Capítulo 32

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Rubén despertó luego de unas horas por los dolores que sentía en sus heridas que comenzaban a cicatrizar. Eran pequeños dolores agudos, pero eran muchos y le era casi imposible encontrar una posición cómoda para descansar. Buscó con su mirada a Mangel, estaba durmiendo con la cabeza apoyada en la camilla, no había soltado su mano. Rubén sonrió al verlo. Se veía muy lindo durmiendo con su boca entreabierta y emitiendo pequeños ronquidos. Sus pestañas largas, su nariz ovalada, sus cejas despeinadas, sus labios carnosos. Nunca se había puesto a verlo tan detenidamente. Era realmente hermoso.

-Joder... ¿cuándo me volví tan gay?- se dijo riendo un poco por sus pensamientos, pero al instante soltó un pequeño grito por un dolor muy agudo que había sentido en su espalda. Mangel al escucharlo abrió rápidamente sus ojos y se incorporó.

-¿Rubiuh? ¿Estah bien?- le preguntó viendo su mueca de dolor.

-P-perdon M-mangel. Te he despertado- respondió aún sintiendo dolor. 

-Noh importa, pero dimeh ¿que te dueleh?

-La espalda... ahh- no pudo evitar quejarse nuevamente alternado al morocho.

-Llamaréh a la enfermera- dijo parándose rápidamente y soltando su agarre con Rubén. 

-V-vale- normalmente lo hubiera detenido, pero el dolor no paraba y ansiaba que le dieran algo para calmarlo. 

Luego de unos minutos Mangel entró en el dormitorio seguido de una enfermera y un doctor. 

-Me alegra ver que despertaste Rubén- le dijo el doctor mientras se acomodaba para examinarlo- y dime, ¿qué es lo que te duele?

Rubén estaba algo incómodo con la situación, no le gustaba que personas desconocidas le hablaran tan a la ligera y se tomaran la libertad de tocarlo. Pensó que solo le darían una pastilla para el dolor y que luego se irían, pero al parecer el doctor tenía otros planes. 

-La espalda- contestó de manera fría. Mangel al instante se percató de que no le agradaba esa situación. Se había olvidado de que Rubén era un tanto antisocial.

-Vale, permíteme verla- le dijo el doctor empujándolo un poco para que se diera la vuelta. 

-Ahh, joder duele- se quejó el castaño una vez que estuvo boca abajo. 

-Solo será un minuto, no te preocupes

Rubén sintió como las frías manos de la enfermera levantaban un poco la bata blanca que lo cubría y se tensó. En un movimiento brusco trato de alejarla pero solo se causo más dolor. Chillo una vez más alarmando a Mangel, odiaba verlo así. 

-Rubiuh quédateh quieto- le aconsejo colocándose a su lado- solo miraráh tu espalda, nada máh

El castaño lo observó y suspiro pesadamente. No tenía sentido resistirse, lo único que lograría sería abrirse las heridas. Se relajó y cerro sus ojos tratando de no pensar en que unos desconocidos veían su cuerpo. La enfermera terminó de levantar la bata y quieto sus vendas. Comenzó a limpiar algunos cortes de su espalda de los que salía sangre. 

-Deberás limpiarte todos los días las heridas Rubén, están muy "frescas" y se abren con facilidad. No queremos que se infecten. 

Rubén volvió a suspirar al escuchar eso, era el castigo que recibía por haber tratado así a su cuerpo. 

-Vale...

Mangel veía como el castaño se retorcía de dolor cuando la enfermera pasaba un líquido cicatrizante sobre sus cortes. Se sentía impotente. Quería ayudarlo pero lo único que podía hacer era brindarle palabras tranquilizadoras, que sin que él lo supiera, eran de gran alivio para Rubén. 

Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora