Capítulo 75

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Maratón 2/3:

Rubén repasó con la mirada la cafetería en la que se encontraban, tratando, claro, de esquivar los ojos claros de Emma.

El lugar parecía sacado de una película. Las ventanas de forma circular eran cubiertas por elegantes cortinas verdozas y finas de un material que el castaño no pudo identificar. Estas caían de manera elegante sobre el piso hecho de madera reluciente, como si acabaran de encerarlo. Las mesas, pequeñas y sin puntas, estaban decoradas por pequeños manteles que sin duda habían sido tejidos a mano por dedos habilidosos. Rubén estaba perdido en la elegancia del lugar, sintiéndose como una cucaracha en medio del más refinado plato.

Podía notar la tensión en el aire y es que las duras miradas entre su novio y su suegra no cesaban. Cómo desearía gritar Alguien hable por favor!", pero parecía que nadie escuchaba sus exclamaciones internas.

-¿Qué van a tomar?- a Rubén le dieron terribles ganas de abrazar a aquel mozo que había roto al fin el denso silencio.

-Un Caffè Doppio por favor- musitó Emma devolviendo la carta, mostrando una perfecta pronunciación italiana que sorprendió a Rubén.

-Carajillo- pidió el morocho secamente desconcertando una vez más al castaño. ¿De dónde conocían tantos tipos de café?

-U-un Café cortado- tartamudeó Rubén algo avergonzado al solo conocer ese tipo de café de entre todo el complicado menú.

-Muy bien, enseguida regreso- y los gritos en el interior de Rubén, comenzáron a suplicarle al mozo que no lo dejara solo otra vez en aquel incómodo silencio. Pero obviamente, el sujeto no lo escuchó.

-¿Y bien?- se cruzó de brazos Miguel inpaciente. Solo quería salir de ese lugar.

-Quiero que me expliquen la relación que existe entre ustedes dos, sin que tu padre interfiera- expuso sosteniéndo la oscura mirada de su hijo.

-Primero, ese sujetoh ya no eh mi padre, y segundo, creo que se los dejé muy claroh. Rubén eh mi novio- aseguró con dureza.

-¿Eso es cierto Rubén?- preguntó la morocha ahora mirando seriamente al castaño, que por un momento pensó en decir que todo era una broma, que había sido una equivocación, que solo eran buenos amigos. Pero eso, claramente no era cierto, y ya no tenía intenciones de ocultar esa verdad que le impedía poder estar con Miguel, el cual lo miraba expectante, rezando en su interior que no se hechara para atrás.

-Así es. Somos pareja desde hace unos cuántos meses- aceptó mirando directamente a Emma, la cual pensaba que esos ojos verdes escondían algo.

-¿Qué quieres de mi hijo?

-Mamá.- le interrumpió Miguel frunciendo el ceño y apretando sus puños debajo de la mesa, tratando de controlarse para no armar una escena en público.

-Solo le pregunté que quiere de ti, no te metas- volvió a hablar Emma seriamente.

En ese momento, el mozo volvió a aparecer con los pedidos, y esta vez, Rubén sintió ganas de besarlo por haber cortado tal tensión. Ya sentía que no podía respirar, y su corazón latía demasiado apresurado como para poder dejar quieta su pierna nerviosa. A medida que el sujeto vestido elegantemente dejaba y acomodaba las tazas y cucharas sobre la mesa, Rubén pensaba en una respuesta.

-¿Qué quieres de mi hijo?

¿Qué quería de Miguel?

¿Acaso no era obvio lo que quería?

-Que lo disfruten- concedió el mozo amablemente para acto seguido, alejarse con la bandeja de plata aún en su mano. Emma abrió un paquetito de azucar y vertió el contenido en su café, revolviendo después la solución con la pequeña cucharita de metal.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora