Problemas en el paraíso

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Mi primer día aqui y ya había problemas, desde el principio me pareció raro dejarle pasar, el hombre estaba borracho y buscó específicamente a Serena en la guía. O había problemas personales con ella, o el hombre simplemente era un violento borracho.

Vix caminaba furiosa, subiendo al primer piso mientras que los pasos de sus tacones resonaban por toda la mansión. Al llegar al piso del problema, vimos como unas chicas mantenían la puerta del cuarto cerrada, mientras que otras atendían a Serena, su antes hermoso rostro con piel caramelo y ojos café, estaba inflamado y sangrando por los golpes, ella llorando desconsolada.

- El h-hombre cree que... Soy su hija que vino a prostituirse... ¡No lo conozco y empezó a golpearme, a decirme que necesitaba un castigo! Me rompió el brazo con el que activo los portales, no pude echarlo- Exclamó la chica mientras las otras la contenían, Vix en cambio estaba que echaba humo.

Se acercó a la puerta, yo cuidadosamente siguiéndola por detrás, y le ordenó a las chicas que la abrieran simplemente con un chasquido de dedos. La puerta se abrió de golpe, no alcancé a ver la cara del hombre salir, que ella lo volvió a mandar adentro de una patada en el rostro.

- Señor Rider, la Madriguera de la Zorra se reserva el derecho de admisión.- Vix dijo e hizo sonar sus nudillos, el rostro del hombre sangraba del taconazo en la nariz, pero al parecer no fué suficiente para dejarlo fuera de combate. Furioso, se levantó y se tambaleó en dirección a Vix.

- Ella... ¡Es mi hija! Mi propiedad, no pueden mantenerla unas putas aquí aqui sin mi permi...- El hombre fué interrumpido por una patada a los testículos propinada por Vix, y en cuanto el hombre cayó de rodillas, ella le volvió a patear el rostro para que cayera al piso.

- Considerese expulsado para siempre de la Madriguera, no vuelva nunca.

Vix sacó su pluma mágica, rápidamente esbozó algo en su libro personal, y con la misma, tachó una cruz enorme en la frente del hombre. Esta misma brilló en rojo, y en cuanto Vix pisó la frente del tipo, este se desvaneció contra la madera del piso y se fué del establecimiento.

- No hay nada que ver aquí, lleven a Serena a la enfermería de la planta baja, traigan a Kaz para limpiar el cuarto. Se suspenden los turnos de este piso durante media hora, reembolsen a los clientes que no hayan terminado y portalicenlos fuera de aquí.

Ahora entendía a Vix y su forma de ser, sus responsabilidades aquí eran más de lo que parecían, y se debía ser alguien firme para ello. Necesitaba aprender a ser como ella, aprender a manejar esa fuerza, o a desarrollarla si es que podía.

Vix se acercó a mi luego de que puso a todos los equipos en movimiento, suspirando un poco y sonriéndome confiada.

- Nada que no pudiera manejar, las chicas de la enfermería se encargarán de Serena, tu puedes tomarte el resto del día, haz hecho un buen trabajo el día de hoy.

- Yo... Quisiera ser fuerte como tú, necesito poder dejar de ser tan... Débil.- Me sentía avergonzada por decirlo asi, pero tonces ella puso un brazo en mi hombro y asintió.

- Mañana a primera hora, antes de los turnos de la mañana, saldremos a correr al campo, hoy descansa, lo hiciste bien, nos vemos a la cena.- Vix dijo y se fué de vuelta al grupo de chicas para empezar a dar órdenes.

Fuí a mi cuarto nuevamente luego de toda la conmoción, y cuando llegué recordé lo que había sucedido antes aquí, mis blancas mejillas volviendo a ser rojas al instante. No era justo, hace años que sexualmente no sentía algo lindo, y de la nada viene esta chica, vuelve a hacerme bonita, me toquetea un poquito y yo me vuelvo loca.

Me acosté en la cama nuevamente y me quité los zapatos, luego me quité las medias de red y la cinta de los pezones, solo quedando en ropa interior mientras que me ponía a descansar.

Lila entraba por mi puerta luego de una tarde de trabajo, su cabello hecho un desastre al igual que su maquillaje, pero era hermosa, ella simplemente caminó hacia mi, subiendo a mi cama y besándome profundamente. No me resistí mucho, se sentía bien, y no queria que parara.

- Shh... Ahora voy a hacerte mía, conejita.

Apoyó sus manos sobre mis senos y masajeó suavemente, su boca bajando de mis labios a mi cuello y mordiendo poco a poco, su toque era gentil y me tenía temblando, soltando leves gemidos.

Acerqué mi mano a mi entrepierna y no pude resistirme a acariciarme un poco, pero su mano se colocaba sobre la mía y me guiaba, haciéndome ir mas rápido pero a la vez con mas cuidado que con el que jamás me habían tratado. Mi respiración se agitaba, mi entrepierna toda mojada, mientras tímidamente mis dedos se adentraban en mí, acompañados de sus caricias.

Habían pasado años desde que me sentí bien haciendo esto, bien con alguien, mis gemidos crecían e inundaban la habitación. Lila alejó sus manos de mí y las puso en mis hombros, luego se acercó a mis oídos y susurró una palabra.

- Despierta.

Abrí mis ojos, no había nadie en el cuarto, solo mucho ruido en el pasillo. Mis manos estaban en mi entrepierna y las saqué inmediatamente. No podía creer que estaba teniendo uns fantasía sexual, y menos sobre Lila, llevo dos días aquí, debería controlarme.

Sentí que alguien tocó la puerta y me cubrí con las sabanas de la cama.

- ¡Pase, está abierto!- Dije mientras que intentaba disimular, pero Lila era la persona que entró en mi cuarto.

- Buenas tardes princesa, Vix me dijo que estarías aquí, dijo que hiciste un buen trabajo hoy en recepción.- Ella estaba igual a como la soñé, hecha un desastre, un hermoso y sexy desastre.

- Si, creo que es una buena area para empezar... Tenemos que hablar.

- ¿Confundida por lo de mas temprano?- Ella esbozó una sonrisa algo pícara mientras que se acercaba a mí.

- ¿Tú qué crees? Me... ¡Me besaste! De la nada y sin aviso, sin preguntar y y... ¿Por qué?

- Fué un besito de la buena suerte, se que nadie te había tratado bonito hace rato, así que decidí que debía ser la primera.

- Manoseaste mis pechos, me hiciste... Sentir caliente, bien, excitada en vez de asustada por una vez. Quiero saber tus intenciones, por favor.- Me cubrí un poco mas con las sábanas, a la defensiva, si bien aún estaba excitada, sabía que lo que pasaba en mi mente no era la realidad, y que la Lila real podría tener otros motivos.

Se acercó a mi rostro nuevamente y me besó, mis manos soltando las sábanas y tímidamente acercándose a sus pechos. Al besarla, sentí un sabor dulce en sus labios, lamí un poco mientras quise seguirla besando, pero justo en ese momento, ella se detuvo, y se volvió a sentar en la cama.

- Sentiste eso, ¿Verdad? Marilin, soy una zorra, y como todas aquí, tengo mi especialidad. Si leíste mi ficha en el libro, verás que puedo excitar incluso hasta al hombre mas impotente.

- A... ¿A que te refieres?

- Necesitabas confianza en tu cuerpo, y yo te la dí, solo un poco de poción en mis labios, en mis manos, y tu cuerpo ya estaría como loco por mí. Necesitabas sentirte bonita, deseada, y yo ayudé con eso.

- ¿Dices que todo fue falso?- Mi excitación por ella pasaba por decepción, ira, me sentía traicionada, pero...

- No, de verdad me pareces hermosa, muy bonita y de verdad me gustaría jugar más contigo, pero necesitabas un empujón, y te daré los que necesites. No quiero romperte el corazón, soy una puta, y creo que no entiendes lo que meterse con una significa aún.

Me quedé pensando un instante, mi mente procesando toda la información en este momento. Me senté en la cama y luego de pensarlo un segundo, le di una bofetada.

- Me... Me drogaste sin que yo lo supiera o lo consintiera... Arreglalo.

La Madriguera de la ZorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora