Castigada

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Desperté en la enfermería con la cabeza vendada, Ariadna, Lila, Vix, y algunas chicas mas se encontraban aquí, esperando a que me despertara. La cabeza me dolía un infierno, pero por lo menos ya estaba a salvo de mi misma, no se si habría podido contenerme más contra él.

Me daba vergüenza verlas a los ojos, mas que todo a Ari, quién creía que estaba muy decepcionada de mí.

¿En qué estaba pensando? Encerrarme con mi captor y empezar a torturarlo, casi asesinarlo y comprometer la seguridad de las chicas y de la Madriguera... Ahora sí la cagaste, ya nadie confiará en ti, van a creer que eres una puta asesina psicópata, todo por un momento de debilidad.

- Lo... Lo lamento.- Dije débilmente y Ariadna se acercó a abrazarme un poco fuerte, sé que era inapropiado, pero me estaba sofocando con sus pechos.- Piedad...

- Uy, lo lamento, pero me tenías preocupada de muerte, asi que te lo aguantas.- Al menos si moría, moriría en lo que sería el cielo para muchas personas.

Ella se separó de mi y se sentó a mi lado, parecía preocupada.

- Lamento todo lo que hice...- Dije mientras me quejaba un poco, mi cabeza me mataba, el golpe había sido en la nuca, del lado izquierdo.

- ¿Por qué lo hiciste Mari? Eres una chica dulce y amable, pensé que te estaba ayudando...- Ella parecía triste, decepcionada consigo misma... Me sentía culpable por ello, le estaba causando mucho dolor por mi estupidez.

- Yo... No pude evitarlo, ese guardia, ese en específico, es la razón por la que soy infértil, es la persona que más me hizo sufrir en toda mi vida, verlo ahí, indefenso y a mi merced... No se que estaba pensando, casi nos pongo en riesgo a todas por un estúpido deseo de venganza.- Mientras mas hablaba, más recordaba todo lo que me habían hecho, estaba sollozando, esperaba un regaño de Ariadna, pero en vez de eso, Lila me abrazó por un costado mientras que Ari me limpiaba las lágrimas.

- Oye, entiendo como te sientes, yo también habria estado en una situación tan... Moralmente difícil si encontrara y descubriera a quien me arrebató el olfato. Se que fué muy difícil para tí, pero al final hiciste lo correcto.- Lila dijo y se acurrucó a mi lado, Ari continuó acariciando mi cabeza, parecía ya estar más calmada.

- Si, si bien estoy molesta por lo que pasó, de verdad estoy orgullosa de que al final hicieras lo correcto... Matarlo no te habría hecho sentir mejor, de hecho, habría sido un problema incluso mas grave.

Sonreí un poco al saber que en parte me entendían, pero entonces Vix se acercó y me dió una bofetada, parecía furiosa.

- No... No sentí esa clase de miedo jamás en mi vida, no vuelvas a hacerme eso... ¿Qué le hiciste al picaporte de esa puerta?

- Yo... Lo lamento Vix, descubrí que puedo encantar objetos temporalmente para que sean trampas ilusorias... Tu estabas sintiendo mi propio miedo en ese momento...

Ariadna se sorprendió un poco, de hecho todas en la habitación lo hicieron y no entendía por qué.

- ¿Estás diciendo que inventaste un hechizo original en estos días? Eso... Es impresionante, aún así, no vuelvas a causarle temor a las chicas, vas a tener que usar guantes para dejar de causar tus ilusiones por error.- Ariadna dijo y asentí, sentía que era necesario, si no, no volverían a confiar en mí.

- Está bien, usaré guantes a partir de ahora, lamento todo lo que les causé, sé que asusté a mucha gente hoy.

- Si, y voy a tener que castigarte por ello Marilin. Hasta que pase la fiesta del fin de decena, luego de tu turno como recepcionista iras a limpiar los cuartos y ayudar en todo lo necesario para la masquerade, nada de trabajar de Zorra hasta entonces, tendrás que aprender autocontrol sobre tu actitud y tus poderes.- Ariadna se mostraba firme con su decisión, pero yo la acepté sin rechistar, lo merecía.

La Madriguera de la ZorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora