Capítulo 77

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A pesar de la inusual temperatura elevada, noviembre se presentó agradable y placentero. La primavera ocasionó el despertar de las flores escondidas en invierno, dandole a el ambiente varios matices de hermosos colores. Las mañanas más frescas y húmedas eran agradables en el pueblo, el cual comenzaba a tornarse más alegre por las personas que, al igual que las plantas, parecían florecer y relajarse al fin por el calor y el perfume primaveral.

Rubén se encontraba solo en el campo de flores, el cual parecía brillar más de lo normal a los rayos del sol reconfortante y el viento caluroso. El castaño deslizaba lentamente sus dedos por las cuerdas de su guitarra, la cual había sido arreglada por un amigo de Miguel, alguien que sabía lo suficiente como para dejarla impecable y lista para hacer música.

Sonrió mirando el infinito, ido por el agradable sonido que producía su guitarra en respuesta a sus acciones. La melodía era lenta y calmada, pero no triste, era más bien nostáligica. Así se sentía Rubén, lleno de melancolía, recordando todo lo que había pasado en los meses anteriores.

No había sido fácil, pero parecía que finalmente las cosas comenzaban a mejorar.

Tanto Miguel como Rubén habían pasado malos ratos hace unos meses, cuando decidieron ir al hospital para hacerle un chequeo médico al castaño, el cual no se encontraba muy bien a pesar de ingerir sus medicamentos correctamente. Y recibir la noticia de que efectivamente, las medicinas ya no actuaban de manera favorable en su cuerpo, hizo que la pareja pasara por muchas dificultades que amenazaban tanto a la salud como a la relación. Debían esperar a que los costosos medicamentos nuevos llegaran desde el extranjero, por lo que en ese tiempo, Rubén sufrió constantes ataques de felicidad extrema y depresión profunda, de enojo incoherente y dependecia excesiva. El morocho se desesperaba al ver cómo su novio exclamaba en ocasiones que podía volar, que si saltaba de la ventana se elevaría como un pájaro porque no había nada que no pudiera hacer. Su optimismo se elevaba a tal punto de hacerlo creerse capaz de lo imposible. Miguel trataba de seguirle la corriente, ya que no deseaba que por una negación de su parte, Rubén deseara demostrar sus locas intenciones. El morocho había olvidado cuántas veces iban desde que despertaba sobresaltado por los llantos desconzolados de Rubén en medio de la noche, sus risas sin sentido, su malhumor por creerse traicionado de aquel amor tan puro que el Miguel le demostraba día a día.

Claro que Mangel era un humano como cualquier otro, y tenía sus límites. A veces debía encerrarce en el baño y respiraba tratando de calmarse, escuchando a lo lejos los gritos de Rubén. Y es que en ocaciones, las palabras del castaño eran tan hirientes que no se veía capaz de soportarlo. Sentía que en cualquier momento le soltaría la mano y se la estamparía en la mejilla para que se callara. Pero no podía hacer eso, él sabía que aquello solo era una enfermedad, no era su culpa, la víctima era Rubén, no él. A base de esos pensamientos no tan acertados, Miguel se relajaba en la soledad del baño, esperando paciente a que su novio se calmara; y cuando lo hacía, siempre lo encontraba en una esquina, llorando en silencio por la culpa que seguramente lo carcomía.

Pero a pesar de aquello, el morocho siempre se mantuvo con la frente en alto, nunca deseó irse y dejar a Rubén solo, nunca deseó que el castaño dejara de molestarlo con sus berrinches. Amaba abrazarlo luego de sus ataques matutinos, amaba mimarlo y susurrarle palabras reconfortantes y graciosas que hacían reír levemente entre lágrimas al castaño.
En ocasiones, despertaba sin Rubén a su lado y se asustaba, pero luego sentía el olor a quemado proveniente de la cocina y reía internamente al saber que el ojiverde intentaba hacerle el desayuno sin mucho éxito.

Pequeñas acciones que decían mucho, Miguel no necesitaba mas que eso. Esas demostraciones sutiles que Rubén le ofrecía muy pocas veces hacían que todo valiera la pena.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora