Capítulo 91

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El sonido de la puerta siendo abierta logró que Rubén levantara su rostro anteriormente escondido entre sus manos huesudas. Limpió sus ojos mojados disimuladamente y observó sentado en el sofá cómo Miguel entraba en el departamento con la mirada gacha, cerrando la puerta tras de si con tranquilidad.

-Miguel...- suspiró Rubén poniéndose de pie. Había estado preocupado por él todo el rato ya que era muy tarde y afuera la lluvia caía sin piedad. Pero ahora, al verlo frente a él sano y salvo otro tipo de nerviosismo crecía en su pecho. Sintió sus piernas temblar al caminar hacia el morocho tímidamente, pero antes de que pudiera decir algo, este dobló esquivándolo y comenzó a caminar lentamente hacia su habitación ignorando por completo a Rubén, el cual sintió sus ojos humedecerse nuevamente ante aquella acción tan dolorosa. Y pensar que antes sólo deseaba que todos se mantuvieran lejos de él...

-Miguel...- le siguió viendo con preocupación las prendas totalmente empapadas de su par. Al parecer no había llevado paraguas, pescaría un resfriado si no se cambiaba pronto.

-Iré a dormir un rato...- le escuchó susurrar. Rubén observó entonces boquiabierto la botella llena de cerveza que Miguel llevaba en su mano derecha.

Tembló.

-V-Vale...- murmuró dando un paso hacia atrás, viéndose incapaz de cambiar las intenciones de Miguel. Tenía miedo. El miedo le estaba controlando como nunca antes. Miedo a que Miguel reaccionara mal a sus explicaciones, miedo a que Miguel le ignorara como lo había hecho desde la exploción, miedo a quebrarse frente a Miguel, miedo a perder a Miguel, miedo a darse cuenta de que en realidad ya lo había perdido. Miedo, miedo, miedo.

Y sin más, el morocho se adentró en aquel cuarto en el que tanto habían compartido.

Rubén se dejó caer nuevamente en el sofá y sus manos escondieron una vez más su rostro pálido. No tenía idea de qué hacer ahora. Vale... sí sabía, pero Miguel no parecía estar dispuesto a hablar, y el castaño lo entendía perfectamente. Probablemente ya no querría ver su cara nunca más, pero aún así, Rubén sabía que debían hablar. Debían aclarar las cosas entre ellos y... terminar su relación de ser necesario, pero debían enfrentarse.

Aunque aquello les aterrara a ambos.

Una larga media hora después, el timbre del departamento resonó por todo el lugar. Rubén volvió a limpiarse los ojos y se puso de pie para luego caminar hacia la puerta a paso lento.

Cuando abrió, sintió su corazón detenerse por unos segundos.

-Rubius...- susurró la pelirroja con lágrimas en los ojos. Se acercó dejando caer su paraguas al suelo y rodeo el cuerpo flacucho de Rubén en un fuerte abrazo desesperado. El castaño tragó saliva y correspondió temblorosamente, sintiendo los fuertes latidos de su amiga retumbar junto a su pecho- Siento todo esto...- volvió a susurrar- Estaba tan asustada... no sabía qué era lo que te había pasado. Intenté buscarte pero luego Alex desapareció y... después vi las noticias... la exploción... joder casi muero del susto y no nos dejaban irlos a ver al hospital. Y Alex murió y yo...

-Nina, cálmate...- suplicó Rubén separándose del abrazo lentamente- Pasa si quieres... y... hablamos más tranquilos, ¿vale?

Nina se sorprendió al ver el aspecto desmejorado de Rubén. No sólo sus ojos parecían haberse apagado. Su piel estaba más pálida de lo normal y su expresión corporal daba la idea de alguien deprimido y desganado. La pelirroja echó un rápido vistazo al interior del departamento detrás del castaño y se extrañó al no ver a Miguel para consolarlo como siempre lo hacía.

-¿Y Miguel?- preguntó mirando nuevamente los ojos opacos de Rubén. El castaño bajó la mirada y negó con la cabeza lentamente, para luego carraspear con dificultad.

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora