Capítulo 28

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"Mangel, lamento no haber estado contigo en el hospital, necesitaba aclarar mi mente y hacer algunas cosas. Veras, vendí todas mis pertenencias, no fue fácil pero pude obtener el dinero en efectivo, que está en el estuche de la guitarra. No pude venderla, no a la guitarra. Tiene mucho valor sentimental para mi, mi madre me la regaló, ella me enseñó a tocarla. Se que tu no sabes tocar, pero me gustaría que la conservaras, ya que nunca más la tocaré. El dinero también quiero que te lo quedes. No es mucho pero espero que te sirva de algo. Lamento no tener más que eso, se que no es suficiente. Ni con todo el dinero del mundo podría pagarte lo que hiciste por mi. Miguel, eres la única persona que me hizo sentir feliz en mucho tiempo, pero feliz de verdad. No esa felicidad pasajera. Cada vez que estaba contigo me sentía bien, aunque mi enfermedad me hiciera pensar lo contrario, siempre me sacabas alguna sonrisa con tus estúpidos comentarios. Me salvaste más de tres veces de la muerte Mangel, y eso es algo grande. No pretendo que sufras al leer esta carta, pero quiero que sepas que de verdad fuiste muy importante para mi. Me enamore de ti Mangel. Fuiste mi único y primer amor. Ojala me hubiera dado cuenta antes de mis sentimientos, pero así soy yo Mangel, dudó de todo y de todos, incluso de mi. Tomé una decisión que se que te disgustara, pero es mejor así. Siempre pensaba en la muerte, en como sería si muriera. Nadie lloraría por mi, nadie me recordaría. Y tenía miedo. Tenía miedo a desaparecer así como así, simplemente esfumarme y ya no existir. Pero ahora no tengo miedo Miguel. Se que tu vivirás y me recordarás para siempre. ¿Me habías prometido algo así verdad? Por siempre y para siempre. De verdad esa promesa fue un gran alivio para mi. Pero no puedo Mangel, no puedo protegerte, no puedo devolverte todo el amor que tu me das, es simplemente imposible. Lo entendí cuando desperté y te vi sufriendo. No hice absolutamente nada para calmar tu dolor. No se ni cómo fui capaz de llamar a la ambulancia. Estoy contento de haberlo logrado, pero para mi eso no fue suficiente. Debí haberme quedado a tu lado, pero me encerré en la carpa como un cobarde. Eso soy Mangel, un cobarde. En este momento debes estar pensando que soy un gilipollas por decir estas cosas, te conozco. Me enorgullece decir eso. "Te conozco". Fue un privilegio haberte conocido, haberte amado y haberte hecho feliz por unos instantes. Por favor no sufras por mi, esta es mi salida Mangel, así podré pagar mis pecados y evitar otros nuevos.
Miguel, eres un ángel que cayó del cielo para aliviar un poco mi dolor, no tienes idea de cómo te agradezco eso. Ojala pudiera pagártelo. Ojala pudiera vivir contigo una vida tranquila. Pero ambos sabemos que no será así. Quiero que respires por mi y que te enamores de nuevo. Quiero que hagas una familia y que vivas feliz, de verdad te lo mereces Mangel. Te mereces todo lo bueno del mundo y más. Yo no soy bueno, si me conocieras no me querrías. Es por eso que no te contaba sobre mi pasado, me daba vergüenza porque tu eras demasiado amable conmigo. Yo soy una molestia. Tal vez estoy dando vueltas en muchos "pobre de mi" "pobre de mi", pero no me compadezco de mi ser Mangel, para nada.
No se que más decir, solo que te quiero y que espero que tengas una bella vida. Te la mereces de verdad. Yo acabaré con todo y lo haré en donde empezó.
Te amo Mangel, lo haré por siempre y para siempre.
Rubén.


Mangel se desplomó en el suelo con la carta aún en las manos, las cuales temblaban involuntariamente. Todo su cuerpo estaba temblando. Sus ojos estaban desorientados y completamente abiertos. No podía creer lo que acababa de leer. Su respiración agitada le hacía respirar con dificultad. Comenzó a soltar algunas lágrimas y al instante se las limpio. Aún estaba un poco ido, pero debía actuar rápido, esa era claramente una carta de suicidio. No podía permitirlo. Había ido a su casa muchas veces desde su accidente y la puerta siempre estaba cerrada, pero ahora estaba abierta. Por lo que dedujo que Rubén la había abierto hace poco para que él pudiera leer la carta. Se paró del suelo un poco mareado y leyó la carta nuevamente. Debía haber algo, algo que le hiciera saber en dónde estaba Rubén. Le dolía demasiado cada vez que volvía a leer la carta, cada letra eran apuñaladas a su corazón, pero debía resistir. Estaba seguro de que en el fondo, Rubén no deseaba hacer algo tan terrible. De repente paró al final de la carta, en una frase que pensó que algo significaba. "Yo acabaré con todo, y lo haré en donde empezó". ¿Qué significaba eso? ¿Cuándo había empezado todo? Mangel se sentía como un detective tratando de descubrir el misterio más dificil a contrarreloj. No había tiempo de suponer, debía pensar lógicamente, y aunque le costaba por fin lo dedujo. Su nacimiento. Ahí es donde empezó todo pero... ¿Cuándo, dónde?
-¡MALDITAH SEA RUBÉN!- gritó enojado tirando la carta al suelo.- No, no... tranquilízateh Mangel, tranquilízateh- se dijo tratando de calmarse. El solo pensar que Rubén podría estar acabando con su vida ahora mismo le desesperaba, pero debía permanecer cuerdo si quería salvarlo. Estuvo unos 10 minutos dándole vueltas al asunto hasta que por fin recordó algo. Recordó cuando en el campamento a las montañas le había preguntado en dónde había nacido, el castaño le había dicho que en el pueblo. Entonces ahí había comenzado todo, pero ¿en dónde? ¿En qué lugar exacto había nacido? Entonces su móvil sonó haciéndolo volver a la tierra. Lo sacó con dificultad ya que sus manos no dejaban de temblar y vio que el que lo llamaba era su jefe, tal vez Rubén estaba ahí con él. En ese momento pensaba en todo tipo de posibilidades, se decidió y contestó la llamada.
-¿H-holah?- dijo con dificultad, no se había percatado de que tenía un nudo en la garganta.
-¿Mangel? Oye escucha, emm... bueno veras, lamento lo que dije antes, en verdad me altere y bueno yo...
-Etha bien jefe, pero dígame, por casualidad Rubén no está ahí con usted ¿verdad?
-¿Rubén? No, no lo he visto por aquí. ¿Qué pasa Mangel?
-Va a suicidarseh- respondió el morocho aguantando las lágrimas.
-¿¡Qué!?- grito Gustavo sorprendido- ¿Por qué? ¿Cómo...?
-No hay tiempoh de explicar, por favor ayúdameh a evitarlo Gustavoh- le suplicó con la vos quebrada.
-Vale, vale tranquilo Mangel, será mejor llamar a la policía
-¡No! No hay tiempoh, va a hacerloh ahora, no se... tal vez él ya...- Mangel no pudo seguir hablando. Se tapó la cara con su mano y comenzó a sollozar.
-Miguel tranquilízate, debes permanecer calmado- aconsejó su jefe al escucharlo llorar.
-Lo seh, lo seh- dijo respirando con dificultad- escucheh, él me dejó una carta. Dice muchas cosah pero en una parte diceh que terminará con todo en donde empezó. ¿Sabes dondeh nació Gustavo? ¡Por favoh, dímelo!- le suplicó gritando un poco.
-Bueno, oí que nació lejos de aquí, pero casi toda su infancia la pasó en este pueblo, en una casa
-¿Unah casa?
- Sí, no se la dirección de la casa, pero sé que está cerca de aquí, déjame hacer unas llamadas y veré si puedo conseguirla
-De verdad lo aprecioh muchísimo Gustavoh- le agradeció Mangel un poco aliviado
-Te llamaré en cuanto la tenga Mangel, no desesperes tranquilo- le dijo su jefe tratando de calmarlo. Luego de eso colgó y Mangel soltó algunas lágrimas que había guardado. ¿Rubén le había mentido? Le había dicho que nació en el pueblo... ¿por qué le había mentido? Gustavo le afirmó que nació lejos del pueblo. ¿Será que él estaba equivocado? Estaba cansado, los pensamientos lo estaban agotando y los nervios lo mantenían inquieto. Esperaba la llamada de su jefe demasiado ansioso.
-¡Joder Gustavoh, llamah ya!- le gritaba a su móvil, cuando de repente este sonó y al instante Mangel contestó.
-¡Miguel tengo la dirección!- gritó su jefe desde él teléfono- estoy en la calle con el auto, baja te llevaré- y cortó.
En ese momento Mangel salió disparado de su departamento. ¿Cómo tenía el auto si se lo habían llevado al campamento? Le daba igual, no era tiempo de pensar en eso. Ahora lo único que podía pensar era en Rubén. Rubén. Rubén. Rubén. Rubén. Suplicaba a todos los dioses que no fuera demasiado tarde.
Entró al auto bruscamente y Gustavo arrancó a toda velocidad. Ninguno hablaba. Mangel estaba nervioso y su jefe lo notó.
-Aquí es- dijo estacionando el auto- Mangel entraré contigo
-No, si me veh con alguien máh quien sabe como reaccionará. Te llamaré al móvil si sucedeh algo
-De acuerdo, ten cuidado.
Luego de eso Mangel salió del auto y corrió hacia la casa. Se notaba que estaba abandonada. Era inmensa y un poco deteriorada pero tenía muchos detalles decorativos en su construcción. Suspiro tratando de relajarse una vez que estuvo frente a la puerta y la abrió con miedo de lo que pudiera encontrar. El interior de la casa era diferente al exterior. Todo parecía como detenido en el tiempo, al parecer nada había cambiado. Mangel comenzó a buscar a Rubén habitación por habitación. No estaba en ninguna. ¿Y si no era ese el lugar? ¿Y si se habían equivocado? Comenzó a llorar nuevamente mientras seguía buscando. ¿Por qué le pasaba esto? ¿Por qué a él?

En eso abrió una habitación... y lo vio... a él... de una forma... que le destruyó el corazón.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora