Capítulo 58

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-¿¡Estas listo!?- gritó el castaño desde el baño, peinando su cabello hacia arriba para cambiar un poco su look. Le gustaba como se veía en el espejo, por primera vez, en verdad se sentía con al autoestima muy alta.

-¡Tu ereh el que se tarda! ¡Apresúrate ya!- se quejó Mangel sentado en la cama.

Rubén rió por lo bajo y decidió que ya había estado demasiado tiempo arreglándose para la boda. Salió del baño buscando con su mirada a Mangel. El morocho tenía un traje negro, simple pero elegante. Una camisa blanca tapaba su torso, adornando su cuello con un simpático moño negro. El castaño sonrió al verlo y se aproximó sentándose a su lado en la cama.

-Estas muy lindoh- confesó Mangel devorando con la mirada a su apuesto novio.

Este tenía puesto el traje azul marino que habían comprado en Algarinejo. Su cabello castaño ahora estaba peinado hacia arriba, dándole un toque más rebelde e incluso sexy a los ojos del morocho. Realmente, ese color le quedaba bien en contraste con su pálida piel. Rubén se sonrojo un poco por el cumplido y revoleó los ojos tratando de permanecer tranquilo.

-Lo se , lo se... ya me vi en el espejo- presumió mirando hacia el baño.

Mangel sonrió divertido y con su mano acaricio la mejilla de Rubén, empujando un poco su cabeza para que sus ojos se conectaran un vez más. El nervioso castaño tragó saliva sintiendo que su corazón iba a explotar, y es que tener a Mangel tan cerca de su rostro, y que no lo besara de una buena vez, lo ponía muy nervioso. Dejo caer el peso de su cabeza sobre la mano que aún reposaba en su mejilla y cerró sus ojos tratando de calmar a su alterado corazón.

-Tu también estas lindo- susurró sin abrir los ojos por la vergüenza que aquello le producía.

Miguel no perdió más tiempo y unió sus labios con los de Rubén en un lento beso lleno de sentimientos cálidos. Acariciaba lentamente su mejilla mientras trataba de profundizar el beso, pero sin quitar la lentitud que derretía al castaño. Este, dejándose llevar, trató de seguir el beso, pero le era dificil. Aún no sabía exactamente como debía mover sus labios y se ponía demasiado nervioso cuando lo pensaba, sintiéndose un verdadero estúpido. Mangel se separó lentamente y dibujo una sonrisa complacida con sus labios.

-Vamoh... los chicoh nos esperan- susurró sin dejar acariciar la mejilla enrojecida de Rubén.

El castaño asintió rápidamente parándose de un salto y comenzando a caminar hacia la puerta. Llevado por un impulso de nervios la abrió bruscamente, pero algo le impidió terminar de abrirla por completo. Sentía que había golpeado algo... abrió sus ojos como platos al darse cuenta que no era algo, si no alguien.

-¡P-perdón señor! ¡Y-yo no lo vi!- exclamó avergonzado acercándose al hombre que estaba en el suelo. Este sonrió negando con la cabeza, dándole a entender que no tenía de qué preocuparse.

-Esta bien muchacho, no dolió tanto, aunque creo que me saldrá un moretón- dijo parándose y formando un puchero infantil que hizo sonreír a Rubén.

-En verdad lo siento, no debería haber abierto la puerta tan bruscamente- volvió a disculparse bajando la cabeza.

-Ya dije que no importa- sonrió el hombre despeinando el cabello del castaño amistosamente, el cual suspiró molesto porque era la primera vez que se lo había peinado tan detalladamente y todo aquello estaba arruinado.

-¿Quién eh Rubiuh?- preguntó Mangel acercándose a la puerta al escuchar que su novio hablaba con alguien.

-Emm, no se... lo golpeé por accidente con la puerta- explicó sin quitarle la mirada al sujeto que permanecía frente a él.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora