Capítulo 48

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Aquella escena era verdaderamente hermosa a los ojos de Miguel. No podía evitar sonreír como un estúpido al ver a su madre y a su hermano aplaudir a su ruborizado novio luego de tocar la guitarra. Se sentía tan bien, tan completo y lleno de sentimientos cálidos. Si alguien lo viera ahora no dudaría en que ese morocho estaba enamorado, pero por suerte ahora toda la atención estaba puesta en el castaño de ojos verdes. Este por su parte se sentía extraño. Un sentimiento nuevo nacía en él, no sabía definirlo con palabras, pero se sentía dichoso de alguien que no fuera Mangel lo halagara y lo felicitara por su talento. Ese talento que él solo usaba como pasatiempo y una forma rápida de ganar dinero... aunque también era su pasión. Sentía felicidad y emoción al ver a Emma aplaudir, recordando por momentos a su madre. Solo la recordaba aplaudiéndole y felicitándolo, pero no recordaba su rostro ni su voz, lo que lo hacía entristecer por unos cortos lapsos de segundos. Ahora prácticamente era parte de la familia de Mangel. ¿Familia? ¿En verdad ahora tenía una familia? Después de tanto sufrimiento, dolor, soledad y tristeza... ¿el sol al fin reflejaba sus cálidos rayos en el rostro de Rubén? Al parecer eso era así. Al parecer todo estaba saliendo bien.
Pero en medio de la luz siempre hay oscuridad. Aunque sea casi invisible, siempre existe un punto negro en el resplandor. Lastimosamente sin oscuridad no puede haber luz, por lo que las sombras siempre estarán presentes.
Enojo, venganza, odio, rechazo. ¿Un solo hombre podía soportar todo eso sin hacer absolutamente nada al respecto? No... aquel hombre que los espiaba con binoculares al lo lejos, sabía que por mucho que su corazón le digiera que no era lo correcto, no podía dar marcha atrás... todo estaba listo. Solo debía esperar el momento. El momento de arruinar la vida de ese joven que había acabado con la vitalidad de su querida Amanda.
-Solo espera...- susurró observando toda esa felicidad que ansiaba destruir de una vez por todas.

-¡Hoy cenaremos en "Clara's"- propuso Emma emocionada.
-¿Clara's?- preguntó Rubén mirando a Mangel.
-Era el restaurante de mi abuela, ¿recuerdas cuando te hablé de que ella intentó que yo fuera un chef?- explicó Mangel. Habían hablado, y decidieron que lo mejor sería que frente a su madre, no hablara con su acento. No quería que le preguntara el por qué de su cambio repentino. Le explicaría... pero en un futuro cercano.
-¡Cierto! Lo había olvidado.
-Dios tengo tantas ganas de ir a comer a ese lugar- suspiró Kevin haciendo que todos rieran.
-Aún faltan unas horas para eso Kevin, mientras... ¿por qué no van a cabalgar un rato eh?- dijo ella mirando el hermoso día que hacía afuera.
-¡Qué buena idea! ¡Iré a preparar los caballos!- gritó el menor emocionado saliendo a toda prisa hacia los establos. Rubén rió y negó divertido. Kevin parecía un niño aveces.
-Mamá...- dijo Mangel seriamente. Al castaño se le erizo la piel al escucharlo tan firme. ¿Acaso... le diría sobre...?
-Dime hijo.
No, no, no... no sabía como detener a Mangel. ¡Aún no podían decirle! ¡Habían hablado y dijeron que esperarían! ¿Por qué de repente se lo iba a decir?
-Papá no vendrá esta noche ¿cierto?- preguntó con el ceño fruncido. Rubén pudo exhalar todo el aire que había retenido. Vale.. que era solo eso. Ya estaba siendo un poco paranoico con todo el asunto.
-Sabes que tiene mucho trabajo hijo...
-¿Acaso el trabajo es más importante que la familia? Mírense mamá, están rodeados de riquezas. Yo no veo necesario que trabaje.
-Miguel- se quejó su madre desviando su mirada hacia el castaño.
-Tienes razón... perdona tu no tienes que ver en esto- se disculpó con Rubén.
-E-esta bien- aceptó un poco nervioso. Le daba curiosidad el padre de Mangel. Al parecer eran un hombre muy estricto, lo que lo asustaba un poco.
-Ya... vayan a cabalgar... luego hablaré contigo- dijo Emma con una sonrisa triste.
-Esta bien- suspiró Mangel comenzando a caminar hacia la salida. Rubén lo siguió por detrás sin decir palabra. No entendía por qué Mangel estaba tan enojado por la ausencia de su padre. Entendía que él quería que lo conociera, pero no era como si le fueran a decir que eran pareja ¿cierto? Aún no tenía planeado ceder ante esa idea.
-¡Ey! ¡Tortolitos!- grito Kevin al ver como ingresaban al establo.
-Gilipollas te pueden escuchar- reprochó Mangel
-Wow- se sorprendió Rubius al ver los inmensos pura sangre que Kevin preparaba- y-yo no se montar a caballo.
-Lo supuse... así que será mejor que vayas con Miguel
-Esta bien- sonrió mirando un caballo totalmente negro con una larga mancha blanca en su cabeza- me gusta ese caballo
-Es Abigail- respondió Kevin- iría con ella pero últimamente ha estado enferma- siguió con un poco de tristeza en su rostro.
-Siempreh se pone así cuandoh llega el invierno Kevin, no te preocupeh- dijo Mangel tratando de calmarlo. Él sabía la historia y el apego que tenía con esa yegua. Un fuerte lazo los unía.
-No lo se... creo que esta vez... no lo se.
Rubén notó la angustia que demostraba Kevin y se entristeció un poco. Realmente era un bello caballo. Se acercó a este y acarició su cabeza sintiendo como temblaba un poco. Parecía asustado e inquieto, tal como era él hace unos años. Cuando sus padres le explicaron sobre su enfermedad y él no tenía idea de cómo reaccionar frente a eso. Tenía tanto miedo de lo que pudiera pasarle, de lo que pudiera hacer. Ahora miraba a Abigail a los ojos. Esos ojos completamente negros que parecían cansados, pero satisfechos. Como si aceptara que no le quedaba mucho. Podía ver su propio reflejo en ellos. Sonrió de manera triste acariciándola por última vez y se dio la vuelta para ver que hacían los dos hermanos. Se sorprendió al ver que ambos lo miraban a él, Mangel con cansancio, porque sabía perfectamente el destino que le deparaba a ese caballo y Kevin, con una sonrisa forzada, como si tratara de ocultar lo evidente. Hasta Rubén se había dado cuenta del futuro de la yegua.
-¿V-vamos ya?- preguntó el castaño tratando de romper la tensión que volaba en el aire.
-Si vamos...- accedió Kevin sacando dos caballos. Uno era marrón con pequeñas marcas blancas en su cabello y el otro era blanco con algunas manchas negras en sus piernas.
-Ustedes tomen a Thor, es más fuerte los soportará a ambos- dijo acercándole a Mangel el caballo de pelo castaño.
-Ehta bien- aceptó Mangel agarrando las riendas que sujetaban al pura sangre.
-Es gigante- se sorprendió Rubén recorriendo con su mirada los fuertes músculos del animal.
-Si pero no teh austeh, ven- dijo llamándolo para que se aproximara. El castaño un poco dudoso se acercó hasta quedar a un costado del caballo, observó como Mangel le indicaba que pusiera un pie en una pequeña abertura que caía de la montura.
-Bien, ahorah debes impulsarte hacia el otro ladoh, yo te ayudaré.
-Esta bien...
-Uno, doh, treh- dijo empujando a Rubén para que pudiera sentarse en la montura. El castaño vaciló un poco pero finalmente pudo sentarse en el animal. Ahora veía todo desde una perspectiva poderosa. La altura del animal le hacía sentir grande y confiado, como si nada pudiera derribarlo. Sintió como Mangel se colocaba delante de él en el caballo y agarraba las riendas con firmeza.
-¿Todo bien por ahí atráh?- preguntó sonriéndole. Rubén asintió feliz y rodeo al morocho con sus brazos agarrándolo por la cintura y apoyando su cabeza en su espalda.
-Se siente bien- susurró mirando todo desde una nueva altura.
-Puedes mostrarle el lugar si quieres, yo iré a dar una vuelta al pueblo- dijo Kevin dirigiéndose a Mangel.
-¿No vieneh con nosotroh?
-No... debo comprar algunas cosas y además quiero un tiempo a solas.
-Ehta bien- dijo haciendo que el caballo comenzara a caminar un poco.
-Nos vemos luego Kevin- se despidió el castaño sonriéndole.
-¡Suerte!
Mangel guiaba a Thor por el pequeño campo que pertenecía a su padre. La mayoría de las hectáreas que cubrían la zona eran de la propiedad de los Rogel, pero él no estaba interesado en heredarlas, por lo que había cedido a que se las dieran a Kevin.
-Me gusta mucho el olor a aire puro- comentó Rubén rompiendo el silencio.
-A mi también, es relajanteh... ¡Tengoh una idea!- exclamó de repente haciendo que el caballo se diera la vuelta.
-¿Que pasa?
-Te llevaré a un lugah donde solía ir de niñoh- explicó agitando las riendas para que Thor comenzará a trotar. Sintió como Rubén apretaba más su cintura y sonrió.
-No tengah miedo, no dejaré que te caigah- lo tranquilizó.
-Se que no lo harás- contestó Rubén un poco ruborizado.
Estuvieron cabalgando un rato hasta que llegaron a un pequeño jardín lleno de pequeñas flores amarillas. A un costado se encontraba un árbol con una goma de auto atada por una soga conectándolo a una rama. Rubén sonrió al ver el lugar, era pequeño pero acogedor y estaba escondido por altos arbustos.
-Bienvenido a mi lugah secreto- bromeó Mangel bajando del caballo para luego ayudar al castaño.
-¿Secreto?- preguntó Rubén arqueando una ceja.
-Solo tu y mamá saben de este lugah.
Ambos se sentaron en el verde pasto apoyándose en el árbol bajo su sombra.
-Solíah venir aquí cuando me enojabah con mis padres, con mi padreh más específicamente.
Rubén lo miró por unos segundo y desvió la mirada, tal vez era el momento perfecto para preguntarle.
-¿Cómo es tu padre?- se arriesgó. La curiosidad lo estaba matando.
-¿Por quéh preguntas?
-No se... al parecer no podré conocerlo hoy así que pensaba que tal vez podrías describírmelo un poco...
-La verdad es que no me apeteceh hablar de él ahorah. Estoy algo enojadoh por su ausenciah.
-¿Por que?- preguntó arrancando una pequeña flor amarilla.
-Siempre hiceh lo que me pidió. Fueron pocas las veceh que le cotradije algo. Esas pocas veceh eran en las que venía aquí y me sentaba a pensah. A pensah en por qué mi padre no me quería como los padres de mis amigoh. Era un niño... simplemente no entendíah. Mi madre aveceh me consolaba y otras veceh me dejaba aquí solo. Pero no por mala, sino que comprendíah que necesitaba un tiempo a solas. Ella es buena, solo que sus idealeh son algo conservadoreh. Estoy enojado porque a pesar de que cumplí casi todoh los caprichos de mi padre, él no es capaz de hacer un tiempo para mi. No recuerdo la última vez que estuvimos juntos más de 10 minutos- explicó mirando al cielo. Rubén sintió un poco de pena por Mangel.
-En eso tenemos algo en común- dijo captando la curiosidad de Mangel- mis padres eran muy cariñosos conmigo, pero todo se fue a la mierda cuando me diagnosticaron trastorno bipolar. Casi no tenían tiempo para mi, porque iban de acá para allá, comprando medicamentos, sacando turnos para los psicólogos, chequeando mi salud cada cierto tiempo... es irónico, hacían todo eso por mi, pero al final siempre estaba solo en esa enorme casa. Yo sabía que lo hacían con buenas intenciones, por eso nunca les reproché aquello.... pero luego...
Mangel notó como el castaño se perdía en sus pensamientos.
-¿Luegoh?
-Luego... luego todo empeoró- dijo recordando esos días de peleas entre sus padres.
-¿Qué fue lo que pasóh?
-La vida, eso fue lo que paso. Mis padres envejecieron y se cansaron de mi, es normal. Nadie puede soportar a un crío caprichoso y cambiante.
-Rubiuh eso no eh...
-Mi padre se separó de mi madre. La dejó a mi cargo y se fue. Así como si nada, me dejó solo. Todo lo que me dijo, de que me amaba, y que me quería por como era... eran puras mentiras vacías. Lo odio tanto- confesó con furia apretando los puños.
-Rubiuh, cálmate, estoy seguroh que debió haber otra razón- dijo este poniendo su mano en el hombro de Rubén.
-Si... había otra razón. Había otra mujer.
Mangel quedó sin palabras. No podía creer que aquel hombre fuera tan frío. Ahora su padre parecía un ángel comparado con el de Rubén.
-Lo siento Rubiuh.
-No importa. Ya di vuelta a esa página.
-¿Y... qué paso con él?
Lo maté. Eso fue lo que paso por la mente del castaño. Pero no podía decirle eso. Si lo hacía perdería a Mangel para siempre.
-Lo asesinaron- contestó luego de meditarlo un tiempo.
-¿Q-quéh? ¿Q-quién?- preguntó sorprendido.
-No me interesa- respondió de manera fría. Mangel estaba en shock cuando un leve recuerdo le paso por la mente. A unos día de llegar al pueblo había visto una noticia en la televisión. Una noticia en memoria a la familia de un tal Doblas. Entonces esa noticia era del padre de Rubén y de su amante. No podía creerlo. Alguien había asesinado a su padre y a la familia de este sin piedad. ¿Por que Rubén tenía que soportar todo esto? ¿Por qué todas las desgracias le ocurrían a él?
-¿Mangel?- preguntó el castaño al verlo con los ojos cristalizados.
-P-perdonah... yo te aburro con mi estupideceh cuando tu historia en mil veceh peor que la mía. Soy un tontoh- se disculpó avergonzado.
-Pero tu no tienes la culpa de nada Mangel- dijo acercándose a él y apoyando su cabeza en su hombro- simplemente pasó lo que tenía que pasar y ya... no le des vueltas a eso- dijo no muy convencido de sus propias palabras.
Se quedaron un rato en silencio mirando la nada y respirando lentamente. El lugar era un verdadero espacio pacífico. Podías aclarar tu mente de manera tranquila. Rubén amaba los lugares tranquilos al igual que Mangel. Le encantaba estar así, junto a él. Solo los dos sin preocupaciones por unos cortos minutos.
-Deberíamoh volver, está oscureciendoh- propuso Mangel levantándose del suave césped.
-Vale...- contestó Rubén repitiendo su acción.
-Pero anteh- dijo el morocho acercándose a Rubius y plantándole un rápido beso en los labios haciendo que este se sonrojara- listoh- dijo sonriendo satisfecho por su travesura.
-G-gilipollas- lo insultó por haber hecho eso sin avisar. Aún le costaba acostumbrarse a esas pequeñas muestras de amor que le ofrecía Mangel. No terminaba de sentirse cómodo, pero aún así le gustaba. Sonrió de lado y se posicionó para montarse en Thor.

Al llegar a la casa divisaron a un hombre frente a la puerta. Estaba a punto de tocar hasta que los vio bajarse del caballo.
-¿Se le ofrece algo?- preguntó Mangel omitiendo su acento.
-Entrega para... ¿Miguel Ángel Rogel?
-Soy yo...
El hombre le entregó una caja rectangular a Mangel y luego le hizo firmar unos papeles, despidiéndose de ambos retomó su camino.
-¿Qué es?- preguntó Rubén curioso.
-Es tuyoh- le dijo este dándole la caja- ábreloh.
Rubén emocionado abrió la caja encontrándose con un elegante traje azul marino en su interior. Abrió los ojos como platos y negó con la cabeza.
-No puedo...
-Claro que puedeh. Es tuyoh. Esta mañana fuimoh a hacerte las medidas a Mr.Man Clothes para este traje, así que solo te quedaráh a ti. Podráh usarlo esta noche y en la bodah de París.
Rubén sonrió mostrando sus dientes. Miró a Mangel y se ruborizó. Debía hacer algo para devolverle todo esto. Todos estos detalles que le hacían sentir especial. Tenía que demostrarle que él también lo amaba. ¿Pero cómo?
-Gracias... me siento como un niño en navidad.
Mangel comenzó a reír y llevó a Rubén hacia la casa ya que el frío comenzaba a calarle los huesos. Al entrar miraron como Emma salía disparada en su dirección.
-¡Santo dios estaba preocupada! Pensé que les había pasado algo, ya es muy tarde.
-Perdón mamá, se nos pasaron las horas.
-¿Y Kevin?- preguntó ella.
-Dijo que se iba por su cuenta... ¿no ha vuelto?- preguntó Rubén confundido.
-Dios... dónde estará ese mocoso- dijo ella molesta.
-Tranquila mamá, de seguro falta poco para que...- un grito agudo hizo que Mangel parara de hablar. Los tres se miraron inquietos al reconocer ese grito que se escuchó a lo lejos. Era de Kevin. Rápidamente comenzaron a buscarlo por todo el jardín que rodeaba la casa. Al parecer el grito provenía de afuera. Otro grito se escuchó y pudieron orientarse mejor.
-¡Kevin!- gritó Mangel dirigiéndose hacia los establos seguido de Rubén y Emma. Al entrar quedaron paralizados. Kevin estaba llorando desconsolado sobre su yegua que yacía acostada en el suelo del establo. Golpeaba una y otra vez sus alrededores mientras se aferraba a aquel animal sin vida.
-Kevin cariño...
-¡Váyanse!- gritó enojado sin dejar de sollozar.
Mangel le dijo a su madre que se fuera junto a Rubén, que miraba con pena aquella escena. Ambos obedecieron y lo dejaron solo con su hermano. Mangel se acercó a él y se agachó rodeándolo con sus brazos, abrazándolo fuertemente. Kevin no dejaba de temblar y había aceptado el abrazo de su hermano con furia mientras seguía llorando.
-S-sabía que esto pasaría pero... no tan pronto- explicó como pudo con la voz quebrada.
-Tranquiloh, ella está mejor ahorah- trató de consolarlo.
-La... encontré... así cuando llegué- decía entre cortadamente.
-Ehta bien Kevin, no tieneh que decir nadah...
-Abigail- susurró teniendo leves convulsiones en los brazos de Mangel. Este solo lo apretó y miró tristemente a la yegua, recordando todo lo que ese simple animal había hecho por su hermano.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora