Capítulo 7

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Despertó algo sobresaltado, sin recordar muy bien lo que había soñado. Sentía como si algo lo hubiera golpeado pero sabía que sólo había sido un sueño de esos surreales que se borran de la mente en cuanto abres los ojos. Miguel observó sus alrededores luego de calmarse, sintiéndose perdido y adormilado. Estaba en un lugar que no conocía. 

Se incorporó de a poco para sentarse en la cama donde antes su cuerpo descansaba. ¿Cuánto había dormido? Había perdido por completo la noción del tiempo. Buscó su móvil en su bolsillo y lo encendió. Eran las 11. Había dormido todo un día. Tenía trabajo, no podía faltar. No podía dar malas impresiones en sus primeros días.

Mientras se levantaba con la misma pereza que de costumbre, los recuerdos se le vinieron a la mente como una bofetada parecida a la del sueño, dejándolo paralizado. Estaba en casa del castaño. Lo había ayudado y lo había abrazado. Había abusado de su espacio. Se habían mirado a los ojos.

Nervioso y algo avergonzado, Miguel se percató de que el guitarrista no estaba en la cama con él como la noche anterior. ¿Había despertado antes que él? Obviamente sí pero, ¿le vio a él? ¿Se dio cuenta que le había abrazado todo la noche? Seguramente iba estar hecho una furia cuando lo viera. Temeroso, el pelinegro se levantó de la cama y se dirigió a lo que parecía la cocina.

Y ahí estaba el delgado castaño, dándole la espalda, intentando cocinar algo al parecer.

Miguel no sabía que hacer. ¿Cómo iba a explicarle lo sucedido? Quería salir de esa casa sin hablar, sin dar explicaciones de nada. O que en el mejor de los casos la tierra se lo tragara y lo escupiera lejos de allí.

-Ah, despertaste.- habló Rubén con un tono de voz animado, girando para ver al inmóvil Miguel a sus espaldas.- Traté de hacer el desayuno pero... no se me da bien lo de cocinar.- confesó riendo en voz baja.

Miguel pestañeó dos veces rápidamente, totalmente sorprendido y desconcertado. Parecía que la persona fría e impulsiva que había conocido días atrás había desaparecido por completo. No entendía que pasaba, realmente la reacción del castaño había sido todo lo opuesto a lo que él esperaba. Ahora Rubén parecía estar envuelto por un aura totalmente cálido, pero aún así hacía que Miguel sintiera que era falso.

Aunque no quisiera hablar del tema era necesario, no podía dejarlo sólo sabiendo que algo así podría volver a ocurrir, no podía. El estrés del día anterior lo había dejado algo estresado.

-No te preocupes, no tengo hamb...- pero Miguel no pudo terminar de hablar, ya que sus tripas crujieron delatándolo con un ruido que le avergonzó aún más. Si, tenía muchísima hambre.

-Si claro, sé que no cocino bien pero al menos sé un poco educado y trágatelo ¿quieres?- siguió riendo el castaño.

Realmente Miguel estaba sorprendido. Mientras Rubén ordenaba la pequeña mesa para desayunar él le observaba con un aire de desconfianza. ¿Estaba jugando con él? ¿Acaso había olvidado todo lo que había ocurrido la noche anterior? Hundido en sus pensamientos se sentó frente al castaño, el cual parecía muy animado y satisfecho con su creación comestible.

-¡Buen provecho!- dijo sacando a Miguel una vez más de sus pensamientos, comenzando luego a comer tranquilamente.- Perdona que te pregunte pero... soy muy malo con los nombres- rió- estoy convencido de que me lo habías dicho antes pero... ¿cómo era tu nombre?

-Mi... Miguel Ángel. Pero puedes llamarme Mangel.- respondió el pelinegro de manera tímida. Algo pasaba, aquello no era normal.

-Miguel Ángel ¿eh? Lindo nombre, pero la verdad prefiero Mangel, si, es más fácil- Seguía diciendo, animado.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora