Al instante en el cual Mangel entró al hospital, escuchó unos gritos de enfermeras, y un grito que le erizó la piel, el de Rubén. Corrió desesperado hacia el cuarto, escuchando los gritos cada vez más fuertes y alterados. ¿Otra vez se enfrentaría a problemas? ¿La vida no podía darle un descanso? Abrió la puerta y se encontró a 5 enfermeras agarrando a Rubén de sus extremidades, él se movía violentamente tratando de liberarse mientras que el doctor ordenaba que le suministraran un calmante. Mangel miró la escena horrorizado unos segundos. Si seguía moviéndose de esa manera se abriría todas las heridas, y por los gritos que pegaba se notaba que más de una ya estaba sangrando nuevamente. Se aproximó sin decir una palabra y rápidamente se colocó al lado de Rubén tomando su rostro sudado entre sus manos obligándolo a que lo mirara. Rubén no dejaba de forcejear y al ver el rostro de Mangel se calmó un instante para luego seguir pataleando como un niño.
-¿¡Rubiuh que sucedeh!?- le preguntó sin obtener respuesta. El doctor lo apartó bruscamente y le inyectó una fina aguja en su cuello haciendo que sus movimientos fueran más lentos y pesados. Las enfermeras se calmaron y se retiraron ya que Rubén había dejado de comportarse violentamente dejando solos al doctor y a Mangel. Este sin entender lo que acababa de suceder volvió a aproximarse junto al castaño mirándolo preocupado. Ahora en vez de gritar y dar golpes al aire, estaba llorando en silencio. Mangel colocó su mano sobre la mejilla de Rubén tratando de calmarlo y este lo miró con tristeza en sus ojos. ¿Por qué? ¿Por qué esa tristeza?
-Quiero irme- le susurró mientras las lágrimas caían de sus ojos.
Mangel asintió dejándole en claro que haría lo que fuera por sacarlo de ahí, pero primero debía averiguar que había pasado.
-¿Qué sucedióh?- preguntó dirigiéndose al doctor.
-Comenzamos a hacerle preguntas de su familia y él se alteró hasta el punto de no escucharnos más. Estaba realmente inquieto- explicó el doctor revisando unos papeles.
Mangel volvió a mirar a Rubén que ya se había quedado dormido por el calmante.
-Al parecer sufre de trastorno bipolar- afirmó el doctor sin mucho interés. El morocho lo miró con los ojos abiertos por la sorpresa de que se hubiera dado cuenta y luego observó el piso. Quería que Rubén se curara de una vez por todas, ya no soportaba esa enfermedad que lo torturaba internamente.
-Olvidóh tomar sus medicamentos diarioh, eh por eso que reaccionó impulsivamente
-Lo supuse, debería tomar esos medicamentos, se nota que los necesita para estar calmado. Podemos controlarlo con los calmantes pero no será saludable para su cuerpo. Es muy débil.
Mangel apretó los puños con fuerza.
-Él no eh débil- dijo conteniendo la furia que le había ocasionado escuchar aquella afirmación del doctor.
-Es muy inestable Miguel, eso es peligroso. Lo mejor será que se quede en el hospital más tiempo, tal vez debería quedarse hasta que no sea una amenaza.
-¡NOH!- le gritó desesperándose. No podía aceptar eso, no quería que Rubén pasara el resto de sus días en un hospital, no lo resistiría. Quería enseñarle la vida, quería mostrarle lugares y hacerle vivir experiencias inolvidables. Quería crear recuerdos con él. Quería ser feliz junto a él. El doctor suspiró pesadamente entendiendo el enojo de Mangel y se paró agarrándolo del hombro.
-Será lo menor para él, no está en condiciones de permanecer solo.
-Peroh yo estoy con él- se excuso Mangel más calmado.
-No es correcto Miguel y lo sabes, eres un gran médico, lo demostraste en la ambulancia. No debes dejar que los sentimientos se interpongan en su salud.
Mangel miró al doctor y luego dirigió sus ojos cristalizados hacia Rubén. ¿Realmente eso era lo mejor para él? ¿Era lo correcto? Tal vez el doctor tenía razón, tal vez en verdad sus sentimientos lo habían cegado. ¿Qué hubiera pasado si desde el día en que descubrió su enfermedad lo hubiera obligado a internarse en el hospital? Probablemente nada. No se habría encariñado con él, no se habría preocupado por nada, no habría cometido intento de suicidio. Incluso tal vez, estaría mejor ahora sin él. Bajo su cabeza haciendo que unos mechones de su cabello morocho taparan sus ojos y las lágrimas que amenazaban por salir. ¿Todo había sido un error? Después de todo lo que habían pasado... ¿Debía dejarlo?-El problema es que me cuesta confiar en las personas sabiendo que algún día se irán.
-Yoh no me ireh. Estareh contigo por siempre y para siempre Rubiuh. Es una promesa.Aquel recuerdo se le vino a la mente despojándolo de toda duda. Ese día había hecho la promesa más importante de su vida sin que lo supiera. No podía dejarlo, si lo hacía sería una persona más, una persona más que lo conoció y que luego lo abandonó. Él no quería ser eso, quería ser más. Lo estaba logrando... ¿Iba a arruinar todo por una simple opinión de un doctor que no tenía idea por lo que habían pasado?
-Jamáh lo dejaré- afirmó seguro de sus palabras. El doctor volvió a suspirar y asintió con la cabeza entendiendo su decisión aunque no le pareciera lo correcto. Preparó unos papeles del alta y se los dio a Mangel, Rubén solo debía firmar y podría irse. Se retiró de la habitación y una vez más Rubén y Miguel estuvieron solos. Mangel se acercó al castaño y lo movió un poco tratando de despertarlo. Este abrió los ojos con pesadez y sonrió un poco al ver quien lo había despertado.
-Perdón, no se lo que me paso- confesó algo apenado por su actitud anterior.
-Tranquiloh, hablé con el doctor y dice que cuandoh te sientah bien podráh irte.
-Me alegro pero...
-¿Peroh?
-no tengo a donde ir...
-Claroh que si, vivirás conmigoh- le respondió Mangel con obviedad. Rubén lo miró con los ojos tan abiertos que parecía que había visto un fantasma, por lo que Mangel rió un poco.
-¿En serio estás dispuesto a dejar tu privacidad de esa manera?- le preguntó el castaño un poco nervioso. Él siempre había considerado la soledad como algo necesario en la vida, para él era imposible estar tranquilo si por lo menos no tenía unos segundos para relajarse en silencio, sin que nadie lo molestara.
-Ahora tu ereh parteh de mi privacidad- contestó Mangel acariciando su cabello castaño.
-Aveces dices cosas sin sentido- suspiro Rubén que no entendía la excesiva amabilidad del morocho. Mangel solo sonrió y siguió rozando sus finos dedos con los cabellos de Rubén. De alguna manera eso relajaba al castaño por lo que dejó que siguiera acariciándolo. Sentir sus dedos suaves tocar su cuero cabelludo era una sensación única que jamás había experimentado. Su respiración estaba calmada y sus ojos comenzaban a cerrarse. Ese tacto era tan agradable que estaba a punto de dormirse. Mangel se dio cuenta y bajó su mano acariciando la mejilla fría de Rubén. Su piel, al igual que su pelo, era suave y pareja, al menos en su cara. Rubén lo miró tiernamente y colocó su mano sobre la que acariciaba su mejilla.
-En verdad no quiero ser una molestia- le explicó seriamente mirándolo a los ojos.
-No lo ereh Rubiuh. Te necesitoh. Quiero estar contigo lo mah que pueda- le confesó Mangel sin apartar sus ojos azabache.
Rubén suspiro. Ya no se libraría fácilmente de Mangel, pero no le molestaba. Al contrario, se sentía seguro a su lado, como si nada fuera capaz de dañarlo. En verdad quería a ese gilipollas. Sonrió una vez más y cerro sus ojos, pero no para dormir. Fue para grabar en su memoria el momento. Se sentía tan bien a su lado que quería guardar para siempre esta sensación de paz absoluta. Sintió como Mangel apartaba su mano y volvió a abrir sus ojos.
-Perdonah- dijo Mangel sorprendido- pensé que te habiah dormidoh
-Na... ya dormí mucho. ¿Podemos irnos ahora?- preguntó como un niño ansioso
-Claroh, tieneh que firmar unoh papaleh y noh vamoh- le contestó Mangel parándose y arrimándole los papeles.
Rubén los firmó y luego se levantó con dificultad de la cama. Algunos cortes aún le dolían por lo que no pudo mantenerse en pie mucho tiempo. Por suerte Mangel logró agarrarlo.
-Joder, ni siquiera puedo caminar- se quejó angustiado.
-No te preocupeh, quédate aquí, ya vuelvoh.- contestó Mangel para luego irse de la habitación. Al rato volvió haciendo que Rubén suspirada algo frustrado... al ver la silla de ruedas.
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Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]
FanfictionRubén sufre de una enfermedad que le hace actuar antes de pensar, de esa manera termina alejando a todos los que lo rodean... pero un médico llamado Miguel consigue acercarse a tal punto de sentir algo por él. Aunque lo que él no sabe es que Rubén o...