Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre. Hoy la iglesia celebra una fiesta muy entrañable y no muy conocida: la fiesta de Jesucristo, sumo y eterno sacerdote.
Fijaos en todas las religiones naturales, pues los hombres iban a los templos de los dioses llevándoles ofrendas para agradarlos. Claro, llevaban los frutos del campo e incluso, a veces, sacrificaban animales muy valiosos. En el colmo de la locura, ofrecían sacrificios humanos para agradar a los dioses. Pero aquí es completamente al revés: es Dios el que se ofrece a sí mismo, el que ofrece toda su naturaleza humana, su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad para agradarnos, para hacernos agradables al Padre.
Es Jesús derramando su sangre como ejerce el sacerdocio, de tal manera que Jesucristo es sacerdote porque ofrece en la cruz el verdadero sacrificio que nos reconcilia con Dios. Jesús es víctima porque lo que ofrece es su vida, que tiene un valor infinito. Y Jesucristo es altar porque el lugar donde se hace ese sacrificio es en su naturaleza humana. Por eso nosotros hoy agradecemos a Jesús que sea el sumo y único sacerdote.
Jesucristo es el pontífice. La palabra "pontífice" deriva del latín "pontifex". Esta, a su vez, proviene de dos palabras latinas: "pons" (puente) y "facere" (hacer). Literalmente, "pontifex" se puede traducir como "constructor de puentes", el que construye un puente: un puente entre la Tierra y el cielo, un puente entre lo temporal y lo eterno, entre lo natural y lo sobrenatural. Tenemos las puertas del cielo abiertas, tenemos el camino del cielo abierto en el cuerpo y la naturaleza humana de Jesús. Y por eso, nosotros sí nos unimos y agradecemos a Jesucristo, sumo y eterno sacerdote.
Hoy es un día también muy bonito para saber que hay algunas personas que son llamadas a hacer presente ese sacerdocio por medio de los sacramentos. Hoy es un día muy bonito para encomendar a todos los sacerdotes, aquellos que estan en las parroquias, en los colegios, en las universidades, en las cárceles, en los hospitales, en tantos lugares donde los sacerdotes hacen presente el único sacerdocio de Cristo. Se asocian a él porque él los ha llamado, los ha invitado, respetando su libertad, a intentar hacerle presente en medio de los hombres.
Fijaos, allí donde hay un ser humano cualquiera, Cristo siempre tiene una razón de ser y una razón para estar, porque él ha derramado su sangre por todos y cada uno de los seres humanos que existen, incluso, por supuesto, por los que no le conocen. Por eso, hoy es un día para pedir dos cosas: uno, que los sacerdotes sean santos, que sean fieles, que sean coherentes, que intenten transmitir con limpieza de corazón a Cristo; y dos, Señor, que nunca falten sacerdotes en tu iglesia, que vuestros hijos, vuestros nietos, tengan sacerdotes el día de mañana, que los puedan confesar, que los puedan atender, que los puedan ungir cuando estén enfermos.
Necesitamos sacerdotes, es una urgencia importantísima. Y claro, efectivamente, solo la oración, solo el Espíritu Santo cuando es invocado, puede hacer posible que los jóvenes conozcan la llamada de Dios y que acepten esa llamada a ser sacerdotes. Pidamos, por tanto, por la santidad y porque aumente el número de sacerdotes católicos.
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TIEMPO ORDINARIO
SpiritualEl Tiempo Ordinario es la temporada en la que celebramos la vida y las enseñanzas de Jesucristo y lo que significa ser su discípulo. El nombre de este tiempo deriva de la palabra ordinal, que significa "contar". Es llamado Tiempo Ordinario porque la...