Mangel despertó removiéndose incómodo en las sábanas. Un punzante dolor en su cabeza no le dejaba retomar su sueño. Rendido abrió sus ojos con dificultad y observó cómo la habitación estaba completamente a oscuras. Fruncio el ceño buscando su móvil con su mano izquierda y cuando lo encontró lo encendió para ver la hora.
-5:30am- susurró para no despertar a Rubius que dormía a su lado. De manera pesada se levantó con cuidado de la cama y caminó hacia el baño. En el espejo observó su reflejo sorprendido. Tenía grandes ojeras oscuras debajo de sus ojos y algunas arrugas de su rostro estaban más maracas de lo normal, parecía que había envejecido un par de años. Se lavó su cara con agua fría y decidió darse una ducha. Tal vez así el dolor de cabeza desaparecería. Acciono la pequeña palanca y comenzó a regular el agua, dejándola tibia y a perfecta temperatura. Era realmente agradable sentir el agua limpia recorrer su cuerpo, lo aliviaba, pero su dolor de cabeza no desapareció. Salió de la ducha suspirando cansado y luego de secarse y ponerse ropa cómoda se dirigió nuevamente a la cama. Rubén seguía durmiendo en su lado. Su respiración era lenta y calmada. Se veía muy sereno a los ojos de Mangel. Se acercó y se sentó en la punta de la cama sin dejar de mirarlo. Se sentía tan afortunado de su vida. Temía despertar y que todo fuera un sueño. Temía despertar y no tenerlo a su lado. Lentamente posó una de sus manos en el cabello de Rubén y comenzó a acariciarlo. Era real, él estaba ahí y lo quería, le correspondía sus sentimientos y esa era la sensación más agradable que podía experimentar. Escuchar su respiración le hizo sentirse cansado nuevamente. Se acostó en el lado de su cama y siguió viendo a Rubén fijamente. Sus párpados se arrugaban un poco en determinadas ocasiones, al parecer estaba soñando. Podría pasarse toda la noche viéndolo dormir, con sus músculos totalmente relajados. Mangel no resistió la tentación de pasar la parte plana de su mano en su mejilla. Su piel era suave y tibia, como la de un bebé. Observó que uno de los brazos de Rubén estaba apoyado en la almohada. Tratando de no despertarlo, bajó la manga de su camiseta y miró atentamente su brazo. Ahí, su piel no era suave. Estaba llena de cicatrices y moretones. Por suerte no divisó ningún corte nuevo, pero podía ver las marcas en su piel. Con su dedo índice comenzó a delinear las cicatrices, siguiendo la línea de las cortaduras. De alguna manera sentía que lo curaba haciendo eso y además su cabeza ya no dolía tanto.
-¿Que haces?- escuchó un murmullo cansado que salía de los labios de Rubén.
-Lo sientoh, te desperté- se disculpó Mangel sin elevar la voz.
-No importa- contestó el castaño quedando hipnotizado por los ojos negros de Miguel que se veían perfectamente en la oscuridad de la habitación. Este seguía delineando sus heridas delicadamente, pero al notar los ojos verdes sobre los suyos paró de hacerlo.
-¿Por qué paras?- susurró Rubén aún un poco adormilado.
-¿Quieres que sigah?
-Si... se siente bien- confesó cerrando sus ojos. Mangel sonrió y besó el brazo del castaño para luego seguir acariciándolo. Eran las 6 de la mañana, y él dándole caricias a Rubén, si alguien le hubiera dicho que esto pasaría hace unos años no lo hubiera creído. Todo se sentía tan relajado, tan lento y tranquilo, estos serían los momentos que Mangel atesoraría por siempre.
-Ya no puedo dormir- volvió a murmurar el castaño aún con los ojos cerrados.
-Tengo una ideah- Rubén abrió los ojos interesado.
-¿Que cosa?
-Vamoh, vístete- le dijo saliendo de la cama. El castaño lo siguió un poco cansado y cuando se abrigó bien salieron del departamento, el cielo aún estaba oscuro.
-¿A donde vamos?- preguntó curioso viendo las calles vacías, no acostumbraba a ver el pueblo en ese estado tan... fantasma.
-Al campo de floreh, quiero que veamoh el amanecer ahí- explicó Mangel sin soltar la mano de Rubén. Este sentía miles de mariposas revoloteando en su estómago. Parecía una muchacha enamorada, pero no podía evitarlo. El sentimiento era tan fuerte que sus labios se curvaban hacia arriba formando una sonrisa tímida acompañada de un color carmesí en sus mejillas.
En el ambiente solo podían escucharse algunos pájaros que cantaban anunciando la próxima llegada del sol. Todo era tan sereno que el pueblo parecía detenido en el tiempo. Finalmente se adentraron en los arbustos que escondían aquel campo de flores, dejando a su vista el árbol que ahora no tenía tantas hojas verdes. Sin decir palabra se sentaron bajo este mirando hacia las montañas nevadas. El cielo comenzaba a teñirse de un azul cálido y algunos colores rosados daban a conocer la posición por la que saldría el sol.
-Todo es tan irreal- suspiró Rubén con la mirada perdida.
-¿Por quéh lo dices?- preguntó Mangel mirándolo.
-No lo se... simplemente no puedo creer todo lo que ha pasado.
-Tampocoh yo, pero estoy feliz de que esté pasandoh- confesó devolviendo la vista a las montañas.
El silencio no era para nada incómodo. Adornaba aquella escena que estaba presenciando en un total estado de paz.-Mangel...
-Dimeh.
-Gracias por quererme.Miguel miró a Rubén sonriendo. Este le devolvió la mirada un poco avergonzado por sus palabras, pero era la verdad. Mangel lo había querido cuando nadie lo hizo, y gracias a eso conoció nuevos lugares y personas, y aún quedaban muchos por conocer. Sabía que junto al morocho la vida estaría llena de sorpresas. Observó como Mangel se acercaba a su rostro sin dejar de mirarlo con los ojos entrecerrados. Él imitó su acción llevado por el momento hasta que sus narices se rozaron, produciéndole un poco de cosquillas. Su corazón no dejaba de latir frenéticamente, solo eso bastaba para darse cuenta de que lo que sentía era real. Podía sentir el aliento de Mangel golpeando suavemente su rostro, llenándolo de calidez. Sus labios entre abiertos se rozaban pero ninguno cedía ante el beso que tanto deseaban.
-¿Vas a besarme o que?- preguntó Rubén impaciente. Mangel sonrió un poco sorprendido y luego terminó de acercarse sellando por fin sus labios con los del castaño. Cerró los ojos para concentrar todo los sentimientos en el tacto. No necesitaba sus ojos, solo con sentir ya le era suficiente. Ladeó un poco su cabeza profundizando el beso y pidiéndole permiso a Rubén para entrar a su boca, lamiendo un poco sus labios. El castaño no se negó y entre abrió su boca sintiendo la rápida lengua de Mangel explorando su cavidad lentamente. Tan húmedo, tan tímido, tan cálido era ese beso. Nunca se habían dado uno igual, y ambos se dieron cuenta de aquello cuando se separaron jadeando por oxígeno. No paso mucho para que volvieran unir sus labios. Toda la vergüenza y las inquietudes se habían esfumado de la mente de Rubén, se sentía jodidamente bien el estar de esta manera con Mangel. El poder sentir sus pequeños bellos faciales raspando un poco su rostro, escuchar los latidos rápidos del morocho, ver sus ojos cerrados disfrutando del momento. ¿Y si se dejara llevar? ¿Qué pasaría si aceptara unirse por completo a Miguel? Después de todo, Mangel le había dejado claro en la ida a Algarinejo que lo esperaría. ¿Era necesario esperar más? Rubén comenzaba a desear más contacto. Quería sentir las manos de Mangel recorrer su cuerpo, y de solo pensarlo sentía calor en su piel, a pesar de que estaban en invierno. Al separase del beso pudo percatarse de que el sol ya había salido.
-Vaya... nos perdimos el amanecer- rió sonrojado por sus pensamientos anteriores. No podía decirle a Mangel aquello, le daba demasiada pena.
-Buenoh, aún quedan muchos amanecereh que ver juntos- respondió Mangel pensando en lo lindo que se veía Rubén sonrojado.
-Debería haber traído mi guitarra, ahora mismo se me apetece tocar.
-¿Quieres que la busqueh? Iré rápidoh- dijo parándose, pero una mano lo detuvo por el brazo.
-No, q-quiero que te quedes... c-conmigo- murmuró completamente ruborizado.
-Vale- se sorprendió Mangel para luego sentarse. Rubén estaba raro, como si se sintiera culpable por algo, pero no iba a decir nada. Confiaba en el castaño, si algo sucedía sabía que él se lo diría. Eso creía.
-Creo que te debo una disculpa- soltó Rubén.
-¿De queh?- preguntó Mangel extrañado.
-No fui muy cortes cuando nos conocimos- confesó riendo un poco.
-Eh verdad, me mandasteh a la mierda- recordó divertido.
-En serio lo siento, es que me ponías nervioso- dijo apartando la mirada.
-Eso ya no importah Rubiuh. Ahora que recuerdoh, te mentí.
-¿Qué?- preguntó arqueando una ceja.
-¿Recuerdah que te dije que era nuevoh en el pueblo y que no sabía volver soloh desde este campoh?
-Si, me seguiste porque estabas perdido.
-Era mentira, solo quería estar contigo.
-G-gilipollas- maldijo por lo bajo ruborizándose.
-Si, fui bastante gilipollah, pero por alguna extrañah razón, cuando vi tus cicatrices no pude evitar querer ayudarteh.
-Eso no es extraño, tu siempre ayudas al que lo necesita.
-Si, pero contigoh fue diferente, además de ayudarte quería conocerteh.
-Gracias...
-No es nadah, ahora deberíamos volver, debemos hacer las maletah- se paró sonriendo.
-Joder, jamás viajé en avión Mangel- dijo frotando sus manos preocupado
-El avión es el medio de transporteh más seguro del mundo Rubiuh, no hay por qué temer.
-Si quedamos varados en una isla desierta por culpa del avión te golpearé- amenazó haciendo que Mangel riera.
-Vale, vale... aunque no me importaríah quedar varado si estoy contigoh.
-¡Ya déjate de cursilerías y vámonos!- grito Rubius levantándose y comenzando a caminar hacia el pueblo. Mangel sonrió al notar las mejillas enrojecidas de Rubén y comenzó a seguirlo sintiendo a su corazón latir de la emoción.
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Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]
FanfictionRubén sufre de una enfermedad que le hace actuar antes de pensar, de esa manera termina alejando a todos los que lo rodean... pero un médico llamado Miguel consigue acercarse a tal punto de sentir algo por él. Aunque lo que él no sabe es que Rubén o...