Espectadores inesperados

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Zoe me agarró del brazo y se teletransportó conmigo hasta alguna habitación parecida a un camerino, no me dio ni tiempo de explicarme ante Lila o destrozar la sonrisa de Annie quien había confabulado con Vix, y estoy segura de que esa conversación que tuvieron en la puerta de la Madriguera fue actuada. Su método de teletransporte era distinto a los portales de Ari, estoy segura de que a este camerino le da luz de una de las lunas, y todo el antro tiene un techo de vidrio con vista al cielo, sentí como en menos de un segundo aparecimos de un lugar al otro, al parecer usaba la luz lunar como fuente de su poder.

- ¿Qué carajos?...

- Le gané el poder a Desmona en una apuesta hace algunos años, algo de si podía hacer sonrojar a Mireya... No importa ¿Sabes bailar?

- No, no sé bailar en lo absoluto, y mucho menos en la forma que quieres que baile, sé que hicieron una bromita con Vix y se quieren burlar de mí pero...- Estaba empezando a hiperventilarme, se sentía justo como cuando me ataron con cuerdas la primera vez, tenía miedo de arruinarlo, de perder el control... Pero ella me agarró el brazo y me sonrió, como una persona le sonríe a alguien nervioso para intentar calmarlo, se la veía preocupada por mí por alguna razón, ella seguro sabía el como me sentía, quizá por experiencia propia o porque yo estaba siendo muy obvia.

- Hey, cálmate, voy a hechizarte un poco para que puedas dar una presentación estelar, pero la verdad es que siempre pensé que esto era mala idea, no porque tú no sepas bailar, si no porque sé el miedo que le tienes a no tener el control de la situación... Y puede que hayas superado parte de ello siendo una prostituta de BDSM, pero ahora mismo estás por enfrentarte a los problemas mas grandes de tu vida, y te quiero enseñar que si te lo propones, el mundo puede ser tuyo, y todo estará bajo tu control.

- ¿Haciéndome bailar frente a un montón de pervertidos? Además, no he vuelto a ser prostituta desde...

- Lo sé, se todo lo que pasa en la Madriguera, y entiendo que tienes miedo de volver a lastimar a alguien y poner en peligro a la Madriguera, pero tienes que entender que cada paso que des, tiene que ser firme y aplastante. Entre esos pervertidos están tus amigos, tu novia, y tu madrastra, y yo que por definición sería como una hermanastra ya que crecí con Ari y... Olvida eso, el punto es, que en ese escenario, mandas tú, tienes que demostrar que mandas tú, no al público, no a mí, a ti misma.

Ella tenía razón, tenía mucho miedo de lastimar a la gente de la Madriguera, mas después de todo lo de los asesinos, yo había empezado a disfrutar a ser zorra de BDSM hasta que perdí el control de mis emociones, y no le dije a nadie, pero no volví a prostituirme por eso, por mi miedo a perder el control de vuelta, todo lo que había recuperado en esas decenas lo había perdido en una noche. No quería volver a ser débil, nunca mas.

- ¿Y cómo lo hago? No puedo exponerme ante el público así nada mas... No sé nada sobre...

- De eso me encargo yo querida. ¿Qué tanto rango tiene tu magia de ilusión?

- Creo que... Cincuenta metros a la redonda desde que modificaron mi cuerpo.

- Excelente, te voy a dar unas indicaciones, tu vas a cumplirlas al pie de la letra, o improvisa en el escenario, lo que te dé mas seguridad, pero quiero que mantengas una ilusión sobre tu cuerpo...

Ella se acercó a susurrarme algo al oído, y mientras que su cola me rodeaba y sentía un cosquilleo en mi espalda, un cosquilleo mágico que según me estaba explicando, era parte de su plan y del show. Me sentía muy nerviosa al respecto, pero al mismo tiempo sentía como un impulso recorría mi cuerpo, creo que era adrenalina, creo que estaba lista.

El show que estaba en el momento terminó, la pareja de bailarines ya desnudos entró al camerino, y Zoe salió al escenario mientras que yo me terminaba de poner la ropa que ella me había dado, un conjunto de falda, top corto, y ropa interior de tela blanca deportiva, pero toda tenía aperturas que estaban unidas con velcro para hacer que sea fácil removerlas. Zoe se había puesto el mismo conjunto pero en naranja y negro, los bordes de este siendo lo naranja, no importaba que estuviera algo rellena, su arma era la seguridad que tenía, o al menos la que demostraba a cada paso que daba.

La Madriguera de la ZorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora