La noche con las chicas había terminado, y yo me despertaba con una resaca terrible, no volvería a tomar de esa manera en un buen tiempo porque no sentía ganas de vomitar como ahora hace años, no volveré a tratar de seguirle el ritmo a Lila en cuanto a bebida. Con Lila fuimos a desayunar temprano, no hablamos mucho debido al dolor de cabeza, y fuimos a nuestros puestos de trabajo para empezar por las tareas de hoy.
Seis días, seis días para el asalto al castillo, asalto que definiría el destino del continente... Mientras mas se acercaba esa fecha, menos me sentía preparada para lo que venía, pero no era momento de echarse atrás. Tengo que admitir que la idea de huir me había tentado varias veces durante estos días, pero si no eliminaba el problema de raíz, me iba a perseguir por toda mi vida y me iba a encontrar siempre, por eso era importante que acabara con ellos de una vez por todas.
Llegaba el final del turno, y yo ya estaba terminando de recoger el dinero de las Zorras, y cuando terminé de saludar a Vix, me fui por el portal al negocio de Naushika para poder hablar con ella, como había acordado con mamá ayer, necesitaba un vestido a la medida para poder infiltrarme en el castillo, necesitaba ser una más del montón de políticos y ricachones que irían a esa fiesta, mezclarme entre la multitud, ya vería con Ari que tiene planeado para la fiesta.
Entré a la fábrica, el ruido de las máquinas de coser y los telares era abrumador, había muchos mas clones que la primera vez que vine aquí, al parecer el trabajo abundaba para ella. Fui caminando hasta la oficina, donde ella estaba echada en la silla, casi desnuda, sudando, y con una jeringa clavada en el estómago.
Inmediatamente entré a ver como se encontraba, y al abrir la puerta, una hola de calor abrumador me golpeó, y entendí que Naushika se estaba sobrecalentando por usar tantos clones a la vez. Me acerqué a ella, quien me sonrió levemente mientras se incorporaba en la silla y se sacaba la jeringa del cuerpo, poniéndola sobre la mesa.
- Princesa, bienvenida, no te preocupes por la jeringa, es refrigerante. Como puedes ver, estoy en un pico laboral, yo...
- Trabajar de más está mal, más con tu modelo de trabajo, deberías contratar más gente en vez de hacer más clones.
- Lo he intentado, pero en esta ciudad son pocos los que están capacitados para usar los telares importados que manejo, y me va a levar mas tiempo y dinero capacitar gente nueva... ¿Quieres algo o solo vienes a presumir tu nuevo cuerpo y criticar mis métodos laborales?- La frustración en su voz era... Obvia, el estrés y dolor físico debían ser demasiados. Me acerqué a su escritorio y tomé asiento frente a ella, pues venía a hablar de negocios, traía dinero que me dio mamá para comprar la ropa.
- Lo lamento, se que debes estar más que ocupada estos días...
- Ni que lo digas, la demanda de ropa de gala invernal aumenta siempre en estos días... ¿Tú también quieres ropa verdad? La tela abrigada es cara y...
- De hecho, voy a pedirte un vestido fresco, como si fuera para primavera o verano.
- Estás loca.
- Estos días mi cuerpo sufrió varias modificaciones, entre ellas, ahora no siento el frío o no me afecta tanto como debería, así que puedo comprar algo fuera de temporada.- Sonreí un poco y su cara de preocupación cambió a alivio ligeramente.
- Estás de suerte de que los vestidos veraniegos sean mas fáciles de hacer y que tengo tela de sobra, solo tengo que crear otro c...
- No, basta, no mas clones, estás sobrecargándote y no creo que los refrigerantes ayuden mucho mas si te sigues exigiendo, puedo esperar hasta que termines de trabajar, es un vestido para el baile de año nuevo del castillo.- Ella abrió los ojos de par en par al escucharme decir eso, entonces escuché que las maquinas se detuvieron en todo el taller, y el color de su piel se avivaba un poco.
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La Madriguera de la Zorra
FantasyMarilin es la princesa de Cor, el reino mas grande de Spes, o al menos lo era. El reino ha sido derrocado por una orden secreta y destruyeron cualquier vestigio del anterior linaje. Encerrada bajo el calabozo del castillo, cuenta sus días hasta su m...