Un nuevo muchacho llamado Miguel llegó al lugar buscando trabajo y también un poco de paz. Sabía por rumores que aquel pueblo era bastante tranquilo, habitado por personas amables y generosas. Además, la vista de las montañas que conformaban el horizonte era única. Llevado por la tentación, decidió quedarse una temporada en aquel pueblo. Rápidamente buscó un departamento y se alojó a gusto. El dinero no era problema para él, sus adinerados padres le habían dejado suficiente y en sus viajes siempre encontraba empleo sin contratiempos.
Miguel era del tipo de persona amable y solidaria. Aunque no siempre había sido así, claro. La vida fue la que conformó su actual personalidad. Había conseguido varios títulos menores de medicina a pesar de que sus conocimientos eran muy buenos, bastante como para obtener algún reconocimiento más serio y elevado. Pero él no estaba interesado en nada de aquello.
Ya cansado de la monotonía de su trabajo en el hospital de su ciudad, el morocho decidió darse una vuelta por el mundo para conocer lugares nuevos que despertaran su curiosidad, ya que se encontraba en su mejor edad. Con 23 años, Miguel ya había recorrido un cuarto del mundo y gracias a su inteligencia y esmero, había terminado muchos de sus estudios rápidamente, por lo cual se apresuró a explorar fuera de los libros.Una vez alojado decidió darse una vuelta por el pequeño pueblo. Todo era agradablemente silencioso, tal y como aseguraban los rumores. Las personas eran tranquilas y el clima era agradable a la vista y el cuerpo. Realmente todo en ese pueblo era pacífico, o al menos eso pensaba él. Eso era lo que se veía a simple vista.
Los días acontecieron rápidamente para Miguel y todo a su alrededor transcurrió de una manera bastante normal. La gente del pueblo ya se había encariñado con él. Incluso algunos lo llamaban Mangel. Ese apodo que le habían otorgado en un juego de palabras entre su primer y segundo nombre; Miguel Ángel. Sí... Mangel se sentía verdaderamente a gusto en aquel pueblo.
***
-¡Mangel! - le gritó su jefe obteniendo la atención del trabajador muchacho.- ¿Puedes ir a comprar algunas cosas al centro? Necesito herramientas.
Miguel había conseguido empleo en una cerrajería bastante humilde, pero eficaz. No era el mejor trabajo que pudiera tener, pero le alcanzaba para vivir. A pesar de tener un título de medicina, Miguel tenía muchas habilidades más. Tenía la capacidad de adaptarse a lo que se le pusiera en frente con facilidad y eso le había ayudado mucho a lo largo de su vida.
-¡Claro, ahora voy! - Se limpió sus manos algo sucias por el trabajo y luego caminó hasta su jefe sonriendo tranquilo.
Luego de tener la lista de compras en sus manos, Miguel comenzó a dirigirse al centro. Casi nunca iba ahí, no le daba mucha curiosidad la parte "activa" del pueblo. Prefería quedarse en la zona tranquila.
A medida que avanzaba a paso lento y despreocupado, el número de personas comenzaba a aumentar. El silencio ya no reinaba. Los coches y la gente se dirigían por diferentes rumbos sin parar como si de una auténtica ciudad se tratase. A Miguel le pareció todo muy ruidoso. Definitivamente no le gustaba esta parte del pueblo, pero no le quedaba de otra, así que continuó andando. De todos modos solo sería un momento.
Después de caminar y caminar llegó a una plaza con espacios verdes y juegos para niños. Decidió descansar un poco las piernas, sentándose en una banca, y allí, cuando se hubo relajado finalmente, comenzó a observar a su alrededor. Amaba escuchar las risas de los niños adornando el ambiente natural, y le enternecía ver a las parejas de adolescentes agarrados de las manos, a los abuelos alimentando a las palomas y a los adultos ayudando a sus hijos a columpiarse en las hamacas. Miguel pensó un instante como sería tener una familia, como sería enamorarse. Había tenido relaciones con mujeres pero ninguna había durado más de dos meses. Solía ser mujeriego cuando era más joven, pero aquello había quedado en el pasado. Tenía todo en su vida, eso creía hasta que llegó a ese parque de espacios verdes. En ese momento se dio cuenta de que lo que realmente le faltaba era alguien en su vida. Alguien a quien amar.
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Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]
Fiksi PenggemarRubén sufre de una enfermedad que le hace actuar antes de pensar, de esa manera termina alejando a todos los que lo rodean... pero un médico llamado Miguel consigue acercarse a tal punto de sentir algo por él. Aunque lo que él no sabe es que Rubén o...