El Pecado del Alquimista 11 [+18] (Genshin Impact)

Capítulo 63

Aoi

24 de Marzo – 2:04 AM

Liyue – Mansión Brillo Nocturno – Prisión

Después de que parara la épica pelea en la que no pudimos ni acercarnos (los soldados de la ciudad nos obligaron a quedarnos en casa cual toque de queda), Tartaglia y yo emprendimos otro plan medio-alocado para adentrarnos en aquella mansión y liberar a Nathaniel, pero salió mal. ¡Horriblemente mal! Acabamos en una prisión subterránea, encadenados en una fría celda.

No obstante, allí escuchamos información de interés:

-Gladiador 1: ¡El gran Däriel ha regresado al fin! –parecían estar celebrando mientras jugaban a cartas en una mesa.

Al instante, los ojos de Tartaglia se humedecieron.

-Gladiador 2: siempre deseé que alcanzara el trono de una vez –comentaba, mientras bebía un sorbo de una copa de vino-. Haakön fue un buen Rey, pero hizo un mejor trabajo aún con su hijo.

Todos rieron.

-Gladiador 1: ¡si estuviera vivo, él coincidiría contigo! –aseguró y los demás asintieron-. Se le caía la baba con él, ¿recordáis?

-Gladiador 3: ¿cómo olvidarlo?

El pelinaranja tuvo que tomar asiento al fondo de la celda. Yo lo seguí para poder animarlo si era necesario. O al menos esa era mi intención, pues pensaba que estaba triste.

No obstante, eran lágrimas de alivio.

-Tartaglia: está bien... -pronunció por lo bajo-. Al menos él está bien...

Comprendí perfectamente su sentimiento, puesto que yo, en la siguiente conversación, también sentí el mismo alivio acariciando mi corazón.

-Gladiador 2: nunca había visto a un dragón y pensé que iba a ser la última vez que iba a ver a uno –bromeaba.

-Gladiador 1: ¡fue extraordinario, será más que digno heredero! –asentía con la cabeza.

-Gladiador 3: la gloria de Serphiat está servida –dictaminó, y todos estuvieron de acuerdo con él.

"Nathaniel también estaba bien", deduje por sus comentarios, así que pude al fin respirar tranquila.

-Kazuha: ¡oh! ¿Vosotros dos también estáis aquí? –escuchamos a lo lejos, en una celda cercana.

No sé por qué. Quizá fue por la propia desesperación del momento. Pero reí.

"¿En serio todos hemos llegado vivos al día siguiente?", me sorprendía aquel hecho.