El Pecado del Alquimista 11 [+18] (Genshin Impact)

Capítulo 53

Kazuha

23 de Marzo – 16:24 PM

Liyue – Ciudad de Liyue – Segunda Casa de Tartaglia

Nathaniel también me puso al corriente de lo acontecido hasta ahora. Y la verdad es que la situación actual era más que preocupante. Albedo estaba siendo sometido por un artefacto, Xiao había desaparecido, Aria había desaparecido y Däriel había desaparecido. Sin duda alguna, los vientos no parecían jugar a nuestro favor.

En definitiva, éramos tres humanos y un dragón.

No obstante, con los recursos que teníamos y con un grado de locura, trazamos un plan para llegar hasta Albedo.

Una infiltración clásica en la mansión era un imposible. Durante mi estadía en prisión, aprendí que los gladiadores tenían la capacidad de percibir las presencias de los demás en las cercanías.

No obstante, podíamos usar una distracción mientras yo me colaba por la retaguardia. Algo lo suficientemente poderoso como para que no pudieran atender otra cosa más. Era casi un suicidio, pero el mismo Nathaniel fue el que lo propuso.

-Aoi: ¡no y no! –sentenció, muy enfadada-. ¡Ni de broma vas a hacer algo así, Nathaniel!

-Tartaglia: estoy de acuerdo con Aoi –sentenció también, sin ánimo alguno para el humor que solía ejercer continuamente. Era un asunto serio, al fin y al cabo-. No voy a dejar que te presentes ante un grupo de esos monstruos. ¡No!

Suspiró.

-Nathaniel: comprendo vuestra preocupación –pronunció, amable-. Pero lo siento... Lo voy a hacer –Aoi respiró muy profundamente. Dio un poco de miedo-. Mi padre está en esa mansión, y esa es la única forma de acercarse a él.

La joven de Sangonomiya estalló:

-Aoi: ¡te van a matar! –lo agarró por hombros y lo zarandeó-. ¡Te van a matar, Nathaniel! ¡¿No lo entiendes?!

-Nathaniel: es mi padre y...

Lo interrumpió.

-Aoi: ¿acaso tu padre te querría ver muerto? ¡Él se intercambió por ti precisamente para salvarte, Nathaniel!

Sin embargo, el pelirrubio no iba a dar marcha atrás.

-Nathaniel: lo siento, Aoi –volvió a disculparse, con la mirada entristecida.

Y el Fatui apretó sus puños.