—Ese, ese hombre que me dio los recuerdos y el jade llevaba una capucha y una máscara, yo... no sé qué aspecto tiene –confesó Xiao Rong derrotado—. Hice lo que me dijo y vine a la Secta Xingtian, y entonces...
Xiao Rong no tenía fuerzas para continuar, y Xiao Du no necesitaba que continuara. Él sabía lo que pasó después.
Xiao Du todavía recordaba su estado de ánimo en ese momento. Después de descubrir que Xiao Yuan no era el hermano menor que estaba buscando, se enojó por ser engañado, pero también se sintió afortunado. Se alegró de que Xiao Rong llegara justo a tiempo, se alegró de no haber llegado aún al punto de no retorno. Estaba obsesionado con Xiao Yuan. Le gustaba ver cómo la cara de Xiao Yuan se iluminaba de sorpresa. Quería poner delante de él las cosas más bellas del mundo a cambio de una sonrisa sincera.
Pero qué más daba, él se preocupaba por su hermano menor, no por Xiao Yuan. Mientras esa persona fuera su hermano menor, también lo sostendría como un tesoro en la palma de su mano.
En cuanto a Xiao Yuan... era una lástima, pero aquellos que se atrevieran a engañar a Xiao Du solo podrían ir a los Manantiales Amarillos (el inframundo). Xiao Yuan tenía un rostro sin igual, pero también el carácter de "un chico de al lado" y nunca mostraba su lado débil delante de nadie. Xiao Du lo miraba de vez en cuando y no podía evitar imaginarse si lloraría si lo intimidaba duramente o si sería coqueto con él como cuando era niño. Pero sólo pensaba en ello; no estaba dispuesto a hacerlo. Ahora estaba dispuesto.
También había una especie de placer en ver a una belleza convertirse en una flor marchita, así que Xiao Du decidió hacerlo él mismo. Se preguntaba si Xiao Yuan sería como otras frágiles y delicadas bellezas, con una media sonrisa en sus ojos, un débil sauce que se desvanece con el viento al acercarse al camino de los Manantiales Amarillos. Quería que Xiao Yuan muriera en sus brazos. Quería ver como la luz de sus ojos se desvanecía y sentir cómo el cálido y suave jade se volvía frío y escalofriante poco a poco.
Para Xiao Du, tomar una vida humana era lo mismo que matar a una hormiga. Pensó que podría hacer un movimiento sobre Xiao Yuan sin dudarlo. Pensó que en su corazón Xiao Yuan era como todos los demás. Siguió pensando así hasta que vio la mesa con los platos que Xiao Yuan hizo para él con sus propias manos. Ese día era su cumpleaños, y Xiao Yuan vestía su rojo favorito, tan hermoso que cortaba la respiración.
—Gege, te ofrezco una copa. Que tu cultivo mejore cada día y tu aspecto sea más apuesto cada año –le dijo Xiao Yuan con una sonrisa y su cara tan hermosa como un manantial. No tenía ni idea de lo que estaba a punto de suceder.
Xiao Du de repente cambió de opinión. Xiao Yuan no podía morir porque... No pudo pensar en una razón por un tiempo, pero estaba seguro de que no podía matar a Xiao Yuan.
Ordenó a alguien que trajera a Xiao Rong. Xiao Rong hizo un relato completo de sus recuerdos de infancia y también sacó el emblema de la familia Xiao. Durante todo el proceso, no dejó de mirar a Xiao Yuan. La cara del joven era bastante desagradable. ¿Estaba sufriendo porque había perdido su gege? Al final Xiao Du pregunto:
—¿Tienes algo que decir?
Si Xiao Yuan lloraba y le rogaba, probablemente permitiría que Xiao Yuan se quedara a su lado. Una belleza tan grande, si no fuera su hermano menor, bien podría ser un juguete para aliviar su aburrimiento. Pero Xiao Yuan no lloró, ni le suplicó. La calma del joven estaba más allá de sus expectativas.
—¿Puedo volver con mi shimen? –dijo.
Los ojos de Xiao Du se oscurecieron de repente. ¿Xiao Yuan todavía quería volver a su shimen? ¿No era tan bueno como Li Xianting y Mu Yingyang? ¿Cómo podía Xiao Yuan querer volver?
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El mundo entero es mi crematorio + Extras [Español]
Ficción históricaXiao Yuan tenía una gran responsabilidad. Debido a ciertas restricciones, debía llevarse bien con un grupo de escorias. Cuando la misión se completó, las restricciones desaparecieron, y Xiao Yuan gritó de alegría: ¡Ah, este es el sabor de la liberta...