Capítulo 90

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Aún recuerdo esa tranquila tarde de primavera en donde miraba desde la distancia completamente celoso cómo mi hermano Kevin jugaba con su joven y pequeña yegua, Abigail. Corría y reía mientras que el potrillo lo perseguía relinchando de felicidad. Sentía mi rostro arder de furia al ver lo divertido que aquello se veía. Yo también quería jugar con el caballo, pero mi hermano jamás se despegaba de ella, y yo tenía que quedarme a jugar sólo con los juguetes de madera.

Pero aquel día... aquella tarde de primavera no pude soportarlo más. Esa tarde me di cuenta de la verdadera razón por la cual mi hermano me ignoraba y jugaba todo el tiempo con su potrillo. Me di cuenta de que la verdad, era que Kevin ya no me quería. No me necesitaba porque con Abigail tenía más que suficiente.

Recuerdo cómo se me saltaron las lágrimas al comprender aquella dolorosa verdad. En verdad me sentí miserable, y a la vez, sentí algo extraño que jamás había experimentado.

Odio.

Yo odiaba a esa yegua. Odiaba a Abigail por haberme quitado a mi hermano.

"¡Pero él ya no me quiere!", recuerdo cómo le reclamaba a mi madre la situación. Era su culpa después de todo. Ella y papá habían llegado con ese estupendo regalo para el amante de caballos y yo había quedado abandonado. Alexby vivía lejos en aquel tiempo y me había dicho que sus padres estaban de viaje, por lo que yo no podía jugar con nadie más.

Mi madre... ella me observó a los ojos luego de escuchar mis reclamos, trasmitiéndome la tranquilidad que poseía con sólo una mirada cariñosa y maternal. Me relajé inconscientemente.

"Miguelito...", susurró pasando su mano por mi cabello oscuro y alborotado, "Abigail sólo es un animal. Tú eres el hermano de Kevin."

"Pero él ya no juega conmigo..."

"Eso es porque tu sólo quieres jugar con él. ¿Qué tal si ambos juegan con Abigail? Estoy segura de que tu hermano se muere por mostrarte las cosas que su caballo puede hacer. Además... tu puedes enseñarle lo que has aprendido con Thor..."

Thor era otro de los caballos que habían comprado mis padres. Yo había intentado darle celos a Kevin con el fuerte caballo que parecía mas fuerte y fornido que Abigail. Pero mi hermano me ignoraba y seguía cuidando a su yegua como si fuera oro.

"¿Tu crees que me deje jugar con él y Abigail?", preguntaba yo, temeroso de la respuesta.

"Claro que sí Miguelito. Kevin no puede remplazarte con un animal porque tu eres su hermano. Ven aquí..."

Me subí a su regazo y ella me acarició para que las lágrimas dejaran de escaparse de mis ojos. Me sentía tan rechazado...

"Llegará un momento en tu vida Miguel... un momento en el cual todas tus buenas acciones serán recompensadas. Pero las malas acciones también volveran a ti. Todo está lleno de consecuencias ya sean beneficiosas o malignas... de ti depende. Puedes dar para recibir... o puedes dar sin esperar nada a cambio, y cuando menos te lo esperes... se te otorgará un bello regalo sorpresivo... lo mejor de las sorpresas es que no sabes cuándo, cómo ni quién te la hará. Recuérdalo Miguel. Ahora ve a jugar con tu hermano e intenta integrar a Abigail a la familia. Si tu tratas de ser bueno con ellos, es probable que el ambiente se torne agradable para todos. Pero no lo hagas esperando algo a cambio. Recuerda que las sorpresas siempre son mejores..."

Cuánta razón tiene mi madre, pensé en ese momento, aunque la verdad era que no habia entendido mucho lo que quiso decir. Aun asi, le sonreí y corrí entusiasmado hacia mi hermano menor, el cual al verme con una gran sonrisa de oreja a oreja y no con la típica mueca de enojo que siempre le dedicaba últimamente, me sonrió de vuelta y se aproximó a mi siendo seguido por la curiosa Abigail.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora