Capítulo 83

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-¿No te cansas de mi, Mangel?

El morocho dejó de lavar los platos y se dio la vuelta para observar a su novio, el cual permanecía con la mirada perdida en la película de cable, sentado en el sofá.

-¿De qué hablah?- preguntó secando sus manos.

-¿No te cansas de mi... de tener que estar día y noche pendiente de mi salud? ¿De tener que soportar mis berrinches? Jamás... dejaré de tener esta enfermedad, tu me lo dijiste. Ambos lo sabemos. ¿Cuándo llegará el día en el que me dejes?

Miguel frunció el ceño y suspiró sintiéndose preocupado. Últimamente Rubén dudaba mucho de él, pero sabía que aquello se debía a que no estaba ingiriendo sus medicinas diarias, ya que aún esperaban la llegada de las nuevas desde el extranjero.

Cauteloso, se acercó al sofá en donde el castaño lloraba en silencio y se sentó a su lado, pasando uno de sus brazos sobre los hombros de su par. Y lo atrajo a él, dejando que Rubén apoyara su cabeza en su hombro. Podía sentir las húmedas lágrimas mojando levemente su polera. Comenzó a deslizar su mano lentamente hacia su cabello castaño y lo acarició con ternura, haciendo que Rubén se calmara entrecerrando sus ojos.

-Te amo Rubén.- le susurró limpiando delicadamente las lágrimas de sus mejillas- Nunca lo olvides ¿vale?

-Sé que lo haces... pero... ¿hasta cuando...?- preguntó con un nudo en la garganta.- Es doloroso... es muy doloroso...

-No hay por qué preocuparse mi Rubiuh...- susurró Miguel apoyando sus labios delicadamente en la cabeza de Rubén- Estaré contigo... hasta el final.- sentenció con seguridad y seriedad.

-No habrá final...- corrigió el castaño negando con la cabeza levemente- Estaremos juntos por siempre y para siempre, tu me lo prometiste. No existe final... ¿verdad?

El silencio luego de la pregunta formulada inquietó una vez más a Rubén, el cual sabía a la perfección que ese final sí existía, pero no quería aceptarlo. Quería que Miguel estuviera con él en todo momento. Se estaba volviendo peligrosamente posesivo, pero no podía evitarlo. Amaba a Miguel de una manera tan fuerte que no se veía capaz de seguir sin él.

Aún sentía las suaves caricias de su novio en su cabello y nuca. El morocho sabía dónde tocarlo para calmarlo, lo hacía de una manera tan suave y delicada que sentía un placentero cosquilleo en su estómago, y el sueño comenzaba a vencerlo de a poco.

-No existe el final...- murmuró Miguel finalmente con voz débil.

Y Rubén se durmió.

-Rubiuh...

El castaño abrió sus ojos lentamente y enderezó su cabeza algo adolorido y abrumado por aquel recuerdo. No había logrado dormirse del todo, algo en él se mantenía alerta por si cualquier amenaza se avecinaba. Se había cansado de gritar por ayuda, sentía su garganta desgarrada y adolorida. Lamentablemente, Kevin tenía razón. Desde aquel lugar nadie podía escuchar sus gritos. Sentado sobre aquella silla tan incómoda y atado por cintas plateadas, observó algo perdido el cuerpo de Miguel a pocos metros de sus pies, y casi se cae de la silla al ver sus ojos negros observándolo con preocupación.

-Mangel...- susurró con voz ronca intentando acercarse. Estaba tan alivado de que estuviera vivo y despierto, pero las lastimaduras superficiales que veía en el cuerpo del morocho le preocupaban muchísimo. ¿Por qué demonios le habían lastimado así?

-¿Ehtá bien?- preguntó Miguel, sentado sobre el suelo y apoyando su espalda en la pared.

-Sí...- contestó Rubén algo sorprendido y conmovido. Incluso estando él más lastimado, Miguel se preocupaba primero por su bienestar.- Tu no estás bien...- concluyó intentando una vez más liberarse de su prisión.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora