El Pecado del Alquimista 11 [+18] (Genshin Impact)

Capítulo 38

Nathaniel

23 de Marzo – 3:18 AM

Liyue – Hotel Goztamiel – Suite primordial

Sabía perfectamente que Xiao intentaría ir por sí solo a donde estaba Ábaco. Sabía que me intentaría administrar un somnífero, así que yo me administré antes un antídoto temporal para soportar sus efectos.

"Nathaniel, si ves algo... Debes controlarte", me decía a mí mismo, mientras corría por el pasillo en dirección a la habitación de Ábaco.

-Guardia: Ábaco no está en su habitación –informaron en la puerta, la cual iban a cerrar nada más pronunciar aquella frase.

Debía insistir, así que dejé un pie en medio del umbral:

-Nathaniel: Ábaco quería verme –aseguré, un poco nervioso.

En mi mente estaban emergiendo un millar de imágenes de Xiao siendo torturado por otro ser.

Él no merecía pasar por eso.

-Guardia: ¡oh! ¡Eres Albedo! –dedujo. Cogió una nota que le habían dejado, leyendo su contenido-. Nos dijo que condujéramos a su ubicación a Albedo... si aparecía con deseos de estar con él.

Iba a negar que fuese mi padre, pero no parecía conveniente y quería llegar cuanto antes a donde fuese que estuviese Xiao.

-Nathaniel: entonces llévame con Ábaco –simplemente pedí.

***

Nathaniel

23 de Marzo – 3:31 AM

Liyue – Hotel Goztamiel – Sala de Juegos Secreta

Me preparé mentalmente para ver a Xiao y a Ábaco en pleno acto sexual, pero no para aquello... Quedé boquiabierto ante la escena. De hecho, fue tal la dificultad para procesarla que fui incapaz de pronunciar palabra.

No obstante, confuso o no, mi cuerpo se movió solo.

"¡Xiao!", grité internamente, sin saber cómo reaccionar ante aquella imagen de él siendo "devorado" por unos tentáculos extraños y viscosos.

-Xiao: ¡¿Nathaniel?! –él también gritó, pero no tan internamente.

-Ábaco: ¡esto mejora incluso más! –celebró mi irrupción y dio un sorbo a su vaso de vino. Estaba tranquilo, viéndolo todo desde una cómoda postura.

Aún sin poder expresar palabra o expresión alguna, intenté quitarle de encima aquellas criaturas a Xiao.

Pero eran demasiado resbaladizas.

-Xiao: ¡aléjate, maldita sea! –ordenó, enfurecido-.¡¡Aléjate!!