Las Zorras

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¡Buenas buenas! Aquí Zoe con un nuevo capítulo, espero lo disfruten, y déjenme sus comentarios al respecto. ¡Zoe out!

Agua limpia y caliente, shampoo y acondicionador, sales de baño. Todos lujos que no veia hace tiempo y que claramente necesitaba, me encontraba en una bañera de un baño que era mas grande que toda la celda en la que me tenían. Lila estaba sentada en el inodoro con la tapa baja, vestida con un camisón negro y unos shorts, ropa mas de entre casa, viendo si necesitaba algo. Todo el glamour que mostró antes se había ido, pero su estilo casual era incluso más hermoso.

- Espero que mi compañía no te moleste, se que tuviste demasiados problemas, así que no quiero...

- No me molesta.- Interrumpí.- A diferencia de la prisión, tu no me miras con desprecio, ni lascivamente, ni como un trofeo... No me siento en peligro contigo, y siento que puedo confiar en ti.

Mi tono era algo plano, tenía mucho en la cabeza, pero estaba también distraída, jugando con la espuma de la bañera. Me ardían un poco las heridas de la última decena, pero el agua estaba lavando todo.

Lila se acercó y se sentó en el borde de la bañera, la espuma cubría mi cuerpo un poco mientras yo hacia formas ella.

- Bueno, me encantará mostrarte el lugar, ayudarte a adaptarte. Te iré adelantando detalles, probablemente la Matriarca te ofrezca trabajo, no necesariamente de zorra como yo, hay cosas por hacer en la casa y tal, así que puedes hacer cualquier otra cosa.- Ella sonrió un poquito y me alcanzó una esponja.

- Es bueno saberlo. No se si podría manejar un trabajo como el tuyo, me vienen... Usando casi todas las decenas.- Al precer mi cara y tomo cambió repentinamente, ya que Lila puso su mano sobre mi hombro para tratar de calmarme.- Lo lamento... Duele recordar.

- Lo entiendo, no te preocupes. Aquí estas a salvo y nadie te obligará a nada. ¿Quieres que te ayude a secar y peinarte?

Asentí y luego de unos minutos en silencio, en cuanto se enfrió el agua, decidí levantarme, cubriéndome levemente con las manos mientras que Lila me alcanzó una bata y me ayudó a secarme.

En cuanto me ví al espejo del baño, recordé un sentimiento que pensé habría olvidado: vergüenza por mi aspecto. La que parecía ser una nueva amiga, me estaba viendo desnuda, toda lastimada y golpeada, mi cabello desaliñado, y bello en todas las partes de mi cuerpo.

La miré algo apenada, y ella entendió.

- Después de cenar, tendremos tiempo para un día de relajación y cuidado personal, lo prometo.- Ella agarró un cepillo y comenzó a peinarme, dejando mi cabello liso y bien tratado por primera vez en años.

Me alcanzó ropa, unos pantalones purpura y una camisa rosada, sin ropa interior. Luego de que terminara de vestirme, me llevó hacia un gran comedor, con espacio para al menos doscientas personas. Todos los asientos estaban ocupados por mujeres de diferentes edades, etnias y tamaños, exceptuando por los últimos diez lugares, que eran ocupados por hombres.

En la cabecera de la mesa, la matriarca se sentaba, tenia a su diestra a una chica bastante voluptuosa, de cabello rizado, piel oscura y vestido negro. A su izquierda, habían dos asientos desocupados, imaginaba que para nosotras dos. Al ingresar a la sala, pude sentir como casi todas las miradas se posaban en mi y los cuchicheos se intensificaban.

Dejé que Lila se sentara junto a la Matriarca, y yo al lado de Lila, mientras que un grupo de meseros servían las bandejas con comida. Agarré un bollo de pan algo desesperada y le pegué un mordisco, antes de darme cuenta de que era el centro de atención, y esta vez por mis modales.

La sala se inundó de silencio, tragué, dejé el pan, y miré al piso apenada.

- Ejem... Chicas, ella es Marilin, la antigua princesa de Cor, se quedará con nosotras ya que Lila la rescató de prisión... Durante su viaje a la misma.- La Matriarca dijo y sonrió algo forzada por lo último. Las chicas siguieron en silencio mientras que la mujer junto a ella tomó un trago de su vino y sonrió.

La Madriguera de la ZorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora