Capítulo 29

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-¡RUBÉN!

Sangre, cortes, heridas, un cuerpo al que se le va el alma. A los ojos de Mangel, aquello fue como tortura. No podía ver eso, le hacía tanto daño que no pudo evitar vomitar ahí mismo. Todas las emociones que se había estado guardando salieron sin previo aviso dejándolo aún más débil. Pero la fuerza del morocho no tenía límites, cuando se trataba de salvar a Rubén, sacaba fortaleza de donde no tenía y actuaba de manera firme y segura. El ver a Rubén, lleno de cortes por todo su cuerpo que solo estaba cubierto por unos pantalones cortos, lleno de sangre sobre su piel, soltando sus últimos suspiros de vida... esa escena le había tocado el corazón, destruyéndolo y quebrándolo cada vez que se acercaba más a ayudarlo. Estaba ahí, tirado en el suelo, un charco de sangre lo rodeaba, sus hermosos ojos verdes ahora eran de un tono miel apagado, miraba la nada, como si estuviera esperando su destino. Al fin lo había logrado, había acabado con su vida, al menos faltaba un poco. Él lo sentía, sentía como de a poco le costaba más respirar y se le acababan las fuerzas. Esto era lo que quería... ¿Entonces por qué sentía que no era suficiente? ¿Por qué sentía que había cometido un error? Antes de realizar el corte final se había castigado, con ese pequeño cuchillo que había terminando con la vida de su padre, se había cortado en las piernas, en los brazos e incluso en el torso. En la espalda había sido dificil, pero terminó lográndolo. El dolor que sentía era inmenso, pero estaba calmado porque sabía que pronto esa incomodidad que lo atormentó toda su vida acabaría. Ya sin fuerzas cayó en el suelo, sentía como el líquido rojo salía de su organismo, debilitándolo cada vez más. Solo quedaba hacer el último corte, ese que iría directamente a su cuello, ese que terminaría con todo de una buena vez. Pero algo lo detuvo por unos instantes. Una voz. Pero no era cualquier voz, era una que cuando la escuchó se dio cuenta de que en verdad deseaba escucharla. Una voz que por una milésima de segundo le hizo sentir arrepentido de todo lo que estaba haciendo.

-¡RUBÉN!

Débilmente giró su cabeza y ahí estaba. Ese gilipollas que le había hecho sentir tanto en tan poco tiempo. Miguel Ángel Rogel, un chico común y corriente que tuvo la mala suerte de conocerlo. Al menos así lo veía Rubén. ¿Por qué dios puso en su camino a este joven? ¿Por qué, si él no hizo nada para merecerlo? Mangel es bueno... ¿Por qué le ha tocado sufrir? Por su culpa. ¿Y qué pasaría si tratara de remediar esa culpa corrigiendo sus errores? Pues eso estaba haciendo, buscó la salida más fácil para arreglar todo. ¿En verdad arreglaría todo? Ya no era tiempo de dudar, ya no había vuelta atrás, aunque se arrepintiera su cuerpo ya no le respondería, ya se había cometido la acción, ahora había que afrontarla.
Intentó decir su nombre, abrió su boca seca pero de ahí ya no salían palabras, solo algunos sonidos sin significado. En un abrir y cerrar de ojos ya tenía a Mangel a su lado, sus brazos lo despegaron un poco del piso y lo acurrucaron en su pecho. Que bien se sentía. Era realmente agradable sentir los latidos acelerados de Miguel retumbando en su oreja. Rubén sonrió un poco, ahora se sentía bien, en paz. Se sentía tranquilo. Mangel estaba ahí con él, siempre estaría, lo había prometido. Trató de abrazarlo, pero sus brazos no le respondían, quería decirle que parara de llorar, que todo ya estaba bien. Pero sentía que el cuerpo entero de Mangel temblaba. ¿Por qué lloraba? Ya todo estaba solucionado, no había por qué llorar.
-Ereh un gilipollah, Rubén... ¿te piensah que podré seguir sin ti?- le susurró al oído sin parar de llorar.
Rubén se emocionó al escuchar eso, soltó algunas lágrimas silenciosas que corrían un poco la sangre que se encontraba en sus mejillas. ¿Qué estaba haciendo? Mangel lo amaba... ¿por qué se estaba quitando la vida, si eso solo haría sufrir más a Mangel.
-S-sufri-imiento- alcanzó a articular débilmente. Mangel lo miró y Rubén le devolvió la mirada. Esos hermosos ojos azabache... era como perderse en el universo, ese que tanto deseó explorar cuando era niño. Estaban inundados de lágrimas, y eso los hacía brillar de una manera realmente hermosa. Nunca había visto unos ojos tan bellos.
-El dolor que sentíh en mi piernah, no se comparah con el que sientoh ahora Rubén.- le dijo Mangel mirando los ojos entreabiertos del castaño- estoh solo me hará sufrir más
Rubén no entendía, todo esto lo hacía para que el morocho no sufriera, y él le decía que solo sufriría más. Hizo una débil mueca de dolor. Ya casi no le quedaban fuerzas. Trató de buscar el cuchillo con su mano, estaba a unos centímetros de él, pero realmente le costaba cogerlo. Mangel se dio cuenta de sus intenciones y apartó el cuchillo bruscamente.
-¡Aún quiereh hacerlo! ¿¡Ereh tonto!? ¿¡Cómo puedoh hacerte entender que prefiero sufrih toda mi vida a tu ladoh que hacerlo completamente soloh!?- le gritó Mangel con su voz quebrada.
Rubén cada vez veía más borroso. El rostro de Mangel era lo único que alcanzaba a enfocar. Entonces después de todo... se había equivocado de nuevo. Esta no era la solución, solo empeoraría todo. Aún después de su muerte atormentaría a Mangel. Entonces ¿por qué no vivir? Si estaba dispuesto a sufrir con él, estaba seguro de que Mangel no lo dejaría, Mangel lo ayudaría. Todos esos momentos que vivió con él, aunque solo haya sido una semana, pasaron por su cabeza como pequeños flasbacks. Cuando lo abrazó, cuando compraron en el centro, esa vez que comieron helado, cuando charlaban mirando la televisión, el lago, su primer beso bajo las estrellas. Todo era tan fabuloso a su lado. Tenía la posibilidad de crear más momentos como esos ¿entonces, por qué no intentarlo?
No quería morir, no ahora que había entendido por fin lo que Mangel siempre trataba de decirle. Lo había captado, pero tal vez ya era demasiado tarde.
-Por favoh, no te rindas- le suplicó Mangel, había notado como Rubén pensaba y se perdía en sus pensamientos. Había notado como en su mente había una lucha interna, todo dependía de él, de lo que él quisiera. Gustavo había entrado cuando sintió el grito de Mangel y había llamado a una ambulancia. No tardarían en llegar, pero si Rubén no estaba dispuesto a seguir, pues no había remedio, lo perdería en sus brazos. Ante esa idea Mangel soltó nuevas lágrimas que caían en las mejillas de Rubén. Este lo miró y trató de sonreirle. Débilmente poso su mano en la cara de Miguel haciéndolo soprender, había entendido lo que quería. Se acercó al castaño y tocó su frente con la de él, tal como habían hecho esa primera y única vez que se besaron, al menos para Mangel, ya que estaba dormido cuando Rubén lo besó en el hospital. No podía parar de llorar, ¿esto era todo? ¿esta era la despedida? Tratando de alejar esos pensamientos acortó la poca distancia cerrando sus ojos y posando sus temblorosos labios sobre los de Rubén. Trató de dar el mejor beso de su vida y lo logró. Rubén también había cerrado los ojos sintiendo esa calidez que le trasmitía Mangel, esa calidez que envolvió su corazón como una barrera de protección, haciéndolo la persona más feliz del mundo. Quería vivir, quería estar con Mangel, quería respirar junto a él y decirle todos los días que lo amaba. Si tan solo algunas cosas hubieran sido diferentes.
Mangel rompió el beso y lo miró nuevamente sin separar sus frentes.
-Esoh que escribisteh en la carta... quieroh que me lo demuestres con acciones, no con palabrah- le dijo más calmado.
Rubén trató de sonreír nuevamente, sus párpados le pesaban y se sentía exhausto, podía sentir como la vida se le iba, no era como se lo había imaginado.
-E-entonces... s-sál-lvame- le dijo con sus últimas fuerzas.
Mangel abrió los ojos como platos ¿había escuchado bien? ¿Quería que lo salvara? Rápidamente desvió la vista hacia una ventana que había en la habitación y logró divisar una ambulancia. Los paramédicos bajaban a montones del vehículo y se adentraron en la casa.
-Vas a ehtar bien Rubiuh, vas a ehtar...- no terminó de hablar porque al desviar su mirada nuevamente para ver a Rubén este tenía sus ojos cerrados.

-¿rubiuh?

Fuck, hasta yo solté algunas lágrimas escribiendo esto T_T perdonen mi dramatismo... pero no dejen de leer. Les aseguró que pronto algunas cosas se "arreglaran" :)

Un dato solo para los curiosos :) mi nombre es Ailén :D

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora