Encuentros Sagrados

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- ... Y entonces, antes de que empiece la lluvia de meteoritos, tú te escabullirás a la capilla dentro del castillo, donde es 90% seguro de que se llevará a cabo lo que sea que tienen planeado, y con la ayuda de Vittorio, la Baronesa, y Penélope, atacarás a quien se interponga en tu camino, yo me aseguraré de distraer a todos en el salón de baile principal y atraer la mayor cantidad de guardias posible.

- Convengamos que una señora de dos metros y medio no podría escabullirse mucho.

- Pues no, por eso tendrás que infiltrarte en la capilla sola. Entonces...

- Desmona. ¿Estás espiando de vuelta a Mari?

- ¡Agh! No entres así de la nada en mi cuarto Mimi, me asustas.

Me encontraba en mi cuarto de la torre, viendo en un espejo lo que pasaba con Mari en estos días, lo hacía para distraerme de lo que se avecinaba, no solamente la inminente posible destrucción de nuestro pedacito de Spes, si no que además hoy empezaría el primero de cinco días de celebración y negociaciones entre los dioses, y francamente, no quería ir.

- Vamos, arréglate, no puede ser que aún estés con la bata que usas siempre. ¿Tienes toda la magia primordial a tu disposición y no puedes mantenerte presentable para los dioses?

- Trabajo desde mi cuarto con un espejito mientras veo los dramas que ocurren abajo y mantengo el orden de la magia en Spes, creo que puedo pasearme en la ropa que me dé la gana...- Me quejé mientras ella me miraba de brazos cruzados, pero decidí levantarme de mi cama y quitarme la bata, viendo como se enrojecía la piel oscura de las mejillas de Mireya mientras que yo hacía aparecer una túnica azul oscuro celestial con pequeños puntitos plateados y con los bordes en dorado, básicamente me puse una bata, pero formal.- Bueno, ya está. ¿Contenta?

- Lo estaría si no te hubieras puesto otra bata, o si al menos llevaras ropa interior bajo ella, pero ya ni modo, eres incorregible.- Ella miraba a un costado fingiendo ser rígida, pero sabía que le gustaba, traía sus hermosas rastas acomodadas en una coleta detrás de su cabeza, llevaba un mono sin mangas de color gris oscuro con las piernas del mono acampanadas, cargaba la llave del paraíso siempre en su mano izquierda, y usaba zapatos negros sin mucho tacón.

- Hey, tu no llevas ropa interior tampoco. ¿Qué hay de Khali? ¿Ya está lista?

- Eso es lo otro que te venía a pedir... Acompáñame...- Ella se veía exasperada, supongo que tuvo un día largo en el trabajo, trabajar con almas en pena nunca es fácil.

...

- Tengo que hacer suficiente para todos, no puedo llegar a la fiesta sin un regalo para todos los dioses del norte y del este...

Khalida estaba cocinando, estábamos a unos minutos de irnos y ella estaba haciendo pastelitos, para ser exactos, había una montaña de pastelitos recién horneados, Yue y Yua nos salven de la selección de prioridades de esta chica.

- Khali, ¿Qué carajos estas haciendo? Tienes masa en tus brazos y cabello y aún no te has arreglado.

- Me pasé todo el día seleccionando los mejores recuerdos de la humanidad para hacer postres para la fiesta y...- Se la veía agitada, estaba sacando mas y mas postres del horno alimentado con el fuego sagrado que usaba para moldear las velas.

- ¿Vas a llevar comida a una fiesta donde nosotros, seres inmortales que no sentimos hambre, ya vamos a ser alimentados por los mismísimos Yue y Yua en un banquete celestial?

- ...

- ...

- ¡Yue y Yua van a estar presentes y me olvidé de hacer postres para ellos! ¡Tengo que elegir recuerdos ancestrales y...!

La Madriguera de la ZorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora