EL VALOR DE LA MEDIACIÓN Y LA FIDELIDAD A LA IGLESIA

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"Quien me rechaza a mí, rechaza a quien me ha enviado." Si creemos que Jesucristo es el mediador entre el Padre, el Dios único y verdadero, Creador del universo, y la humanidad, también aquellos que Jesús envía son mediadores, igual que Jesús es mediador del Padre. Por eso dice: "Quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado", y "quien os rechaza a vosotros, me rechaza a mí".

Hoy celebramos a un santo muy querido, San Francisco de Asís, quien vivió en una época de crisis profunda, tanto social como dentro de la Iglesia Católica. Era una iglesia que se había vuelto acaudalada económicamente, que miraba a la nobleza y deseaba ser noble, con sistemas feudales y obispados, una iglesia que enfermaba de riqueza. San Francisco, al ver esta realidad, no se dedicó a denunciar, atacar, enfadarse o criticar a la Iglesia. En cambio, decidió vivir la pobreza.

En la época de San Francisco surgió una corriente llamada los cátaros, que rompieron radicalmente con la Iglesia Católica porque veían los pecados de sus miembros y se alejaban de ella. Hoy en día, algo similar le sucede a muchas personas: al ver que en la Iglesia no siempre actuamos correctamente, se escandalizan y se apartan. La Iglesia es santa, aunque los miembros de la Iglesia no lo somos, y, lamentablemente, a veces tienen razón al escandalizarse. Sin embargo, no debemos escandalizarnos con la Iglesia misma, sino con las personas que, indignamente, la representamos.

Lo fácil es huir, lo fácil es quejarse, lo fácil es rechazar a la Iglesia. Sin darnos cuenta, al rechazarla, estamos rechazando el mensaje de Cristo. Lo importante es saber perseverar, mantenernos firmes en la fe, incluso cuando nos escandalicen, ya sea en la fe misma o en nuestras costumbres. Debemos saber ocupar nuestro lugar, como pequeñas amas de casa que somos en el Reino de Dios.

San Francisco de Asís lo tenía muy claro. No le importaban las políticas eclesiásticas, ni quién había sido nombrado obispo, ni quién era el papa. Él tenía una fe absoluta en la Eucaristía y en los sacerdotes, aunque fueran pecadores. Los veneraba porque sabía que de ellos recibiría la Eucaristía. ¡Qué hermoso ejemplo nos da San Francisco sobre la mediación!

"Quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado." Pero también, quien rechaza a los que yo he enviado, me rechaza a mí.

Nosotros vivimos la fe en Jesucristo, pero la vivimos en comunión con la Iglesia: en comunión con los santos que están en el cielo, con los que están en el purgatorio y con los que quieren serlo y están en la tierra. También vivimos en comunión con los pecadores, porque nosotros mismos llevamos una parte de pecado que no podemos quitar de encima. Aun así, sabemos que Dios quiere esa mediación y que se sirve de su Santa Iglesia, compuesta por hombres pecadores, para llevar la salvación. Esto forma parte de nuestra fe, y es algo que Jesucristo anunció y entregó a sus apóstoles.

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