«Les enseñaba con autoridad», nosotros a veces tenemos, respecto al concepto de autoridad, una equivocación. La autoridad es el que manda. En el caso de Cristo, la autoridad no es así. La autoridad es el que sirve y que realmente le importas, tanto que está haciéndolo constantemente, lo posible por hacerte el bien.
Claro, cuando la gente escuchaba a Jesús, decía: "Qué raro este modo de enseñar. No es como estos que vienen aquí de listos, nos dan cuatro lecciones y nos dicen todo lo que tenemos que hacer nosotros." Jesús, cuando explicaba las cosas, además explicaba cómo ponerlas en práctica, es decir, facilitando aunque fuera su enseñanza exigente y fuera muchas veces. Pues eso, escoger la puerta estrecha, negarse a sí mismo, tomar su cruz. Él siempre iba delante, primero dando el ejemplo, porque nada pedía que él no hubiera vivido. Segundo, dándonos su gracia, porque nada puede pedirnos Dios que previamente no haya puesto en nuestro corazón.
Pero, sobre todo, la autoridad de Cristo nace de que nos dice las cosas porque nos quiere. Jesús no es un populista que va diciendo cosas maravillosas para que la gente le siga, como prometiendo cosas fáciles y diciendo que todo va a ir fenomenal cuando él reine. No, de hecho, Él ofrece la cruz. Él ofrece la incomprensión, las bienaventuranzas: bienaventurado el que llora, bienaventurado el misericordioso, el que es perseguido por causa de la justicia, el que lucha por la paz. Bienaventurado, pero repito, siempre en la verdad y siempre por amor.
Y es que no hay mayor autoridad que una persona que le importas. Cuando te dice algo, aunque no te guste escucharlo, te lo está diciendo porque está convencido de que eso es para tu bien. Y por eso, primero, nosotros reconocemos una autoridad en Cristo. Claro que sí, todo lo que Cristo ha hecho y ha dicho, todo es porque nos quiere, ni más ni menos. Él no es como ese Dios que viene aquí a darse un paseo. Chicos, vengo a daros cuatro instrucciones para que seáis buenos y me marcho. No, Él sigue aquí, en medio de nosotros. Él sigue sufriendo con nosotros, caminando con nosotros, luchando con nosotros, y por tanto, le importamos.
Ahora, eso sí, siempre, siempre en la verdad. A veces la verdad no es popular, a veces la verdad no es cómoda, y por eso nosotros sí reconocemos en Cristo una grandísima autoridad. A la vez, pretendemos ser autoridad o decir con autoridad las cosas a las personas que nos importan. Los padres tienen que educar a los hijos, los sacerdotes tenemos que transmitir el Evangelio a las personas con una autoridad que no es la autoridad de "aquí mando yo" o "porque lo digo yo", sino porque te quiero, porque me importas, porque he consagrado mi vida por ti.
Y entonces te das cuenta de que es distinto que te corrijan porque les molestas a que te corrijan porque te quieren. Es muy diferente que te diga alguien que va de listillo lo bien que tienes que hacer las cosas, a que te lo diga alguien desde la más absoluta sencillez, sinceridad, cariño y proximidad. La autoridad de Cristo es la autoridad que todos nosotros también podemos tener si nos unimos a Él y transmitimos amablemente su Evangelio.

ESTÁS LEYENDO
TIEMPO ORDINARIO
SpiritualEl Tiempo Ordinario es la temporada en la que celebramos la vida y las enseñanzas de Jesucristo y lo que significa ser su discípulo. El nombre de este tiempo deriva de la palabra ordinal, que significa "contar". Es llamado Tiempo Ordinario porque la...