Capítulo 40

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-¿A tus p-padres?- preguntó Rubén sin creerse lo que Mangel le pedía.
-Si, quieroh que te conozcan- contestó seguro.
Rubius miró el oscuro suelo pensando en esa propuesta mientras caminaba. ¿Conocer a los padres de Mangel? El solo pensarlo ya le ponía nervioso. ¿Cómo serían? ¿Comprensivos? ¿Homofóbicos? La verdad es que no tenía ganas de averiguarlo. ¿Cómo se tomarían su relación con Mangel?
-¿No crees que es muy pronto?- preguntó sin despegar su mirada del suelo.
-No hace faltah que le digamoh de nuestra relación. Podemoh decir que solo somos amigoh.
-Pero no lo somos Mangel- dijo mirándolo seriamente.
-¿Entonceh quiereh decirles?- preguntó intrigado.
-No... pero...- Rubén realmente no estaba seguro. No quería mentir, pero tampoco quería enfrentarse a opiniones ajenas.
-Rubiuh- dijo Mangel deteniéndolo de los hombros para que lo mirara.
-Perdón... es que...
-No te preocupeh, ahora que lo piensoh eh una idea estúpida...- dijo sonriendo falsamente. No quería que Rubén se sintiera incómodo, tal vez tenía razón. Su ansiedad le hacía ir demasiado rápido con todo. Pero el castaño notó su sonrisa forzada y entendió que aquello era importante para Mangel.
-Esta bien- suspiro derrotado.
-¿Que cosah?- interrogó el morocho sin entender.
-Quiero conocerlos, pero no les digamos nada... más adelante, cuando me sienta más seguro les contaremos todo ¿vale?- propuso sonriendo tímidamente. Mangel le devolvió la sonrisa, esta vez una sincera, y lo abrazó. Solo con que sus padres supieran de la existencia de la persona más importante en su vida estaría conforme. Era todo lo que deseaba.
-Graciah- le dijo una vez que se separó de su cuerpo- ahora vámonoh, creo que lloveráh- dedujo mirando cómo las estrellas de la fría noche comenzaban a desaparecer por algunas nubes. Ambos corrieron al departamento y apenas llegaron comenzó a lloviznar.
-¡Entrah entrah!- rió empujando a Rubén dentro del departamento. Una vez que estuvieron seguros comenzaron a reír. Habían corrido como un par de críos por todo el pueblo, despertando algunas miradas curiosas. Incluso una anciana los había regañado por la velocidad a la que iban.
-Esa vieja... ¿Que mierda hacía en medio de la noche?- preguntó Rubén entre carcajadas mientras se sentaba en el sofá.
-Yo quéh se... peroh daba miedo- dijo simulando un escalofrío. Se sentó al lado de Rubén y lo miró tiernamente. Tenía los ojos cerrados y su cabeza estaba echada para atrás, apoyándola en el respaldo del sofá. Respiraba lento y calmado, parecía dormido hasta que abrió los ojos en dirección a Mangel.
-¿Qué tanto miras?- le preguntó un poco sonrojado.
-A ti...- dijo acercándose peligrosamente.
-N-no me digas- trató de bromear, pero su nerviosismo le hacía ver más vulnerable.
-Te amoh Rubén- le dijo seriamente mirándolo a los ojos.
-¿P-por que m-me dices e-eso ahora?- tartamudeó poniéndose completamente rojo.
-Te lo diréh hasta que te entreh en tu cabezota- sonrió tocando su frente con la de Rubén. El castaño tragó saliva, sabía que Mangel lo quería, pero cuando se lo decía no podía evitar sonrojarse y ponerse nervioso. Agregando a eso que lo llamaba por su nombre... su piel se ponía de gallina. Se apartó un poco con un movimiento lento, pero algo brusco, haciendo que hiciera una mueca de dolor.
-¿Rubiuh?- preguntó Mangel preocupado al ver su rostro.
-Estoy bien- sonrió a pesar de que el dolor no cesaba.
-Vale... ¿Vamoh a la cama?- propuso aún dudando por la mueca repentina de Rubén.
-Si- contestó levantándose con dificultad. ¿Por que de pronto le dolía todo el cuerpo?
-¿Seguroh que estáh bien?- volvió a preguntar al ver lo lento que caminaba.
-Si, si... es solo que estoy cansado- mintió con la intención de no preocupar más a Mangel.
-Vale, iré a ducharmeh... enseguida vueloh- le informó buscando algo de ropa.
Rubén se sentó en la cama aún con dolores y se recostó tratando de aliviarse. Miró el techo blanco como hipnotizado mientras respiraba entre cortadamente. ¿Por qué le ardía el cuerpo? No tenía sentido si hace unos segundo estaba bien. Se incorporó mejor y se acostó completamente dejando caer sus brazos a los costados, ocupando toda la cama. Sintió cómo el ruido del agua de la ducha paraba y como la puerta del baño se abría, dejando ver a Mangel con el pelo mojado y una toalla cubriéndole las partes bajas. Rubén se sonrojo violentamente sin poder apartar la vista. El pecho de Mangel estaba muy bien formado, nunca lo había visto semidesnudo, y vaya que era una gran vista.
-Ponte algo de ropa- lo regañó saliendo de su trance y desviando su mirada.
-¿Por quéh?- preguntó Mangel sin mirarlo, pero sabiendo perfectamente que Rubén lo miraba a él.
-Pues no se... ¡Me incomoda!- grito como si fuera algo obvio. Mangel comenzó a reír y se colocó una remera, unos boxers y un pantalón cómodo. Rubén se había tapado hasta la cabeza para no mirarlo mientras se cambiaba, pero una pequeña parte de él desearía no hacerlo. Sintió como Mangel se adentraba en las sábanas y lo abrazaba por la espalda.
-¿Tu no váh a bañarte?- le preguntó apretándolo más a él.
-S-si me su-ueltas puede que lo haga- respondió con los nervios al máximo. Mangel sonrió suspirando y lo liberó. Rubén se se sentó en la cama para luego pararse tambaleando un poco, el dolor no desaparecía. Caminó con dificultad hasta el baño y se percató de que no tenía ropa.
-Oye Mangel- lo llamó desde el baño- ¿Tienes ropa que me prestes?
-Ahora te llevoh- le dijo saliendo de las sábanas para buscar en su armario algo que le quedara bien. Había olvidado que Rubén había vendido todo, hasta su ropa, para "pagarle" las cosas que había hecho por él. Suspiro negando con la cabeza. Debían ir a comprar ropa nueva, no podía pasarse toda la vida con sus prendas. Consiguió un conjunto que parecía ser de su tamaño y se lo llevó al baño, tocó la puerta que estaba cerrada y vio como se abría un poco dejando ver una mano solamente.
-¿No puedoh pasar?- preguntó divertido.
-E-es mejor que no lo hagas- respondió Rubén tratando de que su voz sonara normal- Joder- no pudo evitar quejarse al sentir un dolor agudo en su espalda.
-¿Que pasah?- dijo Mangel más serio empujando la puerta y encontrándose a Rubén completamente adolorido.
-N-no me veas- lo regaño débilmente tratando de tapar su cuerpo desnudo de la cintura para arriba, lleno de cortaduras abiertas. No se había dado cuenta, pero había hecho mucha fuerza al cargar a Mangel, y también cuando corrieron de regreso al departamento, lo que hizo que sus lastimaduras que trataban de sanar se abrieran. Eso era lo que le causaba el dolor.
-Joder... traeréh el botiquin- dijo Mangel buscando en los cajones del baño.
-Yo me curo solo, no te preocupes- respondió tratando de detenerlo.
-¿Que no me preocupeh?- dijo Mangel con un tono algo cabreado.
-En serio estoy bien, solo se abrieron algunas heridas- le explicó suavemente. Mangel encontró el botiquín y antes de que pudiera abrirlo Rubén se lo quitó de las manos.
-Rubiuh...
-Lo haré yo solo- le interrumpió seguro de sus palabras. Mangel suspiró rendido y salió del baño con pesadez dejando solo al castaño. Tenía miedo de que se hiciera daño ahí adentro. ¿Tanto vergüenza tenía en que le viera desnudo? ¿No confiaba en él? Un poco cabizbajo se acostó nuevamente en la cama tapándose con las sábanas hasta la cabeza. ¿Sería posible que Rubén nunca se le entregara en cuerpo y alma? Si solo le daba vergüenza verlo desnudo, le era dificil imaginar a Rubén en una situación de sexo. Mangel lo anhelaba, pero si esto seguía así, era muy poco probable que algo cambiara. Cerró los ojos tratando de dormirse y alejar esos deprimentes pensamientos de su cabeza. Estaba dispuesto a esperar a Rubén todo lo que hiciera falta, pero le daba miedo que la espera nunca terminara. Suspiró frustrado sin conciliar el sueño y abrió los ojos. Escuchó la puerta del baño abrirse seguido de los pasos lentos del castaño. Al sentir un peso al lado de la cama cerró rápidamente los ojos haciéndose el dormido.
-¿Mangel? ¿Estas despierto?- preguntó Rubén en un susurró. Al no obtener respuesta suspiró y apagó la luz. Mangel que seguía con los ojos cerrado sintió de pronto unos suaves labios en su mejilla.
-Yo también te amo- le dijo Rubén luego de dar ese tímido beso, sin percatarse de que Mangel estaba despierto. Se acomodó en su lado de la cama y apoyó su cabeza en la espalda de Mangel, cayendo en un profundo sueño. El morocho, que seguía sorprendido, sonrió de lado. Ese solo beso inocente le hizo entender que no necesitaba nada más. Aunque deseara a Rubén, el solo hecho de tenerlo a su lado ya era suficiente. Relajó sus párpados y con una sonrisa pintada en sus labios se durmió placenteramente.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora