Capítulo 13

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-¿Rubius? Rubius, ¿estás bien?

Rubén salió de sus pensamientos al percatarse de la voz de Miguel, el cual al parecer había estado hablando a su lado mientras caminaban tranquilos el uno al lado del otro.

-Ah... sí, lo siento. ¿Qué decías?

-Que si estás satisfecho con el móvil que elegimos...

-¡Ah! Sí, sí... aunque no se cómo usarlo y bueno... no creo que pueda pagarlo. No tengo dinero.- confesó un poco apenado.

-Considéralo un regalo de mi parte, ¿está bien?.- dijo Miguel sonriendo.

-P-Pero no puedo aceptarlo...- Rubén sintió su rostro calentarse ante la sonrisa despreocupada que le regalaba el morocho.- ¡Es mucho dinero!

-Ya... no me hagas arrepentirme y úsalo para mandarme mensajes.

-Bueno... pero te lo devolveré.

Miguel pareció aceptar el trato con una risa pequeña.

Ambos se encontraban paseando por el centro con las compras ya hechas. Además del celular, habían conseguido cosas para el viaje que tenían planeado a las montañas el fin de semana. Rubén seguía negándose a ir pero Miguel no tenía planeado desistir ante su propuesta. Estaba convencido de que el fin de semana en la montañas ayudaría a Rubén a reflexionar algunas cosas, y también podría conocerlo mejor. Definitivamente estaba muy entusiasmado por el viaje, mientras que el castaño sólo rogaba por que lloviese o algo por el estilo.

Mientras caminaban hacia la plaza a descansar un rato las piernas, cruzaron una heladería al parecer nueva, una que le llamó la atención a Rubén. Sin darse cuenta se había quedado parado enfrente de esta mirando a las personas que ingresaban y salían. Miguel al darse cuenta de esto lo miró curioso.

-¿Quieres uno?

-¿Qué?- preguntó Rubén, apartando la vista del negocio.

-¿Quieres un helado?

Rubén lo miró con una expresión indescifrable. Era como si su cabeza estuviera batallando en decidir si tomar un helado o no. No era la gran cosa, ¿o si?

-Vamos, solo es un helado. Creo que es una heladería nueva. Debe ser extranjera.- animó Miguel encogiéndose de hombros. Cuando se propuso caminar hacia el lugar, la mano rápida de Rubén lo detuvo por el brazos temblorosamente. Miguel, aún más confundido se giró y vió a Rubén a punto de... ¿llorar? Parecía que estaba al borde de algo pero ¿de qué?

-¿Rubius..?- murmuró, acercándose levemente.

-V-Vamos a la plaza, Mangel...- dijo el castaño, soltándolo algo dudoso y dirigiéndose una vez más hacia la plaza donde solía tocar la guitarra. Últimamente no la tocaba con tanta frecuencia. Era como si ya no lo necesitara. ¿Sería por Miguel? Aquel pensamiento pasó muy fugaz por su cabeza.

Miguel no hizo demasiadas preguntas en ese instante y finalmente ambos se sentaron en un banco del parque, suspirando cansados. Habían estado muchas horas caminando y realmente necesitaban relajarse un momento.

-¿Por qué te quedaste embobado con la heladería?- preguntó Miguel al cabo de un rato, curioso de la respuesta.

Rubén dudo un poco pero sentía que podía confiar en él. Algo de Miguel le seguía inspirando confianza y tranquilidad.

-Yo emm... bueno... - Soltó un último suspiro y se decidió a hablar- Nunca probé uno.

-¿QUÉ?- se sobresaltó Miguel- ¿Nunca? Pero...

-Mis padres nunca me trajeron a tomar un helado... supongo que no tenían tiempo para eso. Más bien, yo no les otorgaba ese tiempo ni esa comodidad.- siguió diciendo un poco cabizbajo.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora