Capítulo 4

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-Y... ¿cómo es tu nombre?- preguntó Miguel, un poco incómodo después de interminables minutos de silencio total. No era exactamente el tipo de persona que se le diera bien mantenerse callado sin sentirse ansioso.

-No estoy de humor.- respondió Rubén sin mirarlo y sin parar de caminar.

-Vale vale.. Yo me llamo Miguel Ángel, pero puedes decirme Mangel, así me llaman en el pueblo. Es raro, nunca se me pasó por la cabeza que me darían ese apodo tan extraño.- rió sólo.

-No me interesa ¿Podrías por favor no hacer ruido? - se quejó el castaño, y es que en serio ya se estaba poniendo nervioso. El sólo sentir cómo aquel morocho lo seguía y miraba le molestaba. Si seguía hablando terminaría por irritarse y no quería perder toda la tranquilidad que había conseguido en el campo de flores.

-Vale, vale, disculpa.

Rubén se detuvo un momento, recordando repentinamente algo que le hizo sentir escalofríos desagradables por todo el cuerpo. 

Miguel no tardó en mirarle extrañado. Caminó un poco más, quedando a su lado. El guitarrista se veía muy pálido de repente.

-¿Estás bien?- murmuró cauteloso.

Rubén se dio la vuelta hacia él y le miró enfadado, haciendo que se echara para atrás inconscientemente. Aquella mirada fría... era intimidante. Ya no parecía el sereno guitarrista de antes.

-Si le dices a alguien lo que viste en mi brazo lo vas a lamentar.- amenazó el castaño en voz baja y tensa.

Miguel volvió a respirar aliviado cuando Rubén comenzó a caminar nuevamente, despegando su mirada de él. No se había esperado aquello.

Tiene su carácter... pensó.

El resto de la caminata fue silenciosa. El pelinegro se quedo con una sensación desagradable después de la amenaza, y al mismo tiempo se le acabaron los temas de conversación. Rubén, por su lado, solo deseaba llegar de una vez a su departamento y descansar sin tener a aquel extraño pisándole los talones.

El pueblo comenzó a aparecer en el horizonte y Miguel suspiró con cansancio. Al final había sido más lejos de lo que pensaba el camino de regreso.

-Bueno, seguro ya te ubicas desde aquí.- dijo el serio castaño a modo de despedida.

-Em.. sí. Gracias.

Rubén bajó la mirada, tragando saliva.

Aquella última palabra hizo que se le erizara la piel. ¿Hacía cuánto alguien no le agradecía algo? Se sintió muy raro al escucharlo. También estúpido por reaccionar ante algo que para los demás obviamente era algo simple.

Después de haber procesado la información rápidamente, Rubén siguió caminando con la guitarra en su espalda hacia su departamento, pretendiendo indiferencia como de costumbre. Él sabía que la indiferencia alejaba a las personas y en ese momento lo único que quería era volver a estar solo. No se molestó en mirar atrás.

Miguel sí se quedó mirándolo mientras se alejaba, y luego de unos segundos se percató de que había algunas personas que lo observaban a él. Se sintió un poco incómodo y decidió irse a su departamento. Era tarde y no había comido, así que se apresuró a devorar todo lo que su estomago pudiera digerir una vez que llegó a su hogar. Después de haber aliviado su hambre, Miguel encendió el televisor de su pequeño salón para poner las noticias desinteresadamente.

"Y ahora volvemos con una noticia especial dedicada a la familia Doblas, hace ya un año desde la tragedia de la cabaña en llamas que incineró al señor Doblas y a toda su familia mientras dormían. La causa del incendio no se desconoce, alguien la provocó intencionalmente ya que se encontraron algunos rastros de gasolina en la casa. Además se cree que el causante del fuego asesinó a la familia antes con una apuñalada a sus cuellos, la policía forense..."

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora