Kokomi
19 de Marzo – 22:08 PM
Liyue – Mansión Brillo Nocturno – Laboratorio alquímico
Al igual que traicioné, yo fui traicionada. No obstante, yo fui traicionada por aquellos a los que había dedicado mi entera vida. Dejando a un lado casi todas mis pasiones, me había entregado a mi labor como Sacerdotisa Divina en pro de mi pueblo. Y mi pueblo, como recompensa, me entregó al enemigo cuando así se me exigió sin oponer resistencia alguna.
Podía comprender que el pánico por aquellos soldados extraterrestres les hubiese vencido, pero igualmente me sentía devastada.
Toda una vida malgastada para que me ejecutaran como si nada... O al menos eso creía que iban a hacerme hasta que escuché aquella frase: "Tú conoces algo de los dragones, así que te encargarás de cuidarlo y de satisfacer todas sus necesidades como su criada."
"Si le sucede algo, la más mínima cosa, tú y tu pueblo pagaréis cara las consecuencias", añadieron aquellos intimidantes hombres cuando me dejaron en aquella amplia sala atestada de viejos alquimistas y cerraron la puerta tras mi espalda.
El ambiente allí estaba enrarecido. Aquellos eruditos de grandes gafas y miradas que se me hacían siniestras, se movían de forma agitada de un punto a otro de la estancia. Removían libros, apuntaban constantemente cosas en sus propios cuadernos, discutían entre ellos y tocaban artilugios que... no me inspiraban nada bueno.
-Alquimista 1: sí, todo está listo para comenzar con las distintas experimentaciones –comentó, asintiendo con la cabeza.
-Alquimista 2: lograremos conocer más la raza y alcanzar la máxima optimización del dragón –tenía claro.
Cerca de ellos, había un gladiador con medallas en su musculoso torso. Tenía una sonrisa de suma satisfacción.
-Reus: eso es lo que quería oír, pero... también lo que quiero ver realizado –pronunció, con un, leve pero igualmente palpable, tono de amenaza.
Los alquimistas, atemorizados, asintieron rápidamente y continuaron con sus tareas casi al instante.
-Reus: ¡oh, ya has llegado! –dijo, al identificarme-. Perfecto, quédate cerca del dragón para asistirlo –ordenó-. Ahora va a tener que pasar unas pruebas importantes, pero después lo llevaremos a su habitación para que descanse como merece alguien de su categoría.
"¿El dra... Albedo está aquí?", me pregunté, sorprendida, y llevé mi vista más al fondo de aquellos hombres. Caminé hacia delante y, poco a poco, fui atisbando una camilla.
Cuando contemplé cómo tenían a Albedo, aceleré el ritmo, alcanzando la camilla en unos segundos.
Lo tenían desnudo, encadenado por las extremidades y tumbado sobre aquella camilla. Por supuesto, me horroricé. ¡¿Qué le iban a hacer?!
-Kokomi: ¿A-Albedo? –expresé, impactada.
Tenía la mirada apagada. No decía nada, ni se movía.
"Debe tener ya colocado el artefacto", deduje sin dificultad.
-Kokomi: ¡¿estás bien?! –pregunté, sintiéndome hipócrita. Al fin y al cabo, precisamente yo lo había arrastrado a aquella situación.
Sin emoción alguna, respondió a mi pregunta:
-Albedo: mis funciones vitales están en perfectas condiciones –parecía un autómata.
Entonces, un alquimista se acercó a la camilla para colocarle electrodos en su torso. Después, sin ninguna clase de pudor, agarró las piernas del pelirrubio para llevarlas hacia atrás y separarlas. De aquella manera, tenía una perspectiva completa de su... pene.
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El Pecado del Alquimista 11 [+18] (Genshin Impact)
FanfictionUndécima parte de El Pecado del Alquimista. Secretos que retumban en las almas.