Capítulo 60

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Rubén no supo en qué momento exactamente abrió sus ojos, pero lo primero que vio esa madrugada fue a Mangel. Este tenía apoyada su cabeza en el pecho de Rubius, respiraba calmádamente y para sorpresa del castaño, no roncaba. Esbozó una pequeña sonrisa al verlo tan sereno, tan dormido e indefenso. Llevado por un impulso comenzó a acariciar sus cabellos negros y su espalda con lentitud. La posición en la que estaba le hacía ver como un pequeño niño, por lo cual Rubén sentía la necesidad de hacerle mimos al somnoliento Miguel. Mientras lo acariciaba comenzó a recordar todo lo que había acontecido la noche anterior. La boda, la fiesta, las luces de colores, el beso que se dio con el morocho...

"Quiero hacerte el amor"

Esa frase sí que no la había olvidado. Rubén quería hacerlo, quería sentir a Mangel de esa manera, pero simplemente algo lo retenía y eso era el miedo. Miedo al rechazo y a lo nuevo. Su cuerpo no era el más formado que digamos. No podría soportar que Mangel digiera algo con respecto a sus cortes, con respecto a su horrible piel llena de moretones y cicatrices. Sin tan solo jamás se hubiera cortado... si tan solo nunca se le hubiera pasado por la cabeza intentar suicidarse de esa manera tan estúpida, haciéndose daño por todo su pálido cuerpo. En ese momento de relajación total no podía recordar el por qué de su comportamiento. Se sentía tan estúpido y patético.

-Estoy cosechando lo que cultivé- susurró para él mismo masajeando con su dedo índice de manera suave la frente de Mangel.

Luego de eso sus recuerdos estaban algo dispersos. Recordaba que había visto a Alex, este estaba ebrio y le ofreció beber alcohol, cosa que aceptó sin mucho interés. Pero después de eso no había nada, solo algunas imágenes borrosas. Algo que si recordaba era que Alex había mencionado el cumpleaños de Mangel. ¿Acaso era este día? ¿Por qué no se lo había dicho? Bueno, no lo culpaba. Rubén tampoco le había dicho sobre su cumpleaños esa vez en las montañas, pero eso se debía a que realmente no lo recordaba ni le importaba. ¿Sería que a Mangel tampoco le importaba su cumpleaños? No le veía el sentido.

-No se qué regalarte...- volvió a murmurar sintiendo como Mangel se acoplaba más a su cuerpo, rodeándolo inconscientemente por la cintura con sus brazos.

No tenía dinero para comprarle un regalo. Se sentía tan inútil por eso. Debía hacerle el mejor regalo de todos, porque Mangel se lo merecía, él ya había hecho mucho. Ahora era el turno de Rubén de girar el tablero. Una idea fugaz pasó por su mente, una idea que le hizo latir el corazón algo nervioso. ¿Y si se entregaba? ¿Y si ese era su regalo? ¿Entregarse en cuerpo y alma a Miguel? Era una buena idea, aunque algo descabellada y desesperada. Mangel se daría cuenta de que no tenía nada más que regalarle y aceptaría sin contradecir, pero el castaño sentía que no era suficiente con solo satisfacer su deseo de carne. Quería darle algo realmente especial, algo que expresara todos sus sentimientos y su gratitud sin necesidad de decirlo directamente. Pero para eso debía conseguir dinero. Giró su cabeza un poco y miró su guitarra que estaba en una esquina, esa guitarra que Kevin le había obsequiado. Tal vez si salía a las calles de París a tocar obtendría una suma de dinero. No perdía nada con intentarlo, pero no quería dejar a Mangel solo en su cumpleaños.

Rubén se removió lentamente para no despertar a su novio y observó que en la mesita de luz que había a su lado se encontraba un pequeño libro, parecía ser más una revista. Con sumo cuidado de no moverse bruscamente tomó el libro y lo abrió, encontrándose con muchísimos platos de comida totalmente refinados. Abrió sus ojos como platos al ver uno que decía "desayuno especial completo". ¡Era perfecto! Llamaría para que trajeran ese desayuno para Mangel y así despertaría de la mejor manera. No pudo evitar sonreír como idiota al imaginarse la cara del morocho cuando viera el desayuno, la simple idea lo ponía ansioso. De manera nerviosa, se separó de Mangel rogando a todos los dioses que no despertara. Se deslizó hacia abajo lentamente y cuando estuvo con los pies sobre el piso de la habitación lo miró de reojo. Miguel se había acurrucado entre las sábanas sustituyendo el cuerpo de Rubén por una almohada.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora