En el castillo

37 11 13
                                    

- Entonces ¿Ya hicieron el inventariado total luego del robo del eclipse?

- Si Emperador, robaron de la bóveda real bastante oro, unas joyas, varios libros de la biblioteca real y algunos pergaminos de hechizos.

- Maldita sea, los malditos ladrones del gremio de las ratas lo hicieron de vuelta, y nuestros guardias son tan estúpidos que a los que no escaparon los mataron en el momento. Wilson, despide a alguien, y trae a los consejeros, necesitamos hablar de cosas importantes para el futuro del imperio.

- Si Emperador, como ordene.- Dijo el inútil de mi asistente mientras se retiraba de la sala del trono. Necesitaba al consejo ahora mismo por unas cuantas razones, y una de ellas era la maldita princesa fugitiva, de algún modo esa pequeña mocosa había logrado escapar luego de casi diez años encarcelada, se iba a cumplir el décimo aniversario del nacimiento del Imperio de Cor, y la necesitaba a ella ese día.

Salí de la sala del trono y mientras caminaba por el pasillo hacia la sala del consejo, una misteriosa figura apareció, encapuchada en negro, su rostro cubierto con una sombra mágica y un brillo rojizo en sus ojos. Me acorraló contra la pared, y varias mas aparecieron, no había nadie mas en el pasillo mas que ellos y nosotros. Uno se puso a una distancia bastante incomoda, a unos centímetros de mi rostro y con una voz totalmente distorsionada, comenzó a hablar.

- Se acerca el día, y la chica sigue sin aparecer.

- Ugh, ya lo se, estoy trabajando en eso, aún mis hombres tratan de averiguar como es que no dejó ningún rastro.

- Ella debe aparecer para la lluvia de meteoros, o el ritual no podrá ser completado ¿Sabes lo que sucederá si ella no está ahí para ese entonces?

- No, no lo sé, me han hecho mantenerla viva por diez putos años y aún no me han dado mas información al respecto. 

- Porque no te concierne, pero dadas las circunstancias, es necesario que entiendas la importancia de la mocosa. Esta lluvia de meteoros es especial, porque los doce planetas de nuestro sistema y las dos lunas se alinearán perfectamente, esto sucede una vez cada diez mil años, y la sangre de esa niña es necesaria para el ritual. Si esto se arruina por tu incompetencia, tu querido imperio será destruido por completo, toda la suciedad en tu nombre saldrá a la luz, y nos aseguraremos de que esta ciudad sea tu tumba.

Diez años he vivido atormentado por esta maldita secta, les pedí poder una vez, el suficiente para derrocar al rey, pero me tienen agarrado de las bolas más de lo que me gusta, un paso en falso y mi vida, la de mi esposa y la de mis hijos sería reducida a cenizas.

- Entiendo, no tiene que repetirlo dos veces, pero necesito ayuda, se que ustedes pueden conseguir información, si llegan a enterarse del paradero de la niña por cualquier medio, necesito que me informen así puedo mandar a mis tropas.

- Tenemos un trato entonces, pero mas te vale poner de tu parte, si la chica no aparece para entonces, habrá serias consecuencias.- Me agarró del cuello, mis ojos se llenaron de visiones de Cor siendo destruida, de mi familia siendo quemada viva o siendo sacrificada sin mas.

Pestañeé un segundo, y al abrir los ojos ya nadie se encontraba a mi lado, estaba solo en el pasillo y mi corazón casi abandonaba mi cuerpo. 

Me tomé unos minutos para recuperar el aliento y retomé mi camino. Fui a la sala del consejo de la ciudad, donde mis hombres mas leales se reunían, tomé asiento en mi sillón, mientras los consejeros uno por uno se sentaban al rededor de la mesa octogonal, y en cuanto todos tomaron asiento, me puse de pie mientras que los sirvientes servían copas del vino mas fino a todos los consejeros.

- Damas, caballeros, los he reunido aquí hoy en día para tratar la aprobación de unas leyes, y para discutir temas que son bastante importantes.

- ¿Y qué es tan importante como para convocar a esta reunión tan urgente?- La consejera de cultura dijo mientras tomaba vino de su copa, una mujer extravagante, semi orco, sus colmillos inferiores eran dos rubíes largos y su cabello era negro oscuro, en rastas largas adornadas con anillos de oro, juntadas en una coleta atrás de su cabeza.

La Madriguera de la ZorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora