Capítulo 74

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Maratón 1/3:

Miguel se removió entre las sábanas de la cama perezozamente, haciendo que escuchara una suave risa a su lado. Entreabrió sus ojos y logró ver a Rubén, el cual permanecía quieto a su lado, acariciando sus cabellos de manera cariñosa. Su sonrisa era tan natural... tan fresca y serena que logró que el adormilado Miguel suspirara sin quitarle la mirada.

-Duérmete... aún es temprano- murmuró el castaño mientras bajaba su mano para acariciar ahora el suave rostro del morocho.

Rubén está más hermoso de lo normal...

Pensó Miguel hipnotizado por esa sonrisa tan pura y esos ojos verdes pequeños por el sueño. Ocultó bajo sus párpados sus ojos azabache y se acurrucó contra Rubén, abrazándolo por la cintura y pegándose a él como un koala mimoso. Volvió a escuchar esa bella risa que era como música para sus oídos y sintió nuevamente las manos de Rubén acariciar su cabello de manera agradable.
Amaba tanto cuando se ponía cariñoso de esa manera tan dulce. Y lo que le hacía apreciar esos momentos era que aquello no sucedía muy a menudo.
Entreabrió sus ojos y en un rápido movimiento se acercó a su rostro, plantándole un beso inesperado en la mejilla que logró hacer que Rubén enrojeciera fuertemente. Miguel sonrió burlón al ver el rubor en el rostro del castaño y volvió a pegarse a él, abrazándolo por la cintura y cerrando sus ojos sin poder ocultar su sonrisa burlona y de satisfacción.

-C-cabrón...- susurró Rubén tratando de controlar los latidos de su corazón. Ese contacto en su mejilla había sido incluso más efectivo que uno en los labios. Escuchó una pequeña risa de Miguel y sonrió negando con la cabeza. Por alguna razón, la reacción le recordó a los viejos tiempos, cuando su cuerpo respondía nervioso ante las muestras de cariño, aunque en ocasiones como esas, seguía haciéndolo, y es que Mangel tenía un extraño poder sobre él que aún no lograba contraatacar.
Y en realidad, no estaba seguro de querer hacerlo.

***

El morocho despertó nuevamente a las 11 en punto de la mañana pero esta vez, Rubén no estaba a su lado. Suspiró algo desepcionado al no ver su rostro sonriéndole como siempre al despertar. Era increíble cómo esa simple acción se le había hecho costumbre.

Se levantó tirando las sábanas y mantas hacia un lado y dejó que sus pies descalzos tocaran la fría y sucia alfombra. Era realmente desagradable, pero el día de ayer no había tenido ni la cabeza para reservar un cuarto más arreglado.
Sintió un pequeño sonido en el baño que le hizo sonreír con picardía. De seguro Rubén estaba por darse una ducha.

Caminó de puntitas sacándose la ropa y sintiendo dolor en sus cadéras.

Oh si, iba a vengarse.

La experiencia de la noche anterior había sido especular y excitante, y no se arrepentía para nada, pero Miguel prefería ser el activo, ahora se daba cuenta por el dolor que sentía en sus partes bajas.
¿Rubén se habría acostumbrado
ya al dolor? Tal vez ni siquiera sentía dolor, tal vez solo se experimentaba aquello al ser la primera vez. Le preguntaría luego. Probablemente se ganaría un rubor de su parte, pero amaba verlo sonrojado, así que no perdía nada.

Tratando de contener la risa al imaginarse el cómo reaccionaría Rubius al verlo, abrió la puerta del baño, que por suerte no tenía seguro, y observó dentro del pequeño cuarto, pero... no había nadie.

Resopló molesto y confundido al no ver al castaño ahí dentro.

Casi pega un grito nada masculino al ver cómo una rata trataba de salir de la tina desesperadamente. Corría de lado a lado, resbalándose por la "limpieza" de su prisión, haciendo con sus patitas el sonido que el morocho había escuchado segundos atrás. Miguel se llevó la mano a la boca ahogando una arcada. Jamás había visto una rata, no al menos fuera de películas, y era verdaderamente asqueroso. Mangel podía ser amable, considerado y respetuoso, pero los lujos en los cuales vivió casi toda su vida le habían hecho tomarle asco a cosas como esas. Lo único que no llegaba a asquearlo, y que a la mayoría de las personas sí, era la sangre, y es que al ser doctor... había visto bastante. Pero nada se comparaba a cuando había visto a Rubén en su intento de suicidio meses atrás, lleno de cortadas en su cuerpo, sangre, lágrimas...

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora