-Joder, estoy nervioso.
-No lo estés Rubius, ya verás que son majos.
-Eso esperó Mangel, eso espero.Las escaleras se hacían cada vez más largas a medida que el castaño las bajaba junto a Miguel, que parecía bastante tranquilo y emocionado. Al llegar a la entrada donde habían estado hace unos minutos, Mangel condujo a Rubén hacia la izquierda. Abrió la puerta y entraron lentamente al salón, donde podía verse una mesa gigante de largo y ancho. Tenía forma circular y estaba decorada con un mantel rojo con finos detalles cosidos en dorado. Al castaño ya no le sorprendería que aquello fuese oro. Un hombre vestido de traje y de aspecto joven alejó una silla para que Rubén se sentara, este, con los nervios a tope, se sentó y luego sintió como el mayordomo lo arrimaba a la mesa. Se sentía como un bebé, ¿qué acaso no podía hacer eso solo?
-Gracias- dijo de todas formas, aunque el hombre no respondió, fue como si no estuviera allí. Suspiró frotando sus manos mientras veía como repetían el proceso con el morocho y con Kevin, que había llegado segundos después.
-Te encantará la comida Rubén, mi madre es una gran cocinera, aunque no es la original- dijo este con una sonrisa en su rostro.
-Sabes que hace lo que puede, no la culpes- reprochó Mangel un poco cabizbajo.
-¿Me habías contado que tu abuela era la que cocinaba, verdad?- preguntó Rubén para unirse a la conversación.
-Si... ella murió hace algunos años, pero su restaurante aún es mantenido por nosotros. Tal vez podamos ir y...
-¿¡Qué es lo que te dije Sergio!? ¡Yo llevaré la comida a la mesa! ¿Acaso no entiendes esas palabras? ¡Me importa un pepino lo que diga mi esposo de todo esto!- el grito interrumpió a Mangel haciendo que Rubén girara la cabeza.
-Hablando de la reina de Roma- bromeó Kevin riendo. Mangel suspiró avergonzado, pero el castaño aún seguía buscando con su mirada el origen de ese grito que lo sobresalto. De pronto vio a una mujer salir de la puerta. Era de baja estatura, con el cabello negro y planchado, sus cejas eran gruesas pero bien definidas, lo que la hacía ver hermosa. Tenía un delantal puesto que cubría parte de su vestido blanco y sus manos estaban protegidas por dos guantes de cocina para no quemarse con la fuente que traía en sus manos.
-¡Y ustedes qué miran!- gritó de repente haciendo que Rubén abriera los ojos como platos y girara su cabeza nuevamente hacia la mesa. Miró de reojo a su alrededor y se percató de que Mangel y Kevin también habían bajado la vista. Se sentía regañado por su madre.
-M-mamá- tartamudeó Mangel, al parecer su distraída madre no se había percatado de la obvia presencia de Rubén.
-Mamá nada, ahora calladito la boca que ya estoy de mal humor. ¿Puedes creerlo?
-Mamá...
-¡El imbécil de Sergio no me dejaba ni servir la comida!
-Mamá...
-¡Es mí casa, son mis reglas y nadie puede romperlas!- gritó haciendo que la fuente de comida chocara bruscamente en la mesa. Rubén pegó un brinco al sentir el estruendo. Ya estaba bastante asustado.
-Mamá...
-Y encima se piensan que tu padre puede decidir. ¿Qué estamos en el siglo dieciocho?
-Mamá...
-Estoy cansada de los empleados, debería despedirlos a todos...
-¡Mamá!- gritó ya cansado de que su madre lo ignorara. Kevin comenzó a reír por la escena contagiando un poco a Rubén.
-¡¿Qué quieres!?- preguntó mirando a su hijo mayor. Este giró los ojos hacia Rubén y entonces lo vio. Un chico de pelo castaño y bellos ojos verdes estaba sentado en su mesa y ella ni lo había visto. Sus rasgos faciales eran hermosos a pesar de sus ojeras, y se notaba que estaba un poco pálido.
-Mamá, él es Rubén, es el chico del que te hablé el otro día, mi mejor amigo.- lo presentó Mangel cuando todo ya se había calmado.
-¡Has asustado al pobre!- se descojonaba Kevin en su asiento.
-¡Silencio malcriado!- gritó haciendo callar a su hijo- Lamento si te asusté cariño, soy Emma, la madre de estas criaturas- dijo saludando a Rubén que rió un poco por cómo había llamado a sus hijos y por el repentino cambio de voz de Emma.
-U-un g-gusto señora, g-gracias por recibirme- tartamudeó nervioso mirándola a los ojos. Estos eran de un color parecido al de Kevin.
-Aww eres una ternurita- dijo ella despeinando el cabello de Rubén como si fuera uno más de sus hijos.
-¡Mamá!- gritó Mangel. Sabía que al castaño le molestaban ese tipo de cariños de gente desconocida. Pero parecía no importarle mucho ahora.
-¿Qué? ¿Estas celoso?- dijo ella bromeando.
-Se le nota a kilómetros- coincidió Kevin siguiéndole la broma. Ambos comenzaron a reír haciendo que Rubén se sintiera más cómodo, la madre de Mangel parecía ser muy amigable. Miguel suspiró rendido por la pesadez de su madre y se recostó en su lugar.
-Bueno, bueno. ¿Quién quiere comer?- dijo ella quitando la tapa de la fuente, dejando salir un agradable aroma a estofado recién cocinado.
-Es por eso que te quiero mamá- bromeó Kevin aproximándose a la fuente.
-¡Quieto ahí!- gritó golpeando la mano de su hijo- primero Rubén probará la comida- sentenció agarrando el plato del castaño y llenándolo de ese maravilloso estofado. Rubén un poco sonrojado agradeció y probó la comida.
-Esta delicioso- concluyó después de saborear ese apetitoso manjar.
-Gracias cariño- dijo ella sonriendo tiernamente. Rubius la miró por unos segundos recordando a su madre. Mangel realmente tenía suerte de tener a tan maravillosa mujer. Le devolvió la sonrisa y siguió comiendo.
-¿Ahora podemos comer?- preguntó el menor ansioso
-Claro Kevin, pero no te atragantes que te conozco. Eres muy ansioso con la comida.
-Jajaja eres un glotón- se burló Mangel aprovechando para reírse de su hermano.
-¿Ah sí?- desafío Kevin agarrando un pedazo de pan a punto de arrojárselo.
-¡Ya cállense los dos y coman!- retó la mujer haciendo que ellos bajaran la cabeza. Rubén comenzó a reír sorprendiendo a todos. Le daba verdadera gracia ver a ambos tan sumisos frente a su madre. Parecía que se convertían en niños. Miguel sonrió tiernamente al verlo reír de ese modo. Al parecer su chico ya estaba a gusto en la familia, y eso lo alegraba inmensamente.
-Bueno, bueno... ahora a comer.
-¿Y papá?- preguntó Mangel
-Ya sabes cómo es Miguel, no aparecerá hasta la noche.
-Pero le dije que era importante
-Lo se, lo se, pero no pude convencerlo.
-Joder- suspiró Mangel enojado, de verdad esperaba que su padre hiciera una excepción en la empresa solo por esta vez.
-Palabrotas en la mesa no- lo retó para luego cambiar su rostro firme a uno más maternal- y dime... ¿Cómo se conocieron Rubén y tu?
-Yo pasaba por una plaza y él tocaba la guitarra, entonces...
-¡Wow, wow, wow alto ahí!- dijo Kevin deteniendo el relato de su hermano- ¿Sabes tocar la guitarra?- le preguntó a Rubén sorprendido.
-S-si... algo- contestó un poco nervioso.
-¿¡Algo!? No te hagas el humilde. Parece un dios cuando toca- elogió Mangel contradiciéndolo.
-N-no es para tanto.
-Me encantaría escucharte tocar más tarde... ¿Te importaría?- preguntó Emma. Rubén miró como los tres expectantes lo observaban ansiosos por su respuesta. Soltó un suspiro cerrando los ojos.
-Pero no tengo mi guitarra
-Eso no es problema, te prestaré alguna mía, yo las colecciono pero no las toco así que puedes elegir cualquiera- explicó Kevin mientras devoraba la comida.
-Por dios Kevin no hables con la boca llena.
-Esta bien, supongo que tocar algo no me molestará- accedió Rubén un poco nervioso.
-¡Genial!- se maravilló Mangel. Ansiaba poder hacerle ver a su familia lo bueno que era Rubén en esto, estaba orgulloso de él.
-Bueno... Ahora retoma la historia de cómo se conocieron- exigió su madre.
-Como decía, Rubén tocaba la guitarra en la plaza y yo me sorprendí por su talento, así que fui a verlo y... bueno... comenzamos a charlar- dijo sabiendo que la última parte era completamente mentira. Rubén no pudo evitar sonrojarse un poco al recordar todo lo que habían pasado. Parecía que había pasado una eternidad desde todo eso.
-Que bonito... me alegro que hayas encontrado a un amigo como Miguel, Rubén. Puede parecer un poco distraído y ansioso, pero cuando lo llegas a conocer es una buena persona- dijo pellizcando la mejilla de Mangel haciendo que este se quejara.
-Lo se señora, lo se- suspiró Rubén lanzándole una mirada cómplice a Mangel, quien bajó la cabeza con una sonrisa en sus labios.
Así pasaron el almuerzo, entre anécdotas vergonzosas de Mangel y Kevin, aventuras de ellos cuando eran niños e historias de las travesuras que habían cometido. A Rubén comenzaba a dolerle la panza de tanto reírse por la información que le daba Emma. Sentía que en cualquier momento explotaría.
-¿Y te gustó la habitación que te preparamos Rubén?- preguntó ella sonriéndole.
-Si, claro. Muchas gracias. En verdad no tenía por qué molestarse tanto.
-Al contrario, es un placer recibir visitas, me aburro de las mismas caras ¿sabes?
-Gracias mamá, yo también te quiero- dijo Kevin sarcásticamente
-Oh vamos Kevin no seas celoso.
-Aún así- interrumpió Mangel- no nos quedaremos mucho mamá, debemos hacer otro viaje.
-¿En serio? ¿Y a dónde irán?- preguntó curiosa.
-París, Francia- contestó Rubén saboreando el postre que les había entregado hace unos segundos.
-¡Oh! ¡La cuidad del amor! Recuerdo cuando fui con tu padre...
-Oh no...- suspiró Kevin
-Y ahí va de nuevo...- suspiró Mangel. Rubén rió un poco pero aún así escuchó la historia de Emma. Al parecer el padre de Mangel era todo un Romeo, pero Emma era la dificil, nada que no se pudiera arreglar en la ciudad del amor.
-Romántico- opinó Rubén cuando Emma termino su historia.
-¿Verdad que si? Lástima que ahora está tan cambiado. Pero muy en el fondo sigue siendo ese niñito desesperado por conquistarme.
El castaño sonrió y miró a Mangel nuevamente. ¿Cómo sería cuando crecieran? ¿Estaría toda su vida junto a Mangel? Esperaba que sí, no se veía en un futuro sin él.
-En fin, no iremos a París para conquistar, iremos a una boda...- aclaró el morocho.
-¡En serio! ¡Una boda en París! ¡Qué romántico!- estalló Emma
-¿Y quiénes se casan?- preguntó Kevin.
-Willy y Vegetta- respondió Mangel.
-pero... son hombres- murmuró Kevin un tanto confundido.
-¿y eso los detiene?- preguntó el morocho un tanto enojado
-Es solo... que no es normal.
-¿Normal?
Rubén escuchaba la discusión sin meterse y un poco cabizbajo. Al parecer a Kevin no le agradaban las parejas homosexuales. ¿Cómo reaccionaria cuando se enterara de que su propio hermano...? Miró a Emma, ella tampoco se metía en la conversación y se notaba que estaba distraída... como ida. Esto saldría mal, muy mal. Ya le había quedado claro, la familia de Mangel no lo aceptaría.
-Con permiso, ¿podría usar el baño?- preguntó interrumpiendo la discusión de hermanos.
-¿Eh? Oh, si claro. Por ese pasillo dos puertas a la derecha- indicó Emma volviendo de su trance. Rubén se levantó rápidamente y se dirigió al baño, haciendo que Mangel entendiera que la conversación lo había incomodado. Pero si se levantaba a buscarlo sería demasiado sospechoso, podrían comenzar a bombardearlo de preguntas. Se quedó en su lugar y suspiró pesadamente. Odiaba cuando Kevin se comportaba como su padre.
Una vez que Rubén se adentró en el baño se miró al gigantesco espejo de cuerpo entero que ocupaba prácticamente toda una pared. Suspiro. ¿Por qué no podían aceptarlo? ¿Qué tenía de malo? Se lavó la cara y secó sus manos. Debía volver a la mesa... no era buena educación dejarlos plantados siendo él el invitado. Sin ganas de nada, abrió la puerta del baño y volvió a entrar en el salón donde ya los empleados ordenaban la mesa.
-Cariño, tomaré una siesta breve y luego quiero escucharte tocar la guitarra ¿si?- explicó Emma amablemente al ver a Rubén aproximarse.
-Claro señora, a decir verdad yo también estoy algo cansado.
-Siéntete libre de dormir como si fuera tu casa.
-Mamá, saldré un rato con Abigail a cabalgar- se despido Kevin saliendo rápidamente por la puerta.
-¡No vuelvas tarde!- ordenó su madre.
-Abigail es la yegua de mi hermano, siempre sale a pasear con ella. Más tarde podemos ir y tomar unos caballos si quieres- propuso Mangel recordando la emoción que había tenido Rubén al ver los establos.
-Me encantaría.
-Vale... vayan a descansar que saldremos en la noche a comer todos juntos, con tu padre incluido.
-Gracias mamá- agradeció Mangel jalando a Rubén hacia arriba. Subieron las escaleras en silencio y Rubén entró a su habitación seguido del morocho.
-Bueno... ¿que opinas?- preguntó Mangel viendo como el castaño se recostaba en la cama.
-Me caen bien, tu mamá es muy agradable pero...
-¿Pero?
Rubén se levantó y lo miró seriamente.
-Tal vez no deberíamos decirles.
-¿Qué?
-Se nota que no les agradan las parejas de hombres... no quiero ser un estorbo en tu vida. Tal vez... sea mejor así.
-Rubén me importa una mierda lo que opinen ellos- aclaró algo cabreado.
-Lo se pero... no quiero arruinar la relación que tienes con tu familia.
Mangel suspiró molesto. Odiaba que su familia se entrometiera en todo.
-Tienes suerte de no estar con tus padres- soltó sin saber lo que decía. Rubén agachó la cabeza y se recostó en la cama.
-P-perdón, no quise decir eso- se disculpó al instante. Al ver que el castaño no respondía se acostó a su lado y lo miró directamente a los ojos- perdóname, es que estoy enojado porque mi familia siempre ha intervenido en mis decisiones. Estoy cansado- dijo cerrando sus ojos.
-Esta bien... pero creeme que me gustaría tener una madre tan cariñosa como la tuya y un hermano tan divertido como Kevin.
-Lo se, lo siento Rubius. Pero yo quiero decirles. Quiero que sepan que tu eres lo más importante para mi.
-Esta bien... pero esperemos un tiempo ¿si?- accedió acariciando sus mechones negros.
-Vale...- susurró Mangel abriendo los ojos. Se acercó a Rubén y lo besó en los labios rápidamente para luego sonreirle.
-¡¿Qué mierda!?- grito Kevin al ver ese beso haciendo que Rubén y Miguel se sobresaltaran.Mierda...
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Por Siempre y Para Siempre (Rubelangel) ~ [Editando]
FanfictionRubén sufre de una enfermedad que le hace actuar antes de pensar, de esa manera termina alejando a todos los que lo rodean... pero un médico llamado Miguel consigue acercarse a tal punto de sentir algo por él. Aunque lo que él no sabe es que Rubén o...