Capítulo 45

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-Rubiuh, Rubiuh despierta.
Rubén abrió los ojos lentamente encontrándose con el rostro de Mangel que lo miraba con una sonrisa.
-¿Qué pasa?- preguntó incorporándose en su asiento y mirando a su alrededor. Había olvidado que estaban en un tren.
-Ya llegamoh- le explicó sin quitar su sonrisa. Rubén abrió los ojos como platos y miró por la ventanilla. Estaban ya en la estación de Algarinejo.
-Joder que rápido- dijo sorprendido, al final pudo dormir todo el viaje.
-Ven, ayúdameh a bajar las maletas- respondió parándose de su asiento.
Rubén se paró a su lado y ambos sacaron las maletas del compartimiento de arriba para luego comenzar a caminar por el pasillo del tren en dirección a su salida. En el momento que Rubén piso el pavimento de la estación se sintió algo aliviado. Al fin salían de ese tren que le causaba un poco de claustrofobia. Miró a su alrededor explorando con sus ojos todo el entorno. Era raro para él ver a tanta gente desconocida junta ya que en el pueblo generalmente conocía los rostros de todos sus vecinos. Se puso feliz al ver que ninguna mirada extraña se posaba en él, obviamente nadie lo juzgaría.
-¿Estah bien?- preguntó Mangel al verlo tan distraído.
- Si, si. ¿Iremos en taxi hasta tu casa?
-No, el chofer de nuestra familiah vendrá a buscarnoh.
-¿Tienes chofer?- preguntó Rubius sorprendido.
-Claroh, Sebastian es nuestroh conductor y un gran amigoh. Puedes confiar en él- contestó Mangel buscándolo con la mirada.
Rubén se sorprendió al escuchar esa anécdota. ¿Acaso Mangel era rico o algo por el estilo?
-¡Mira ahí estah!- exclamó Mangel emocionado. El castaño dirigió sus ojos al sujeto que señalaba Mangel y volvió a sorprenderse. Era un hombre de edad, con un bigote blanco al igual que el poco pelo que tenía en su cabeza. Tenía puestos unos anteojos circulares y un traje negro que lo hacía ver elegante. Detrás de él, un coche impecable y blanco los esperaba con sus puertas abiertas. Rubén seguía con los ojos como platos, nunca había visto tanto lujo junto.
-¿Que esperah? No seas tímidoh- rió el morocho al ver su cara de sorpresa. Agarró a Rubén de la mano y lo condujo hasta llegar cerca del coche.
-Señor Miguel, tanto tiempo- dijo el hombre a modo de saludo.
-¿Señor Miguel?- susurró Rubén conteniendo la risa.
-¡Sebastian! ¿Cómo estas?- preguntó Mangel abrazándolo amistosamente. Rubén notó que había dejado de hablar con su peculiar acento- ¡Oh! Los presento- dijo separándose del abrazo- Sebastian, él es Rubén Doblas, es un buen amigo mío.
-U-un g-gusto conocerlo señor- dijo con dificultad estirando su mano en forma de saludo. Observó como Sebastian lo miro de arriba a abajo como evaluándolo, lo cual lo puso terriblemente nervioso, y finalmente estrechó su mano.
-Soy Sebastian, amigo del padre de Miguel y de toda su familia, un gusto conocerlo joven Doblas- habló sonriendo de forma amistosa.
-P-por favor, d-dígame Rubén- tartamudeó sin poder evitarlo. Realmente le costaba hablar con desconocidos.
-¡Bien! ¿Qué estamos esperando? ¡Vamos!- sonrió Mangel agarrando a Rubén y sentándolo dentro del coche a la fuerza. Rubius rió un poco por el entusiasmo de Mangel y se abrochó el cinturón negando divertido. Observó el auto con detalle. Si por fuera era brillante y limpio, por dentro parecía sacado de una película. Los asientos eran de un tono gris claro al igual que la parte interna de las puertas. Todo olía a nuevo, era un aroma que Rubén nunca había olfateado, y era muy agradable. Finalmente Sebastian se sentó al frente del coche y todas las puertas se cerraron automáticamente.
-Wow- se asombró Rubius al ver como salía una pequeña pantalla del techo que antes no había visto.
-¿Iremos a algún lugar antes que a su casa señor Miguel?- preguntó Sebastian sin quitar su vista del frente.
-Si Sebastian, a Mr.Man Clothes- respondió Mangel de manera segura.
-¿Mr qué?- exclamó Rubén extrañado.
-Es un local de ropa, te compraremos un traje- explicó
-P-pero no tengo dinero.
-¿Quién dijo que tu pagarías?
-Mangel, no puedo dejar que lo pagues- dijo en un susurro para que Sebastian no escuchara.
-Por favor Rubius, acéptalo como un regalo de mi parte- le dijo sonriendo. Rubén negó con la cabeza y se rindió. No tenía caso pelear con Mangel, después se lo pagaría de alguna forma. Se dedicó a mirar por la ventanilla, se notaba que estaban en el centro de Algarinejo, las calles estaban transitadas y había locales por todos lados, sentía que estaba fuera de lugar.
-¿Se le antoja algún tipo de música?- preguntó Sebastian mirando por el retrovisor a Rubén. Este al ver su mirada en él se puso nervioso y negó con sus manos de manera graciosa.
-Algo de electro no estaría mal Sebastian- sugirió Mangel con una sonrisa.
-¿Te gusta el electro?- preguntó Rubén extrañado.
-¿A ti no?
-B-bueno, prefiero algo más tranquilo- contestó nervioso.
-Entonces se lo diré...
-¡No, espera! E-esta bien. Escucha lo que tu quieras.
Mangel sonrió y despeinó su cabello. Se notaba a kilómetros que el castaño estaba terriblemente nervioso. Comenzaron a escuchar la música que había puesto Sebastian y Mangel comenzó a bailar en su lugar de manera graciosa, haciendo que Rubén comenzara a reír dejando de lado un poco su nerviosismo. Lo que ellos no notaban es que Sebastian los miraba de reojo por el retrovisor.
-Hemos llegado- dijo estacionando el auto.
-No tardaremos Sebastian- contestó Mangel saliendo del auto arrastrando consigo a Rubén. Ambos entraron al local y el castaño abrió los ojos al máximo. Más que un local, parecía un hotel. Todo era tan lujoso, las paredes tenían detalles sutiles en sus columnas, el piso era transparente y podías ver debajo de este como algunos peces de colores se movían en una pecera gigante que actuaba como suelo. Las personas que estaban en el local parecían hombres realmente ricos al igual que los empleados.
-¿En qué les puedo ayudar?- preguntó una dama vestida con un hermoso vestido color verde agua que se acomodaba perfectamente a su cuerpo delgado. Su cabello era rubio y ondulado y sus ojos eran de un color celeste oscuro casi azul. Era realmente hermosa. Era como si todo en ese lugar fuera de un cuento de hadas.
-Buen día, queríamos comprar un traje para mi amigo- explicó Mangel de manera elegante. A los ojos del castaño ese Mangel era completamente desconocido.
-Esta bien, síganme y tomaremos las medidas- dijo comenzando a caminar por un salón amplio. Ambos la siguieron hasta unos probadores y luego le indicaron a Rubén que se parara sobre un pequeño relieve circular. Él, un poco inseguro, obedeció y al instante un montón de empleados comenzaron a tomarle las medidas de su cuerpo, haciéndolo sentir un poco incómodo.
-Bueno, con eso es suficiente. En unas horas el traje estará listo- dijo la misma dama que los había atendido.
-¿Podría mandarlo a esta dirección?- preguntó Mangel acercándole una tarjeta con sus datos.
-¡Oh! Por supuesto no sabía que era un Rogel, discúlpeme- dijo al ver la tarjeta. Rubén se sorprendió. ¿Acaso Mangel era famoso?
-No se preocupe señorita, muchas gracias por todo- agradeció formalmente con una sonrisa sincera. Rubén observó como la muchacha se sonrojaba levemente. Suspiró de manera molesta. ¿Por qué Mangel era tan amable con ella?
-Si necesita algo no dude en llamarme- coqueteó estirando su tarjeta hacia Mangel.
-Lo tendré en cuenta- contestó recibiendo su número. Eso fue el colmo para Rubén. Agarró a Miguel de la mano y comenzó a arrastrarlo hacia afuera.
-¡Ey ey espera!- lo detuvo Mangel confundido.
-¿Y eso que fue eh?- preguntó el castaño molesto.
-¿Qué cosa?
-¿Acaso conoces a esa mujer? Porque parecía que se llevaban muy bien.
-¿Estas celoso?- exclamó sorprendido. Rubén no contestó, solo se dio la vuelta y lo ignoro. Mangel negó divertido y se acercó a él dándole la vuelta para luego darle un rápido beso en los labios haciendo que Rubius se sonrojaran violentamente.
-¿Q-qué haces gilipollas? nos van a ver- lo retó mirando para todos lados.
-No te preocupes, aquí no hay nadie que me conozca- dijo seguro.
-¿Por qué ya no hablas con tu acento?- preguntó curioso.
-¡Señor Miguel!- grito Sebastian acercándose a ellos.
-Vámonos ya es tarde- suspiró Mangel caminado hacia el chofer. Ambos se dirigieron al coche y subieron para emprender el camino hacia la casa de los padres del morocho.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora