Capítulo 47

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Rubén sintió como su corazón se detenía por un segundo que pareció eterno. Kevin los miraba como si hubiera visto un extraterrestre. Giró su cabeza y observó a Mangel. Este estaba igual, o peor que él, sentado en la cama con los ojos como platos mirando a su hermano, que en cualquier momento gritaría de nuevo si uno de los dos no hacía algo. Rubén esperaba a Mangel, él tenía que hablar... después de todo era su hermano. Pero mientras más tiempo pasaba más paralizado estaba el morocho. ¿Tan asustado estaba? ¿Tan malo era Kevin? ¿Acaso contaría todo? El tiempo se había detenido en aquella habitación. Todos estaban como estatuas mirándose entre si, buscando las palabras correctas para romper la tensión.
-¡Respóndeme qué mierda está pasando!- grito Kevin luego de unos segundos de silencio incómodo. Aquello pareció sacar de su trance a Mangel, que se levantó bruscamente de la cama y agarró a su hermano tapándole la boca y cerrando con su mano libre la puerta de un portazo. Rubén solo miraba las quejas de Kevin hacia su hermano desde la cama. Sentía que si se metía en todo esto sería peor, pero debía meterse. Después de todo, en esta situación él también estaba involucrado.
-K-kevin...
-¡Tu cállate!- grito el menor interrumpiendo a Rubén que finalmente había logrado tartamudear una palabra.
-Kevin deja de gritar por dios- se quejó Mangel ahora un poco más tranquilo mientras se aseguraba de que nadie hubiera escuchado sus gritos.
-¡¿Qué no grite!? ¿¡Cómo no gritar después de enterarme de que mi hermano es gay!?- exclamó enfurecido.
-¡No soy gay idiota! ¡Y deja de gritar!- habló con voz firme haciéndolo parecer más maduro.
-Ah... claro disculpa... solo estabas probando la boca de ese desgraciado- contestó sarcásticamente señalando a Rubén. Al escuchar esas palabras el castaño bajó la cabeza tratando de aguantar las lágrimas que amenazaban con salir. ¿Dónde estaba ese Kevin divertido que había conocido una horas atrás? ¿Tanto le afectaba? ¿Tanta era la diferencia? Se sentía desplazado, quebrado, derrotado. Hasta sintió arrepentimiento por unos segundos. Pero luego inspiró tomando fuerzas, no podía arrepentirse. No ahora. Debía hacerle frente a la situación pero sentía que si hablaba Kevin le echaría la furia, y no estaba psicológicamente preparado para eso.
-Basta, no seas inmaduro. Tu no eres así Kevin... tu tienes la mente abierta. No seas como papá- trataba de convencerlo Mangel.
-¡No metas a papá en esto! ¡Él no tiene nada que ver en esta situación y lo sabes!- insistía cada vez más furioso.
-¿¡Qué quieres Kevin!? ¡Yo no elegí enamorarme de Rubén! ¡Pero lo hice! Lo amo con todo mi ser y no voy a ceder... no esta vez- suspiró tratando de calmarse. Nuevamente reinó el silencio. Rubén estaba conmovido por las palabras de Mangel, siempre era tan seguro de sus sentimientos, mientras que él no podía articular una palabra por el miedo. Miedo a meter la pata y arruinar todo más de lo que ya estaba.
-Mamá se tiene que enterar de esto- murmuró Kevin con la mirada perdida.
-No, por favor... no se lo digas- suplicó el castaño hablando con la voz quebrada. No resistiría la desaprobación de aquella mujer tan encantadora. No quería verla enfadada con él ni con Mangel. Kevin lo miró con el ceño fruncido pero luego se relajó un poco. Pequeñas lágrimas silenciosas caían en sus mejillas, logrando que sintiera un poco de pena por el muchacho. Suspiró y trató de ponerse en su lugar. Trato, trato y trato de no ser impulsivo.
-Miguel, hablemos... a solas- dijo luego de un rato pensando.
-Cualquier cosa que me tengas que decir, Rubén también tiene el derecho a escucharla.
-Miguel- dijo mirándolo firme. Mangel suspiró rendido y miró a Rubén esperando su aprobación. Este sin poner resistencia asintió un poco nervioso, dejando así que Kevin y Mangel salieran hacia otra habitación.

Kevin condujo a Mangel hacia el baño, que era bastante grande, y entró con él cerrando la puerta con seguro.
-No tienes idea por todo lo que hemos pasado Kevin, por favor, sé comprensivo- susurró para que no los escucharan.
-No entiendo Miguel, ¿seguro que esto no es un capricho tuyo? Se nota que Rubén está muy nervioso con todo esto... ¿Estas jugando con él? Puedes ser sincero conmigo... no te culpo si estas intentando cosas nuevas... yo...
-Kevin basta- lo interrumpió Mangel enojado- yo en serio amo a Rubén, creeme que cuando lo conocí no entendía que me pasaba, me costó, pero al final me di cuenta de que me había enamorado. Tu me conoces Kevin, sabes que yo no juego con los sentimientos de las personas.
-Está bien... puedo confiar en ti pero, ¿cómo estas tan seguro de que él siente lo mismo por ti?
-¿A qué te refieres?- preguntó Mangel arqueando una ceja.
-¿Qué pasa si algún día Rubén se da cuenta de que en realidad todo fue una confusión? ¿Qué harás entonces Miguel? Te conozco, yo se que te vas a deprimir. No quiero que eso pase, yo... yo solo intento protegerte- confesó Kevin agachando la cabeza. Mangel sonrió de lado y abrazó a Kevin tiernamente, sorprendiéndolo un poco.
-Él me ha demostrado su amor Kevin, me ha demostrado que soy especial para él y me hace sentir único cuando estoy a su lado.
-¿Estas seguro? ¿En verdad confías en él?
-Completamente.
Kevin suspiró y soltó a su hermano para luego sonreirle negando con la cabeza.
-No puedo creerlo...
-Haz como si nada haya pasado... simplemente ignora el hecho de que somos algo más. Le diremos a mamá y a papá, pero no ahora, él aún no está seguro. Tiene miedo Kevin.
-No se como se lo tomarán ellos Miguel, sabes como son.
-Lo se, pero tendrán que aceptar esto. Siempre los he complacido con casi todo. Esta vez yo voy a decidir.
Kevin asintió con la cabeza y colocó su mano en el hombro de Mangel.
-Me alegró por ti hermano, lamento haber hecho un escándalo pero es que... nunca pensé que fueras gay.
-No lo soy Kevin, Rubén es el único. Nunca me fije en otros hombres.
-Lo se pero, tu siempre fuiste el mujeriego, digo... te encantaba estar con mujeres.
-Ese era mi antiguo yo, ahora soy diferente.
-Está bien, entiendo.
-Gracias- sonrió Mangel abriendo la puerta del baño.
Cuando entraron a la habitación se quedaron paralizados. Todo estaba desordenado, roto y revuelto. Parecía que un tornado había pasado por el cuarto.
-¿¡Rubius!?- llamó Mangel nervioso al no verlo en el lugar- Joder- se quejó comenzando a buscarlo en la inmensa habitación.
-¿Que mierda paso aquí?- preguntó Kevin un poco shockeado.
-Él... él está enfermo Kevin- respondió mirando debajo de la cama.
-¿Enfermo?
-Es bipolar...
-¡¿QUÉ!?- gritó Kevin sorprendido.
-Deja de gritar y ayúdame... te dije que no tenías idea por lo que habíamos pasado.
-Joder...
Ambos buscaron por cinco minutos hasta que Kevin lo vio en la pequeña terraza que se abría paso en la puerta ventana.
-¡Lo encontré!
Mangel corrió hacia allí y le indicó a Kevin que los dejara solos, este asintió y salió de la habitación sintiéndose un poco culpable.
El castaño estaba en una esquina de la terraza, con sus rodillas flexionadas y su rostro escondido en ellas. Mangel podía ver como sus hombros temblaban un poco y suspiró de manera triste. ¿Acaso esta tortura nunca acabaría?
-Rubiuh...- susurró acercándose a él.
-Ha-ablaste c-con tu acento- dijo él con la voz quebrada luego de una pausa. Mangel rió un poco, tenía razón... había roto esa promesa que le había hecho a sus padres cuando solo era un niño.
-No me importah- dijo sentándose a su lado.
-¿Cómo n-no te va a importar? Me habías dicho que era importante...
-Si, pero acaboh de darme cuenta de que ya no me importah lo que digan mis padreh.
-S-son tus padre Mangel... debes obedecerles aunque no quieras.
-Lo se, pero eh divertidoh romper las reglah de vez en cuando- sonrió mirando el cielo.
-Gilipollas- rió Rubén por la rebeldía del morocho.
-¿Me dejas veh tu rostro?- preguntó en un tono suave. Rubén quito su cara de sus rodillas y miró a los ojos a Mangel. Se sentía tan mal por no poder controlarse... los nervios de lo que pudieran estar hablando Kevin y Mangel en el baño lo habían enloquecido por completo.
-Lo siento...- susurró apartando la mirada.
-¿Tomasteh tus medicamentoh?
-Lo olvidé, con todo esto de tus padres... estaba tan nervioso que lo olvidé.
-Ehta bien, pero ahora vamoh, debes tomarloh.
-Vale...
Se levantaron y entraron nuevamente a la habitación.
-Joder... en verdad lo siento. Pagaré por los daños Mangel perdóname, no me di cuenta que había hecho tanto desorden- exclamó Rubén al ver el desastre de la habitación.
-No te preocupeh Rubiuh... despuéh de todo yo también olvidé lo de tus medicamentoh.
-Mierda, Kevin me odiará.
-Hable con él y entendióh lo nuestro. Lo acepta Rubiuh.
-¿En serio?- preguntó sorprendido.
-Si... solo estaba malinterpretando las cosah.
-Ah... vale pero, ¿no me odia?
-Tu soloh no lo presiones. Aún necesitah tiempo para asimilar lo nuestroh.
-Entiendo.
Mangel llamó a una empleada para que limpiara el desorden y la amenazó diciendo que si decía algo la despediría. Esta sin preguntar ni opinar limpió el desorden y dejó todo como si nada hubiera pasado. A Rubén le daba un poco de pena la joven, por su culpa tenía que limpiar más de lo normal. Pobre chica.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora