La busqueda

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Maldito hechizo de la verdad, maldito alcohol, maldito grupo de nuevas amigas que me agradan mas que cualquier amiga que tuve en la realeza. No podía estar en paz con la idea de que inconscientemente quiera ser una Zorra. Me habían violado, aviolentado, y maltratado cada decena por los últimos años, no entendía por qué en lo profundo de mi mente, la idea en sí era tan clara.

Estaba aún desnuda frente a las chicas y estaba muriéndome de vergüenza por lo que dije, y ellas seguian haciendo preguntas y hablando, aunque yo estaba callada, no quería responder y tenía miedo de qué podia salir de mi boca con el hechizo aun puesto.

- ¡En el fondo quieres ser una de nosotras! Claramente la mejor revelación de esta noche, te ayudaremos a descubrir tu especialidad, tus fetiches, lo que mas te guste y lo que te ayude a que el empleo te guste mas.- Molly dijo mientras que deshacía el hechizo y al mismo tiempo volvía a su forma humana.

- E-espera, nunca dije que quería serlo ya, dije que lo consideraría y... Nunca he tenido una relación sexual sana, como se supone que zea una Zorra si... Yo...- Me estaba desmoronando en el lugar, entre la vergüenza, los nervios y las ganas de llorar, no sabía que expresión poner. Las chicas se dieron cuenta en el instante y decidieron darme mas espacio, a excepción de Molly quien se acercó a darme un abrazo para calmarme, mi respiración lentamente volvía al ritmo de una persona normal.

- Ya ya, nadie dijo que ya, pero si que te ayudaremos, para Vix parece ser importante, y nosotras queremos que puedas disfrutar de tu cuerpo sin pensar en cosas malas, haremos lo que sea para ayudarte.- Dijo Casandra y las otras asintieron, a lo que asentí timidamente, no sabía en que me estaba metiendo pero sentí que tenian buenas intenciones.

- Está bien, supongo... Quiero poder tener una vida sexual sana al menos, si es posible...

- Claro que se puede, tenemos que descubrir bien que es lo que te inhibe, que es lo que tiene a tu mente tan asustada respecto al sexo.- Aiko añadió y se acercó a mi, meneando su cola gatuna un poco.- Sabemos que sufriste mucho en los últimos nueve años, pero si el problema fuera solo con el contacto sexual, no estarías desnuda ahora con nosotras, tampoco habías ayudado a Vix literalmente vendiendonos a los clientes.

- Supongo que tienes razon, pero si no es eso... No se que puede ser. 

- ¿Quizá sea un problema con los hombres? ¿No fueron hombres todos los que... Ya sabes?- Vix añadió pero negué con la cabeza.

- Ayer y anteayer vi al grupo de las criadas casi desnudo, a Kaz básicamente lo tuve desnudo a unos metros y no me causó mas que vergüenza.

- Pues no son los hombres ni la desnudez... ¿Los penes quizá?- Añadió entonces Ludmila y me puse a pensar detenidamente.

- Pues... Eso puede ser, no he visto ninguno en varios dias así que no estoy segura, tampoco quisiera ver uno ahora para intentar.

Las chicas se quedaron pensativas un segundo hasta que Casandra pareció tener una idea y se acercó a mi.

- Cierra los ojos un segundo...- Obedecí, y en cuanto lo hice, sentí como sujetaba mis manos, juntandolas y comenzando a atarlas con cuerda, era tan rápida con ella que no sentí el momento en que también ató mis piernas.

En ese momento mi respiración se agitó rápidamente y empecé a luchar, a luchar por safarme y por ser libre. Imagenes de la prisión volvían a mi mente, tenía quince años otra vez, los grilletes en las manos y pies, los hombres destruyendo mi cuerpo mientras yo luchaba por un poco de libertad. Me habían quitado la libertad y con ello, todo lo que tenía de humanidad, dignidad, me lo habían arrebatado todo.

- ¡No! No no no, basta ¡Déjame ir!- Mi corazón corria como loco mientras me levantaba y torpemente intenté correr hacia una esquina de la habitación, tropezando y cayendo, haciéndome una bolita mientras trataba de safarme de la cuerda.

La Madriguera de la ZorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora