Capítulo 24

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Las estrellas eran las únicas cómplices de lo que estaba ocurriendo entre Rubén y Miguel. El morocho no movía sus labios por temor a que Rubén se separara, el solo tener sus labios unidos con los del castaño le hacía later el corazón a una velocidad que ya pensaba que se moriría de un paro cardíaco. Jamás había sentido algo así al besar a sus novias del pasado. Le tentaba mover sus labios sobre los de Rubén, le desesperaba un poco pensar que él se separaría, por lo que simplemente se quedo quieto esperando a ver que era lo que hacía Rubén. Este estaba perdido. Había olvidado donde estaba, que hora era y todo lo que había hecho. Lo único que sabía era que lo que estaba haciendo le gustaba, y mucho. ¿Entonces le gustaba Mangel? Si. Eso ya no era una duda para el castaño. Le gustaba Mangel. Es que... ¿Cómo resistirse si es la única persona que te comprende, te protege, y te cuida en todo el mundo? Era imposible no querer a alguien tan considerado y tierno. Alguien que te había salvado la vida tantas veces. Rubén tenía claros sus sentimientos. Pero... ¿Y los de Mangel? ¿Él verdaderamente lo quería o sólo estaba jugando? Sabía que lo quería, si. ¿Pero lo que estaban haciendo estaba bien? Rubén sintió como Mangel comenzaba a mover sus suaves labios sobre los suyos. El pobre no había resistido más y se había arriesgado. El castaño se sorprendió un poco y abrió los ojos separándose delicadamente de Mangel, el cual suspiro molesto por haber arruinado todo.
-Perdón- soltó Rubén ruborizado sentándose en el pasto. Mangel lo miró y se sentó junto a él.
-¿Por queh te disculpah?- preguntó mirándolo en la oscuridad de la noche.
Rubén suspiro y escondió su cabeza en sus rodillas flexionadas.
-No se- dijo en un hilo de voz.
Los dos se quedaron en silencio un buen rato escuchando algunos grillos cantar y alguno que otro lobo aullar. Ninguno sabía qué decir exactamente, las cabezas de los chicos estaban revueltas de pensamientos y dudas.
-Creí que tenías novia...- dijo Rubius rompiendo el silencio. Él le había dicho que estaba enamorado. ¿Por qué lo había besado si estaba con otra mujer? Esto ya parecía una novela del amante y la esposa.
Mangel lo miró sorprendido, no recordaba haberle dicho que tenía novia.
-¿Por quéh diceh eso?
-Me dijiste que estabas enamorado- dijo Rubén sin sacar su cabeza de sus piernas, le daba vergüenza mirar a Mangel. No quería ver sus expresiones, le daba miedo ver alguna mueca de asco o rechazo.
Miguel suspiro y esbozó una sonrisa boba, recordando a lo que se refería.
-Si, estoy enamoradoh- esa simple afirmación hizo que Rubén lo mirara con el corazón hecho pedazos, entonces había jugado con él, ahora estaba seguro. Una lágrima se deslizo por su mejilla alarmando a Mangel.
-Que bueno...- dijo sin poder parar sus lágrimas. A Mangel le enterneció que se pusiera así.
-Estoy enamoradoh de ti Rubén- le confesó limpiando el agua que caía de sus ojos. El castaño se ruborizó y lo miró con los ojos bien abiertos. Entonces... ¿Era correspondido?
-¿Y tu? ¿Me quiereh?- le preguntó seriamente
Hubo una pequeña pausa y luego respondió.
-S-si- afirmó Rubén rojo a más no poder bajando la cabeza. Era la primera vez que sentía estos sentimientos vergonzosos pero agradables. Mangel sonrió y con su mano levantó la cabeza de Rubén sosteniendo su mentón delicadamente. Lo miró a los ojos. Esos hermosos ojos verdes que brillaban tenuemente por la luz de la luna. Era perfecto, Rubén era perfecto. Si tan solo él pudiera verlo.
-Ereh perfecto- le hizo saber sin una pizca de duda. Rubén se puso más rojo de lo que estaba. ¿Cómo podía decir algo tan cursi? Además era mentira. No era perfecto, para nada.
-Mentira- le dijo mirando sus ojos negros
-Para mi no eh ningunah mentira- le respondió soltando su mentón lentamente. Rubén dejó de mirarlo y volvió a acostarse en el pasto. No tenía sentido contradecir a Mangel, era terco como una mula, pero lo quería así. Mangel lo siguió y se recostó a su lado. Su corazón latía con fuerza. Había mandado todo a la mierda pero resulta que Rubén también sentía cosas por él. Eso le hacía demasiado feliz. Después de todo, la frase "el que no arriesga no gana" no era del todo mentira.
-Cuando te pregunté si alguna vez te habías enamorado... lo hice porque estaba empezando a sentir cosas extrañas en mi, cosas que tu me provocabas... y como no tenía a nadie más para preguntar que era esto, te pregunté a ti esperando a que me aclararas todo. - confesó Rubén mirando el cielo estrellado. Mangel lo miró y sonrió. Le gustaba este Rubén, tan sincero y tranquilo.
-Si te soy sincero eh la primera veh que me enamoroh.
Rubén lo miró extrañado.
-¿Pero no dijiste que habías tenido otras novias?
-En ese momentoh pensaba que era amor, pero cuando te conocí, sentí algoh mucho máh fuerte que una simple atracción.
Rubén volvió a sentir calor en sus mejillas. Nunca se había avergonzado tanto en un solo día.
-Yo nunca estuve con una chica- dijo el castaño sin saber el por qué de esa afirmación.
-Y nuncah lo estaras- respondió Mangel mirándolo pícaramente. Rubén comprendió a lo que se refería y rió un poco nervioso. Al parecer Mangel era bastante posesivo.
- Nunca se sabe...- suspiro tratando de molestar a Mangel, lo que funcionó. Él lo miró enfadado y se giró dándole la espalda a Rubén. Este rió un poco.
-Ya, era un chiste- le dijo tocando su hombro para que se diera la vuelta.
-¿Cómoh puedo estar tan seguroh?- respondió de manera fría.
-Joder Mangel que ni siquiera se hablar con las chicas... ni siquiera se hablar contigo
Mangel rió ante eso. Era verdad, Rubén era muy reservado aveces. Solo con él había establecido un vínculo. Se dio la vuelta y volvió a mirarlo a los ojos con una sonrisa.
-Tuh ojos son muy belloh- le dijo cambiando de tema bruscamente
-Joder Mangel ¿de dónde sacas tanta confianza?- le respondió Rubén tapándose el rostro avergonzado.
-Lo siento, es que estuve guardándomelo desde que te conocí. Y ahora que tu también me quieres... no puedo evitarlo- contestó ruborizándose un poco. Rubén lo miró y comprendió que en verdad lo quería.
-Esta bien... es solo que no estoy acostumbrado a que me digan cosas así.
-Yo te acostumbraréh- le dijo Mangel mirándolo.
Luego una pausa... se estaban diciendo todo, se estaban sincerándose el uno con el otro sin temores. Todo estaba pasando muy rápido... tal vez demasiado.
-¿No es muy rápido?- preguntó Rubén
-¿A queh te refiereh?
-Solo nos conocimos hace una semana... todo esto... ¿No es muy rápido? ¿Y si solo estamos confundidos?- Rubén comenzaba a dudar nuevamente. Estaba seguro que quería a Mangel, pero algo le hacía cambiar de idea por pequeños lapsos de tiempo. Su cabeza estaba jugando con él. Su enfermedad volvía a confundirlo.
-Pueh... yo estoy seguroh de que te quieroh... para mí no eh ninguna confusión Rubén.- cada vez que Mangel decía su nombre tan seriamente a el castaño se le erizaba la piel. Era ridículo pero no podía evitarlo.
-Tengo miedo de despertar mañana y decirte que no quiero nada contigo, decirte que me das asco y lastimarte, sabes bien que eso podría pasar... sabes que mi enfermedad me hace cambiar de opinión rápidamente. Lo sabes Mangel- le dijo nervioso. Mangel se quedó sorprendido con eso. Tenía razón, eso podía pasar y le lastimaría mucho que le digiera esas cosas. Pero debía ser fuerte.
-Si eso llegara a pasah, no me rendiríah, volvería a tratar de enamorarte todoh los díah si fuera necesario.
Rubén admiraba esa confianza y fortaleza de Mangel, le conmovía que estuviera tan dispuesto a arriesgar todo por él. Le sonrió tiernamente y lo abrazó con fuerza.
-Gracias Mangel, trataré de no hacerte daño- le dijo sintiéndose un poco culpable.
-Sé que no lo harah- respondió el morocho correspondiendo el abrazo.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora