SANTA MARÍA MAGDALENA: EL PODER TRANSFORMADOR DEL AMOR DE CRISTO

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Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Celebramos en la iglesia la fiesta de Santa María Magdalena, quien es apóstol de los Apóstoles. Ella, después de la Virgen Santísima, es la primera criatura que se encuentra con el Resucitado y es quien anuncia a los apóstoles: "Jesús ha resucitado".

Qué bonita y qué cruda es la historia de María Magdalena, porque es una mujer que, según el evangelista, estaba poseída por todos los demonios. Ella debió vivir un verdadero infierno, pero se encontró amada por Cristo y se supo amada por Él. Eso transformó su vida y su interior. A partir de ese momento, se dedicó a servir a Cristo junto con los apóstoles y otras mujeres que iban detrás de Jesús.

Al final, porque se supo tan amada, correspondió con amor. Sabía que el Señor la amaba independientemente de lo que ella pudiera corresponder, pero quería estar ahí. Por eso, junto a la cruz de Jesús estaban María, la madre de Jesús, María la Magdalena y el discípulo amado. Había otras mujeres más lejos, pero los que estaban ahí viendo correr la sangre y ver ahogarse al Cordero de Dios fueron esta mujer tan valiente, una mujer rota, pero que supo reconstruirse desde el amor de Cristo.

Mira, decía el Papa Francisco una frase muy bonita que yo le he escuchado a él: "No hay un santo sin pasado ni un pecador sin futuro". Primero, todos los que quieren ser santos o queremos ser santos, tenemos cosas del pasado que nos han hecho muchísimo daño, que no nos han salido nada bien, que hemos sido unos tontos integrales y hemos podido hacer daño. Pero tenemos futuro porque somos amados de Dios.

Y si tú estás en una situación en la que dices que tu vida es horrorosa, pues claro que tienes futuro. ¿Por qué? Porque, por muchos pecados que tengas, el amor de Dios es más fuerte que tú. Y esto es lo que ella creyó, es lo que esta santa hizo de su vida, el guion de su vida: si estoy con Cristo, si sirvo a Cristo, si estoy a su lado en lo bueno y en lo malo.

Cuando le aplauden las multitudes en la entrada de Jerusalén y cuando le apedrean y le escupen en el Monte Calvario. Si sé estar ahí, sé que mi vida va a ir transformándose. Y por eso, sí, todos admiramos a esta santa, la envidiamos de algún modo, claro que sí. Su proximidad con Jesús y con María, porque efectivamente ella se contó entre el número de los más cercanos, de los más fieles y leales a Jesús.

La debilidad nunca será una disculpa para no estar cerca de Cristo. Esta mujer fue muy débil, sí, pero el amor de Dios, no ella, el amor de Dios en ella la hizo fuerte. Porque ella sabía que toda su fortaleza no estaba en su pasado, ni en su saber, ni en su hacer, sino en dejarse llenar por el amor de Dios, que esa es nuestra única fortaleza.

Por tanto, nunca te excuses en tus debilidades, ni en tu pasado, ni en tus errores para no estar cerca de Jesús, porque estar cerca de Cristo es tu único tesoro. Estar cerca de Cristo es tu gran fortaleza, y solo Cristo podrá hacerte también saber estar en los momentos de cruz.

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