Capítulo 68

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Mira cuántas brillan...
mira cuántas...
Mira cuántas brillan...
en la inmensidad...

Una suave voz de mujer cantaba lentamente mientras mecía en sus brazos a un pequeño bebé.

Una es tuya, niño...
una es tuya, niño,
y de nadie más.

El bebé rió tocando con sus manitos la cara de esa mujer que le sonreía tiernamente.

Búscala...
búscala entre tantas
que en cielo está
diciendo tu nombre
con su palpitar...

Una es tuya, niño...
una es tuya, niño,
y de nadie más.

La mujer acarició el cabello de su bebé cariñosamente, haciendo que este cerrara sus ojitos de manera cansada.

Búscala...
esa estrella es tuya
y de nadie más.

Y de nadie más...

*****

Rubén abrió sus ojos lentamente sintiendo una extraña paz en su interior. Estaba totalmente relajado mientras la voz de aquella mujer seguía rezonando en sus oídos. Esa melodía ya la conocía... recordaba que su madre se la cantaba cuando era pequeño. Esa voz tan profunda y angelical... ¿era de ella? El castaño permanecía con la mirada perdida y sonrió soltando una lágrimas silenciosas. Esa era la voz de su madre... era ella... había recordado su voz en su sueño... después de tanto tiempo... al fin recordaba esa hermosa melodía. Las lágrimas siguieron recorriendo sus majillas en completo silencio. No podía creerlo...
Cerró sus ojos tratando de dormirse de nuevo, tratando de volver a tener ese sueño tan agradable y cálido... pero no lo logró.
Un ardor en su brazo acabó con toda la paz, haciendo que soltara un gruñido de molestia. Abrió sus ojos nuevamente y miró a su alrededor. Estaba en el salón, acostado en el sofá. ¿Cómo había llegado allí? Sus ojos se posaron en su brazo, el cual estaba completamente vendado con unas telas blancas que presionaban su piel adolorida.

-Ten esto. Te ayudará para el dolor- Rubén miró a un costado, observando cómo el doctor sostenía una pastilla en su mano y en la otra un vaso de agua. Sin protestar, se sentó con dificultad en el sofá y aceptó el medicamento, llevándolo a su boca para luego tragarlo con la ayuda del agua. Estaba un poco confundido, pero no tardó en recordar todo lo que había sucedido, haciendo que la molestia en su pecho volviera a inquietarlo.

-¿Cómo está?- preguntó debilmente. Sabía que el doctor había vendado su brazo, solo esperaba que no hiciera preguntas con respecto a eso. Pero ahora quería saber si Mangel estaba bien. Solo eso deseaba.

-Tengo que habar contigo seriamente- contestó el doctor haciendo que Rubén se pusiera nervioso. El canoso se sentó a su lado y lo miró sin ninguna expresión en su rostro.

-¿Está bien?- volvió a insistir desesperado. Si algo llegara a pasarle...

-Esta mejor, pero no bien. Rubén... Miguel fue drogado- explicó sin quitar su mueca de seriedad. El castaño abrió sus ojos como platos ante la nueva información.

-¿Q-qué?- preguntó impactado. ¿Que había sido drogado? Era lo último que se hubiera imaginado.

-Si. Y digo que "fue drogado" porque luego de realizarle varias pruebas, pude comprobar que las drogas fueron seleccionadas especialemente para dañar su organismo. Alguien lo hizo intencionalemente. Al principio pensé que él mismo se había drogado. Pero yo conosco a mi amigo, él jamás haría algo así.

Rubén permanecía con su cara desfigurada por la sorpresa. ¿Quién..?

-P-pero... no... no entiendo- tartamudeó frunciendo el ceño desconcertado- ¿Su organismo? Pero él...

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora