Pocos días después, apareció una sencilla casa de madera en la solitaria isla llena de hierba para llamar almas. La casa de madera estaba construida cerca del mar, y en medio de la noche Xiao Yuan a menudo podía escuchar el sonido de las olas golpeando la orilla.
El Verdadero Señor Ji Ming no pudo viajar lejos por muchos años por ayudar a Li Xianting a convocar su alma. Ahora que Gu Louyin y Xiao Yuan tomaron su lugar temporalmente, pudo dejar la isla por un tiempo e ir a jugar por varios meses por invitación de sus amigos.
Xiao Yuan y Gu Louyin se levantaban al amanecer y descansaban tras la puesta de sol. Cuando se trataba de invocar almas, Gu Louyin era todo un experto. En la montaña nevada, para ver a Xiao Yuan por última vez, probó todos los métodos posibles de invocación de almas, y ahora podía usarlos con Li Xianting uno por uno. En cuanto a Xiao Yuan, solo necesitaba regar la hierba de invocación de almas todos los días y alimentar bien al Gu Louyin durante el día y la noche.
Ese día Xiao Yuan pasó medio día guisando una compleja sopa de flor de pezuña y pepino de mar. Era la sopa de los sueños de Xiao Du. En su "Sueño del Mijo de Oro", el bien educado y pegajoso hermano menor le preparaba esa sopa. Por desgracia, Xiao Du solo podía soñar y Gu Louyin era el único que podía tomar la sopa que Xiao Yuan hacía con sus propias manos.
Xiao Yuan puso la sopa de pepino de mar guisada en un tazón de sopa hecho de una concha, colocó el tazón de sopa en una cesta de paja tejida con lianas y le dijo al bulto blanco como la nieve en la puerta:
—Vamos, pequeña bestia.
Ese era un zorro de las nieves. Quizá porque creció en el reino Penglai desde que era un bebé, absorbió mucha aura y se creció tan grande como un oso y, también, muy parecido a un humano. La última vez fue a la cocina de Xiao Yuan a robar pollos imprudentemente, fue noqueado por el abanico de Xiao Yuan. Cuando despertó, se convirtió en un juguete que Xiao Yuan utilizaba para aliviar su aburrimiento. No solo fue reprendido hasta la calvicie, sino que en ocasiones tuvo que cargar a Xiao Yuan en su espalda y correr por toda la isla. Eso podría describirse como una vida en verdad miserable. Esta vez Xiao Yuan fue muy amable y no montó al zorro. Sólo lo dejó llevar la cesta de paja y lo amenazó con que si derramaba una gota, le arrancaría el pelaje.
Gu Louyin regresó del reino ilusorio y vio al hombre y al zorro caminando lentamente por un sendero entre la hierba para llamar almas. El pelaje del zorro era tan blanco y el hombre también iba vestido de blanco, como una pintura fría y distante.
A medida que Xiao Yuan se acercaba y su cara podía verse con claridad, la pintura se volvía brillante. Xiao Yuan se acostumbró a la ociosidad reciente y no se molestó en atarse el cabello. Su larga cabellera caía como una cascada, y la faja que rodeaba su cintura estaba suelta, el viento jugaba con ella. Tenía un aspecto elegante y extravagante, encantador como siempre.
Gu Louyin todavía recordaba que cuando se conocieron por primera vez, quedó perplejo de por qué una belleza tan brillante sería tan casual y descuidada y sintió que el temperamento de Xiao Yuan era demasiado inconsistente con su apariencia. Más tarde, aprendió que excepto Xiao Yuan, nadie en este mundo podía ser digno de ese rostro encantador.
No fue hasta que Xiao Yuan caminó frente a él que Gu Louyin se recuperó y dijo:
—Estás aquí.
Xiao Yuan tenía una expresión en la cara de '¿Te pasa algo?' y preguntó:
—¿En qué estabas pensando?
—Te echo de menos.
Xiao Yuan no podía entender eso:
—Estamos juntos todos los días, ¿cómo puedes echarme de menos?
Gu Louyin sonrió suavemente, y la frialdad de todo su cuerpo se derritió, dejando sólo una ternura infinita. Al verlo, el zorro de las nieves se acercó a él, moviendo su gran cola esponjosa y pidiendo ayuda. Xiao Yuan sacó la sopa de la cesta de paja y preguntó:
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El mundo entero es mi crematorio + Extras [Español]
Historical FictionXiao Yuan tenía una gran responsabilidad. Debido a ciertas restricciones, debía llevarse bien con un grupo de escorias. Cuando la misión se completó, las restricciones desaparecieron, y Xiao Yuan gritó de alegría: ¡Ah, este es el sabor de la liberta...