Juego con cuchillos

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Estaba con Laura detras del cristal de las habitaciones de cuero, tomando té con ella mientras que veíamos a Max hacer su trabajo. Honestamente no entendía como Laura consideraba esto entretenimiento, pero no le iba a negar que era interesante y llamaba a seguir viéndolo jugar. Ahora mismo él se encontraba con una mujer, él se encontraba haciendo cortes muy superficiales con un cuchillo sobre el torso, pechos y muslos de la mujer.

- Es increíble que la Matriarca los deje jugar con cuchillos, en primer lugar, no sabía que habia gente que podía disfrutar sexualmente del dolor de esta manera.

- No es precisamente común Marilin, personalmente no lo disfruto, pero Max si, él sabe donde hacer cortes, con que fuerza hacerlos, de manera que no lastimen a nadie de gravedad... La Matriarca no nos deja operar con cuchillos a menos que este el otro presente en la habitación, es una medida de seguridad para que no ocurran accidentes, y si ocurren, que podamos enmendarlo rápidamente.- Laura comentaba mientras seguíamos observando a Max, la chica con la que jugaba si bien tenía cortes, estos no sangraban tanto, era claro que él sabía lo que hacía.

De nuevo, yo no comprendía como a alguien podía gustarle eso, esperaba que no tuviera que lidiar con un cliente con ese fetiche en la cercanía, no me agradaba la idea de lastimar a otro de esa manera por placer, lo pondría en mi lista de límites.

Max terminó luego de un rato y una vez que portalizó al cliente, se acercó a nosotras, dándole un pequeño beso a Laura.

- Pareces una escena de crímen Max.- Laura dijo mientras buscó un trapo para limpiar el torao y brazos de su esposo.

- Bueno, lo sería si no fuera bueno en mi trabajo, alguien debe hacerlo si queremos atraer a ese tipo de clientes. Cariño, iré a ver al bebé, se que el próximo cliente es tuyo, calculo que Mari puede quedarse contigo a controlar.

Max se cambió frente a nosotras, poniéndose ropa más normal, y luego besó a Laura antes de retirarse.

- ¿Cuál es el siguiente cliente?

- Parece... Que es un guardia Imperial, su nombre es Rogelio.

Logré disimularlo para ella, pero mi corazón estaba agitado y sentía que me sudaban las manos de los nervios. Él, entre tantos guardias hombres y mujeres que me torturaron, fué el que más me hizo sufrir, él me había golpeado lo suficiente como para dejarme infértil y usar mi cuerpo con libertad.

Aún lo recuerdo de la última vez que lo ví, uniforme imperial, pelo rubio, ojos verdes, una enorme cicatriz que iba desde su frente a su mandíbula... Un soldado veterano, y un hijo de puta.

- El cliente debería llegar en unos instantes, no es necesario que te quedes, en serio, debería ser sencillo...

- No te preocupes Laura, me wuiero quedar a ver de hecho.- Luego de descir eso, ella asintió y se metió a la sala.

En estos últimos días de entrenamiento mágico, si bien no pude hacer ilusiones a distancia a través del aire, si que aprendí un pequeño truco, esperaba no tener que usarlo hoy, pero si esa persona venía hoy, no podía dejar que las chicas me detuvieran... Esperaba que lo entendieran.

Vi al hombre entrar, y pude confirmarlo con mis propios ojos, ese era el hombre, casi entro en pánico pero entonces ví cómo ella lo desnudaba, le ataba las manos y lo colgaba en un gancho del techo, a través del nudo en las muñecas, además de que le vendó los ojos y le puso una mordaza.

Max entonces entró al cuarto y le habló a Laura al oído, luego ella se acercó a mí y suspiró.

- Lamento tener que pedirte esto, pero mi bebé está enfermo ¿Crees que puedas encargarte de este cliente?

La Madriguera de la ZorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora