Capítulo 36

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Rubén se había quedado dormido sobre el pecho de Mangel, el cual miraba por la ventanilla del taxi que los llevaba a su departamento. Pensaba en todo lo que había pasado, desde que lo conoció ese día en la plaza hasta cuando se había quejado del dolor en el momento que lo subieron al taxi. No podía caminar. Las cortaduras le dolían tanto cuando usaba sus extremidades que debía permanecer quieto. Mangel sabía que aquello sería un reto, pero como siempre mantendría la cabeza en alto y pisaría cualquier obstáculo. Observó cómo Rubén respiraba tranquilamente con los ojos cerrados. Jamás pensó que el ver respirar a alguien le haría sentir tan feliz. Le hacía feliz sentirlo con vida, a su lado, protegido. Llevó una mano a su cabello y comenzó a acariciarlo, aquello ya se le estaba haciendo costumbre. Rubius fruncio el ceño al sentir el contacto y abrió los ojos lentamente para encontrarse con Mangel haciéndole de almohada, estaban demasiado cerca para su gusto. Rápidamente se incorporo un poco avergonzado por la posición en la que estaban y no pudo evitar sentir un agudo dolor en sus lastimaduras, pero lo disimuló bastante bien. Miró por la ventanilla contraria con un leve rubor en sus mejillas. Para él toda esta situación era algo nueva. Recién había aprendido como debían comportarse los amigos... ¿y como debían comportarse los...? ¿Novios? ¿Eso es lo que eran? Se le hacía dificil descifrar esas cosas por su cuenta, pero no le quedaba de otra. La vergüenza lo superaba al hablar de "cosas amorosas" con Mangel, él no tenía tanta confianza como el morocho. Sintió como la mano de Mangel apretaba la suya e inevitablemente se giró para verlo. No lo miraba, solo seguía prestando atención al paisaje que se veía por la ventanilla, pero no soltaba su mano. Rubén sonrió y desvió nuevamente su mirada, apretando un poco el agarre de Mangel, consiguiendo que su rubor solo creciera.
Luego de llegar al departamento y pagarle al taxista, Mangel colocó al castaño con cuidado sobre la silla de ruedas para luego llevarlo al interior del edificio. Rubén se sentía un poco ridículo siendo empujado por Mangel, pero no podía quejarse. Después de todo él mismo fue el que se hizo daño, ahora debía quedarse callado y aguantar el dolor. Habían estado en silencio todo el trayecto desde el hospital y eso comenzaba a incomodar a Rubius. ¿Había hecho algo mal? ¿Mangel estaba enojado? ¿Por qué no le hablaba? ¿Ya no lo quería? Su cabeza lo torturaba con preguntas incoherentes que no era capaz de decir en voz alta. Finalmente entraron al departamento. Mangel sacó a Rubén de la silla de ruedas y lo sentó en el sofá para que estuviera más cómodo. El castaño seguía nervioso porque el silencio aun no había sido roto, pero en el momento que Mangel se colocó frente a él en cuclillas para tenerlo cara a cara deseo que no digiera nada.
-Tenemoh que hablah- le dijo Mangel con un semblante serio. La sensación de nerviosismo que tenía Rubén se había triplicado haciéndole respirar con dificultad. "Por favor, que no me deje, por favor, que no me deje" era lo único que se le pasaba por la cabeza.
-¿De que?- preguntó tratando de parecer tranquilo, pero su voz había sonado completamente insegura.
-No te gustaráh hablar de estoh, pero es muy necesarioh- le informó imaginándose la reacción de Rubius.
-Ya dime- se impacientó moviendo su pierna nervioso.
-No reacciones mal, trata de permaneceh tranquiloh.
-¡Mierda Mangel si quieres dejarme solo dilo!- le grito escondiendo su rostro entre sus manos. No lo soportaría, ya no había vuelta atrás, no podía seguir sin Mangel a su lado.
-¿Pero de que cojoneh estah hablando?- se extraño Mangel.
-Se que soy molesto pero realmente pensé que sería diferente contigo, pensé que me soportarías más tiempo. Se que te causo problemas pero por favor dame una oportunidad. ¡Te prometo que tratare de ser mejor! ¡Te prometo que...!- no pudo terminar su oración ya que había sido inesperadamente callado por los labios de Mangel. Cada vez que sentía esos carnosos labios sobre los de él, el mundo le daba vueltas, se perdía en un mar de sensaciones y todo se movía en cámara lenta. Más cuando lo besaba inesperadamente. ¿Entonces... lo dejaría o no? Se separó de ese beso, rojo como un tomate sin comprender nada.
-Estoy confundido- dijo en un hilo de voz mirando al piso.
-¿Qué hagoh para que entiendas que jamas te dejaréh solo?- preguntó Mangel levantando su mentón. Aquella inseguridad que emanaba Rubius sería un problema en su relación, debía dejarle bien en claro sus sentimientos para que no hubiera riesgos de perderlo por una tontería. Rubén lo miro sintiéndose un estúpido. ¿Por qué dudaba tanto?
-No se que me pasa, simplemente no puedo evitar dudar...- le confesó apenado.
-Lo se, por eso te preguntoh... ¿Quéh puedo haceh para que esa duda salgah de tu mente y confíeh plenamente en mi?
-¡Confío en ti!
-¡Peroh no parece!- se alteró Mangel a lo cual Rubén se asustó. Pocas veces lo había visto nervioso.
-Lo siento- pronuncio el castaño bajando la cabeza nuevamente. Si seguían así lo perdería, estaba seguro.
-Se que no te gustah hablah de tu pasado, pero yo ya noh soy solo tu amigoh, ahora soy tu parejah y tus problemah son loh mioh- le explicó bajando su tono de voz a uno más suave y comprensivo. Rubén ya se había sacando una duda de la cabeza, eran pareja. Eso es lo que había dicho Mangel. Entonces iba en serio, no entendía como pudo dudar de él, tantas veces lo salvó, tantas veces lo consoló, lo cuidó, lo ayudo y lo amó. Se sentía muy tonto por dejar que sus dudas lo invadieran cuando la verdad estaba justo enfrente de él, agarrando su mano y aguantándolo a pesar de todo. Levantó su mirada y se encontró con los ojos profundos de Mangel. Tenía razón. Debía contarle algo de su pasado, tal vez no todo, pero estaba seguro de que Mangel se conformaría con una pequeña parte.
-¿Qué quieres saber?- le preguntó suspirando.
-Noh quiero que me cuenteh porque yo te lo digo, quiero que lo hagah cuando te nazca, quiero que sea por voluntah propia- aclaró Mangel. Tal vez estaba pidiendo demasiado, pero como bien había dicho hace tiempo Rubén, en una relación ambos debían poner de su parte.
-Esta bien, te contaré, pero no ahora.- respondió Rubén un poco avergonzado. Si podía postergarlo lo haría, realmente aquel tema lo ponía nervioso.
-Bien...- sonrió Mangel despeinado un poco su cabello para luego parase e ir a la cocina a preparar algo de comer.
Rubén había quedado pensativo en el sofá. ¿Sería capaz de confesarle a Mangel que había asesinado a una familia entera? ¿Y que uno de ellos había sido su propio padre? ¿Y que había sido la razón del divorcio de sus padres, la depresión de su madre? Recordar esos hecho le hacia simplemente sentirse miserable y mentiroso. ¿Cómo se lo diría a Mangel? ¿Cómo reaccionaria al saber esos pecados? Iba a dejarlo. Por más veces que le digiera que no sería así, ningún humano podría comprender las razones de sus actos. Ni él las comprendía. Pensando en eso solo logró deprimirse más, no podía decírselo, no soportaría otra perdida, por más egoísta que sonara.
-Puedeh prender el televisor para distraerte un ratoh- le dijo Mangel desde la cocina. Rubén asintió en silencio y buscó el control para encender el aparato. Ya no pensaría más en eso, desde ahora trataría de olvidar, pudo hacerlo antes, no tenía por qué ser diferente ahora.
Estaban dando una película de acción, nada interesante a los ojos de Rubén, pero ignorando eso trato de prestarle atención a la película para olvidar todo.
-Ya estáh la cenah- anunció Mangel entrando a la sala.
-Que rápido- contesto Rubén sin apartar sus ojos del televisor.
-Veoh que encontrasteh una película- sonrió al verlo tan metido en la historia. Se sentó junto a él en el sofá y le paso un plato con comida a Rubius, el cual agarró agradeciendo.
-Amoh comer en el sofáh, eh más cómodo así- comentó Mangel devorando su plato.
-Tienes razón, aunque si algo se mancha ya no te gustara tanto- respondió Rubén burlándose un poco.
-Yo nuncah dejo caer comida, soy extremadamente cuidadosoh
-¿Seguro?- preguntó Rubén en un tono pícaro.
-Seguroh
-¿Y si hago esto...- dijo acercándose a Mangel peligrosamente.
-¿Q-que haceh?- reaccionó Mangel nervioso.
-Nada- sonrió mirando sus labios para luego besarlos. Mangel se sorprendió tanto que dejo caer su comida en el sofá. ¡Le estaba besando! ¡Siempre era él el que comenzaba los besos! ¡Y ahora Rubén lo estaba besando! Era tanta su impresión que su corazón latía fuerte y rápido, sus ojos estaban abiertos de par en par mirando a Rubén que parecía tranquilo. Era incapaz de seguirle el beso, estaba demasiado sorprendido.Rubén abrió los ojos. Se dio cuenta de lo que había hecho y se apartó bruscamente de Mangel. ¿¡Por qué mierda había hecho eso!?
-P-perdón n-no se q-que me p-paso- dijo nervioso y completamente sonrojado. Observó a Mangel y se dio cuenta de que estaba flipando en colores. Se quedaron un rato en silencio. Lo único que se escuchaba eran los tiroteos de la película.
-¿Mangel?- preguntó preocupado al ver que no reaccionaba- perdona, no lo haré más.
-¡Ni se te ocurrah!- exclamó Mangel sobresaltando a Rubén.
-¿Que?
-Q-quieroh decir q-que no me molestah que me beses tu de vez en cuando.
Rubén al verlo tan nervioso y ruborizado no pudo evitar comenzar a reír. Realmente si cualquiera viera a Mangel en ese mismo momento reiría por como trataba de permanecer tranquilo cuando en realidad estaba más que alterado. Nunca pensó que podría causar eso en alguien más, era divertido.
-¿Por quéh te ríeh?
Rubén dejo de reír y observó a Mangel tiernamente para luego lanzarse a sus brazos y abrazarlo, logrando que Mangel sintiera su corazón en la boca nuevamente.
-V-vale, iré a comprar tus medicamentoh, estáh muy raro- tartamudeo Mangel preocupado, esto ya era demasiado anormal.
-No quiero- se quejo Rubén como un niño pequeño.
-Rubiuh...
-¡No quiero!- volvió a repetir elevando su voz.
-Vaalee, déjameh limpiar, tiraste todo al suelo y al sofah
-Bueno.
Mangel limpiaba todo mientras miraba de reojo a Rubén, no entendía que le pasaba. La única hipótesis que tenía era que su enfermedad le estaba afectando por la falta de sus medicamentos. Aunque no le molestaba que estuviera tan cariñoso, era agradable, pero no era él.
-Listoh- suspiró dejando la escoba a un lado.
-¿Ahora puedo abrazarte?- preguntó Rubius con sonrisa tonta en sus labios.
Mangel suspiro pesadamente. definitivamente este no era Rubén, era un episodio de manía de su enfermedad.
-Vale, pero primeroh vamoh a la cama, ya es tarde- ahora más que su pareja se sentía como su padre.
-¡Que bien!- gritó Rubén tratando de pararse, pero sus lastimaduras se lo impidieron.
-¡Para! ¡Vas a abrirte lah cicatriceh!- lo detuvo Mangel alarmado. Esto estaba mal, si seguía así el castaño podría lastimarse gravemente. Rubén solo comenzó a reír nuevamente, si alguien lo viera creería que estaba ebrio.
-Vamoh- le dijo Mangel cargándolo en sus brazos. No pesaba mucho realmente, estaba demasiado flaco, luego se encargaría de alimentarlo bien.
Al llegar a su cuarto lo acostó sobre la cama y lo arropó como a un niño. Se veía tierno, pero Mangel no podía evitar estar preocupado.
-Rubiuh...
-Dime
-¿Recuerdah los nombreh de los medicamentos que tomabas?
Rubén lo miró extrañado.
-¿Para qué quieres saber eso?
-Curiosidad- mintió Mangel, si le decía la verdad su reacción no sería favorable.
Rubén asintió y comenzó a decirle los nombres de la medicina. Cuando vendió todos sus muebles había tirado sus medicamentos a la basura, ya que pensó que no los necesitaría más.
-Vale, ahora duermeteh- le ordenó Mangel sentándose en la cama.
-No tengo sueño, ven conmigo- le suplicó Rubén. Realmente a los ojos de Mangel el castaño estaba irreconocible. ¿En qué momento su personalidad había cambiado tanto? Se lo pensó bien pero al final terminó acostándose a su lado mirándolo a los ojos.
-Tranquiloh, pronto pasaráh- le susurró Mangel tratando de que la verdadera personalidad apareciera nuevamente.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora