Unos potentes rayos de luz encandilaron los ojos cerrados de Mangel, que pasaron a estar abiertos unos minutos después. En ese instante agradeció la vista que tenía, parecía ser un cuadro. Rubén dormía armoniosamente a su lado, todo su rostro estaba completamente relajado y podía apreciar de cerca las bellas imperfecciones que lo decoraban. Sus párpados lisos caían sobre sus ojos ocultos, en la línea final podía ver pequeñas y despeinadas pestañas oscuras. Sus labios, un poco entre abiertos, dejaban salir pequeños suspiros cansados y detrás de su cuerpo podía apreciarse la Torre Eiffel asomada en la puerta ventana. "Soy el hombre más afortunado de la tierra" eso fue lo que pensó el inocente Mangel, luchando contra su voluntad para no besar esos labios tan apetecibles. Se removió en las pálidas sábanas y ladeó su cabeza para poder apreciar mejor el rostro de su novio dormido. Se veía tan relajado, tan angelical. Como si estuviera sumido en un profundo hechizo de sueño. No pudo evitar ordenar unos cabellos que yacían en su frente. Los colocó delicadamente detrás de su oreja y luego deslizo sus dedos por la mejilla de Rubén. Su piel piel estaba fría y temblorosa. Le extrañaba aquello, después de todo estaban cubiertos con las tibias sabanas. ¿Por qué estaba tan frío y pálido? Siguió brindándole caricias a su rostro, delineando con su dedo índice, de vez en cuando, sus labios ahora cerrados. Sintió un temblor bajo sus caricias. El castaño ya no tenía una expresión relajada, su ceño se había fruncido abruptamente, arrugando sus párpados. Estaba mostrando una mueca de dolor.
-Rubiuh...- lo llamó Mangel preocupado. Debía estar teniendo otra de sus pesadillas- Rubiuh- repitió moviéndolo ligeramente por el hombro. Se asustó cuando divisó pequeñas lágrimas caer de los ojos fuertemente cerrados del castaño. Luego de unos minutos Rubén dejó ver sus perlas verdes, totalmente desorientadas y asustadas. Empañadas de lágrimas vacías.
-Rubiuh tranquilo- lo calmó como todas esas veces que soñaba, lo acurrucó en su cuerpo y acaricio su cabello.
-¿Mangel?- preguntó aún un poco desorientado.
-Si, estoy aquíh tranquilo- susurró sintiéndose como una clase de padre.
Rubén suspiró pesadamente relajándose en los protectores brazos del morocho. Estaba cansado, siempre tenía pesadillas de esa época horrible. Quería olvidarlo, debía olvidarlo. Pero era como si su subconsciente no le permitiera avanzar.
-Estoy bien Mangel- se separó un poco deprimido de él sentándose en la cama. Aunque había dormido, seguía sintiéndose cansado y ahora también de mal humor. Odiaba esas pesadillas. ¿Cómo podía hacer para controlar sus sueños?
-¿Te sienteh bien? Estas heladoh- dijo sentándose a su lado, buscando su mirada triste.
-La verdad es que me siento un poco enfermo...- confesó percatándose de la debilidad que poseía su cuerpo.
-Entonceh acuéstate y duerme un rato máh- le ordenó colocando una de sus manos en el pecho de Rubén, empujándolo suavemente en la cama.
-Ya no quiero dormir, si lo hago volveré a tener pesadillas- se quejó como un niño pequeño. Mangel volvió a acostarse a su lado y lo miró con ternura.
-Cierra los ojoh.
-¿Qué?- preguntó extrañado.
-Soy médico, tu cierra los ojoh, voy a darte un masajeh facial para que te relajes, trata de dormirte- explicó con un tono de voz propio de un doctor.
Rubén suspiro rendido y ocultó sus ojos respirando de manera clamada. Sentía su cuerpo frío y debilitado, pero no quería dormir. No quería volver a escuchar los gritos de su padre, los llantos de su madre, las llamas de fuego cubriendo aquella cabaña llena de inocentes. Estaba abatido. Sintió la yema del dedo de Mangel en su frente. Comenzó a tocar con suavidad, dibujando pequeños círculos y haciendo presión de vez en cuando. Daba golpecitos sobre las líneas de su frente, tratando de suavizarlas. Luego de un rato no eran solo las yemas de sus dedos. Toda la palma de sus manos comenzó a hacer presión en la frente del castaño, masajeándola y tocándola suavemente. Siguió repitiendo el proceso hasta que sintió que había tenido suficiente en esa zona. Con ambas manos acarició las mejillas de Rubén, deslizando las palmas de estas, primero en las sienes hasta llegar a su cuello.
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Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]
Fiksi PenggemarRubén sufre de una enfermedad que le hace actuar antes de pensar, de esa manera termina alejando a todos los que lo rodean... pero un médico llamado Miguel consigue acercarse a tal punto de sentir algo por él. Aunque lo que él no sabe es que Rubén o...