La coneja

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Un retoque de cabello, depilación, manicura y pedicura. Lila se movía por mi cuerpo como una profesional, respetando de no tocar mis heridas o partes íntimas. Me sentía limpia nuevamente, y ella me hacía sentir cómoda.

Me encontraba sentada en la cama mientras ella estaba terminando de peinarme, sus caricias en mi pelo eran relajantes.

- Tu cuerpo es hermoso, aunque estás demasiado delgada y tu piel es muy pálida, eso se solucionará con buena comida. Tienes hermoso cabello, muslos, y tus pechos, no muy grandes, pezones bonitos y planos.- Estaba centrándose un poco demasiado en lo último, pero la dejé continuar.

- Gracias... Es la primera vez que me siento tranquila cuando alguien habla de mi cuerpo desnudo, y tengo albinismo, mi cuerpo y cabello no serán mas que blancos.- Dije, riendo un poco al último.

- Oh... Por eso los ojos rojos, pareces un conejito.- Ella sonrió y sacó su lengua, burlandose un poquito.

- Una conejita entre zorras, van a comerme viva.- Bromee, pero en parte también tenía miedo de eso, de no encajar en el lugar.- ¿Crees que la matriarca se molestó porque no me hice zorra?

- Claro que no, pero cuando vean lo hermosa que estas ahora y la ropa que elegí para tí, van a desear que si lo hubieras elegido... Ya estas, tu pelo está listo, quedaría nomás depilar tu zona íntima si deseas, puedo hacerlo si quieres.

- Muchas gracias por todo, pero yo...

- Aunque se hacer dibujitos, y se me ocurre uno que...

- Dije que gracias, por ahora no.- Decidí detenerla ahi, pero traté de no levantar la voz.

Me levanté de la cama y revisé el cajon de ropa interior bajo mi cama. Toda la ropa que había era algo reveladora, parecía lencería, todas semi transparentes o con aberturas donde se suponía debía cubrir. Decidí elegir ropa interior blanca para que no contrastara mucho.
Lila se acercó y me dió un vestido de verano celeste con tirantes muy finos.

- Pensé que para estar de entre casa, estaría bien, mañana te daran el uniforme de limpieza... Dios soy una artista, no se darán cuenta que eres la misma que entró mas temprano.- Se la veía contenta con su "obra de arte", y al verme en el espejo veía por qué.

Me acerqué lentamente a mi reflejo, y salvo por un par de cicatrices en mi piel, me veía hermosa, ella se había lucido conmigo, incluso mis heridas de ayer parecían verse mejor.

- Si pintaras serías contratada por la realeza, de verdad me veo increíble, te... ¿Te molesta si voy a dormir? Ha sido un día largo.

- Claro, sin problema, descansa, mi cuarto está al final del pasillo si me necesitas.- Ella se levantó y me dió un suave beso en la mejilla para luego irse de la habitación, me sonrojé un poquito antes de acostarme, e intentar dormir.

Tuve el sueño más cómodo que tuve en años, pero lamentablemente no el mas lindo.

Las pesadillas me inundaban, recuerdos de la prisión, mi cuerpo se estremecía al recordar las sensaciones, comenzaba a sudar frío y a rodar en la cama. Estaba rodeada de guardias que desgarraban mi ropa sin piedad, me estampaban contra la pared mientras me usaban, sus manos tocando todo, sus miembros sucios contra mi cuerpo, no importara cuanto llorara, no se detenían. 

- Basta... Estoy cansada, me duele...

- ¡Despierta Marilin!- La voz de Lila me despertó mientras ella sacudía mis hombros, grité un poco y luego la ví bien, la abracé llorando un poco mientras que trataba de retomar el aliento.- Ya... Aquí nadie te va a lastimar, tuviste pesadillas.

- Es la primera vez que duermo sin desmayarme del cansancio, y lo primero que sueño es que me violan otra vez... Ya pasará, no es tan importante...-  Mentí, trataba de calmarme mientras que Lila me tenía en sus brazos, suavemente apoyé mi cabeza en tu pecho y ella acarició mi cabello un poco.

La Madriguera de la ZorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora