"¡Sé quién eres, el Santo de Dios!" Es curioso cómo, en el encuentro de Jesucristo con personas poseídas por el demonio, siempre el demonio sabe muy bien quién es Jesucristo. De hecho, en este caso, el Evangelio que vamos a escuchar hoy muestra cómo esta persona endemoniada, a través del demonio que lleva dentro, le dice: "Sé quién eres, sé que eres el Santo de Dios." A Jesús no le gustan las alabanzas de aquellos que son malvados, porque efectivamente el demonio siempre tiene una intención retorcida. Le llamamos el "padre de la mentira" por su intento constante de salirse con la suya, utilizando cualquier tipo de medio, ya sea más o menos agradable o desagradable.
Fijaos, una vez escuché algo que creo que es muy valioso: es más peligrosa una alabanza que una crítica fundamentada en la verdad. La alabanza nos puede llenar de vanidad, hacernos pensar: "¡Ay, qué bueno soy, qué bien lo hago!" De hecho, hay mucha gente que siempre está muy pendiente de que le digan: "Lo has hecho bien," y son personas que, al final, acaban siendo muy inseguras porque necesitan la alabanza y la aprobación de los demás. Creo que, efectivamente, las alabanzas no nos hacen bien. El único juicio que nos tiene que importar es el juicio de Dios.
Ahora, una crítica, si realmente me estaba equivocando, si realmente la gente o la persona que me lo dice lo hace por mi bien, porque sabe que puedo hacerme daño y que no me conviene, claro que puede curar mi corazón. De hecho, los soberbios siempre necesitamos alabanzas, y los soberbios siempre nos enfadamos con las críticas. La gente sencilla, la gente humilde, cuando recibe alabanzas, piensa: "Uf, estos no saben cómo soy yo; me alaban mucho, pero en el fondo sé que soy débil y que todo ha sido porque Dios es muy bueno, me ha acompañado y me ha dado esos dones." Y las personas humildes, cuando reciben críticas, responden: "Bueno, pues muchas gracias."
Por eso, el Evangelio de hoy nos podría invitar a preguntarnos cómo recibimos las críticas y cómo recibimos los halagos. Si las personas que nos halagan quieren algo de nosotros, si buscan complacernos para después sacar algún beneficio, debemos tener cuidado. Muchas alabanzas son interesadas porque buscan obtener algo de nosotros. También hay críticas amargas, y es necesario saber discernirlas.
Pero mientras seamos conscientes de que lo que los demás piensan de nosotros no nos define, sino que nos define lo que realmente somos y lo que Dios sabe ver en nuestro corazón, entonces podemos estar en paz. Si hay debilidad en nosotros, Él la perdona y nos ama. Si hay cosas buenas, nos las ha dado Él y seguramente las mantendrá. Sin embargo, huyamos, si es posible, de las alabanzas excesivas y aceptemos, con la ayuda de la gracia de Dios, esas pequeñas correcciones que nos puedan hacer crecer en el amor, que es lo que realmente importa y lo que tiene verdadero valor ante los ojos de Dios.
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TIEMPO ORDINARIO
SpiritualitéEl Tiempo Ordinario es la temporada en la que celebramos la vida y las enseñanzas de Jesucristo y lo que significa ser su discípulo. El nombre de este tiempo deriva de la palabra ordinal, que significa "contar". Es llamado Tiempo Ordinario porque la...