único que me comprende Mangel, ni siquiera se cómo es que te dejé entrar a mi vida... pero estoy seguro que no me equivoque.
Mangel lo miró sorprendido, aquella confesión casi le hace soltar una lágrima de alegría, entonces después de todo... Rubén lo quería, lo había logrado.
-¡Mira al frente gilipollas!- le gritó Rubén al ver como el morocho lo miraba. Mangel riendo volvió la vista a la ruta. Estaba muy feliz, todo estaba saliendo mejor de lo esperado.Luego de andar un rato llegaron a las montañas... en realidad no iban a las montañas sino que se quedarían a acampar en un bosque cerca de estas. Un pequeño lugar descampado rodeado de inmensos pinos y pasto verde. La combinación del frío y el sol era realmente agradable.
-Pareceh que el climah no será problema- comentó Mangel mirando el cielo una vez que salió del auto.
Rubén miraba asombrado todo lo que sus ojos podían captar. Hacía mucho que no veía tanta variedad de colores naturales. Azules, verdes, rojos, amarillos. Se podía respirar el aire puro y los pájaros que cantaban adornaban el ambiente dando una sensación de calidez realmente placentera. Había algunas personas comiendo en el lugar, pero no parecía que se quedarían hasta la noche. Todos iban de paso cosa que le alegró a Rubén, quería estar con Mangel y con nadie más.
-Ayúdameh a bajar las cosas Rubiuh, tendráh mucho tiempo para apreciáh el paisaje luego- dijo Mangel mientras veía como Rubén tenía la misma expresión de cuando vió la heladería, esa expresión tan inocente que le hacía querer abrazarlo cada dos segundos.
-¡Voy!Luego de armar la carpa y bajar todo del auto se sentaron a comer en el verde pasto cansados del viaje, pero aún así sus energías no se agotaban. Aún había mucho que ver y descubrir.
Sacaron unos sándwichs de un bolso y comenzaron a devorarlos. Mientras comían hablaban y reían de ellos, de su pasado y las cosas que planeaban del futuro... En realidad el que hablaba era Mangel, Rubén no estaba interesado en contar su vida, si a eso se le podía llamar "vida". Escuchaba atentamente como su amigo le explicaba su historia... su familia de Algarinejo, sus amigos que eran muchos, sus novias... tema que incomodaba a Rubén, su escuela, sus platos favoritos, sus mascotas... Mangel no omitía nada, realmente quería que Rubén lo conociera, que lo aceptara como era y que supiera todo de él. No quería tener secretos con Rubén. Pero por otra parte el castaño no pensaba así, había tanto que ocultar, aveces sentía que podía confiar en Mangel, que tal vez si le contaba sus pecados él lo entendería, pero al instante se negaba... era demasiado arriesgado, si todo salía bien, se llevaría su secreto a la tumba.Después de un rato platicando decidieron tomar una pequeña siesta, querían tener todas sus energías para la caminata que tenían planeada. Ambos entraron en la carpa y se recostaron. Esta era grande por lo que no había problemas de espacio, además ya habían dormido juntos un par de veces.
Rubén luego de media hora se dio cuenta que no podría dormir, a diferencia de Mangel que roncaba como un monstruo, le dio un poco de risa como su boca estaba abierta, era realmente deforme. Pero luego de mirarlo un rato divertido comenzó a mirarlo un poco más serio. ¿Cuántas cosas había hecho Mangel por él? ¿Cuántas veces lo había salvado, lo había aconsejado y lo había comprendido? ¿Y él? ¿Que había hecho por Mangel? Nada, absolutamente nada, y al darse cuenta de eso se dijo que esto no podía seguir así, debía agradecerle a Mangel de alguna manera... ¿Pero cómo?
Sintiéndose un poco asfixiado decidió salir de la carpa. Ya no había tanta gente y el aire seguía siendo frío y puro. Se estiró un poco y comenzó a caminar explorando el perímetro. Mientras caminaba pensaba en todo lo que Mangel había significado para su vida. Es decir, hace una semana su rutina se basaba en tocar la guitarra, cortarse y lamentarse en su casa, y de vez en cuando ir al campo de flores. Ese campo... hacía tiempo que no lo visitaba. El punto era que Mangel le había permitido volver a nacer, le había hecho experimentar infinidad de situaciones diferentes, no todas buenas, pero la mayoría significaban mucho para Rubén. Realmente Miguel era una clase de Ángel.
-Miguel Ángel... tienes el nombre perfecto- dijo a la nada caminando con la mirada perdida. Tenía que demostrarle que estaba agradecido, no alcanzaría solo con un "gracias"... quería hacer algo especial. Algo que a Mangel le fascinara. Algo con lo que no pudiera olvidarlo jamás. Entonces se sonrojo... era la primera vez que tenía tantas ganas de hacer algo por alguien. Realmente quería a Mangel. ¿Pero lo quería o le gustaba? Estaba empezando a convencerse de que Mangel era demasiado especial en su vida como para solo "quererlo"
-Lo amo...- soltó sin darse cuenta en un tono casi inaudible, pero esa afirmación había sonado con una mezcla de duda. Estaba confundido. Siempre había tenido problemas para entender sus sentimientos y esta no era la excepción.
Luego de un rato caminando sin rumbo sacó su móvil de su bolsillo para mirar la hora, dándose cuenta de que había estado fuera más de dos horas. Alarmado decidió regresar, seguro Mangel estaría preocupado. Pero no... cuando se asomó en la carpa descubrió que Mangel no había movido ni un pelo de su cuerpo... de no ser por sus ronquidos Rubén hubiera pensado que estaba muerto. No pudo evitar soltar una risa de aire cuando lo vio en ese estado, se veía raro, pero tierno. Nuevamente se acostó a su lado y cerró los ojos con una sonrisa en su rostro imaginándose todo lo que podría pasar en un par de horas.
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Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]
Fiksi PenggemarRubén sufre de una enfermedad que le hace actuar antes de pensar, de esa manera termina alejando a todos los que lo rodean... pero un médico llamado Miguel consigue acercarse a tal punto de sentir algo por él. Aunque lo que él no sabe es que Rubén o...