Mi Luz en medio de la Oscuridad

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Llegué a mi cuarto, que si bien aún tenía daños, estaba en mucho mejor estado que en el que lo había dejado yo... Debía agradecerle luego a Isaac por la ayuda que me había dado con esto, y disculparme por como lo he tratado estos días.

Me puse a ordenar un poco mi cama y a perfumarla, gracias a que Mari me prestara su olfato hace unas decenas, aprendí a medir lo mal que aplicaba el perfume, así que ahora sabía que debía echarle menos a... Bueno, todo.

Decidí buscar ropa interior decente, algo sexy para que ella deleitara su vista, me coloqué el plug y me puse una tanga super fina de color morado, y recubrí mi pecho y brazos en un pegamento comestible que robé de la cocina, y esparcí brillos por la zona, y luego poniéndome un corpiño de encaje que combinaba con la tanga, esperaba que con esto la dejara deslumbrada.

Me recosté en la cama a esperarla, estaba nerviosa, ella ahora era mucho mas hermosa y ansiaba poder tenerla encima, pero esperaba que ella me siguiera queriendo, seguro las noticias de mis ataques de ira llegaron a sus oídos No sabía que pensaría ella de mí.

Sentí el ruido de alguien detrás de la puerta, y el ruido de esta abriéndose, pero por algún motivo no la veía abrirse, me pareció muy raro, hasta que alguien me abrazó por detrás y besó mi mejilla, fue entonces cuando mi visión se distorsionó, mostrándome la realidad, la puerta estaba abierta, y quien me abrazaba era Mari... Astuta, se ha vuelto mejor con sus ilusiones, ahora sin su límite físico parecía poder controlarlas a distancia.

- Te ves hermosa Lila... ¿Me vas a explicar que carajo fue eso del techo antes o después?

- ¿Antes o después de qué?- Dije mientras le sonreía con cierta picardía, me di vuelta para verla, ella estaba vestida aún con su remera sin mangas y su pantalón de correr, se ve que no pudo aguantarse las ganas de venir aquí conmigo.

- Antes o después de que agarre el arnés con el consolador mas grande que tengas y te coja hasta que olvides como ponerte de pie.- Dijo Mari, susurrando a mi oído, carajo, nunca la había escuchado tan caliente ni tan dominante... Me había dejado boquiabierta, y en menos de lo que alcancé a reaccionar, me había empujado a la cama, poniendo los brazos arriba de mi cabeza mientras que con su mano derecha ella buscó en su sostén y sacó el labial que yo le había regalado, aplicándose una buena cantidad antes besar mi cuello, cosa que hizo que la temperatura de mi cuerpo empezara a subir en un instante... No sé que coctel hormonal había ahora en su cuerpo, pero diosas, esperaba que siguiera así de caliente y dominante en cuanto se le pasaran los efectos de la poción que le dio Ari hace una decena, no sabía cuanto duraría pero me gustaba lo que le estaba haciendo a Mari.

- Ah... M-Mari... ¿Qué mosca te picó? Jamás te vi así de dominante, pero no te detengas...

- Según me explicó Darieth, se llama segunda adolescencia... Estoy caliente y no cogemos hace mas de una decena, para ser prostitutas es muchísimo tiempo.- Ella sonrió y tocó mi frente, todo a mi alrededor se puso oscuro, lo único que veía eran los ojos rojos de Mari que brillaban como fuego, aparte de eso, todo era vacío.

Su vista estaba fijada en mis ojos, mientras sentí como sus dedos empezaban a explorar mi entrepierna, ella se estaba divirtiendo conmigo, yo era su juguete ahora,  y me encantaba. Lentamente ella estaba frotando mi clítoris mientras que su otra mano removía mi corpiño, apretando mis pechos y haciendo que soltara unos suaves gemidos, gemidos que hicieron que sus manos aumentaran la intensidad con la que manipulaban mi cuerpo, sus dedos adentrándose en mi vagina mientras que ella pasó la lengua por uno de mis pezones antes de empezar a chuparlo.

Podía sentir el peso de su nuevo cuerpo sobre el mío, ella era mas suave, mas rellena, sus pechos se sentían bien al tacto, alcé mis manos entre toda la oscuridad que me rodeaba y apreté sus pechos suavemente, al hacerlo, luz blanca brilló sobre ellos, marcando las huellas de mis manos sobre su cuerpo... En ese momento la pude ver levantarse y alejarse hasta la dirección de mi guardarropa, sentí un poco de ruido, pero seguía sin poder ver mucho mas que sus ojos rojos moviéndose, en cuanto volvió, tomó mis piernas, y sentí como apoyó algo frío en mi entrepierna, lo que apoyó se iluminó en rosa, se había puesto el arnés con mi consolador de 30 centímetros... No mentía cuando dijo que agarraría el mas grande que tenía.

La Madriguera de la ZorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora